¡Qué
primavera!
Fara Armenteros, UPECI
LA HABANA, julio (www.cubanet.org) - Desde tiempos remotos muchos pueblos
acostumbran recibir la primavera con fiestas y rituales religiosos. Es la estación
de los deshielos, en la que plantas y animales muestran su mayor esplendor. Es
también la época de cultivar las tierras. Es tiempo de lluvias.
En Cuba la primavera se esperaba con cierta ansiedad porque después
de la intensa sequía hasta las piedras claman por el agua. Los apegados a
la tradición no dejan de mojarse en el primer aguacero de mayo.
En este año 2002 las lluvias llegaron en la segunda quincena de mayo,
y con mucha fuerza. Tanta, que según datos oficiales en doce de las
catorce provincias y en el municipio especial Isla de la Juventud se registraron
valores por encima de los promedios históricos.
Debido a la sequía sufrida en los meses precedentes muchos cultivos
se perdieron, se incrementaron los incendios forestales y el sector pecuario se
afectó sobremanera.
Los agricultores independientes en Santiago de Cuba, que vieron desaparecer
sus cultivos a causa de la sequía, regresaron a cultivar la tierra con
los primeros aguaceros de mayo. Así lo informó Fausto Frómeta,
de la Asociación Nacional de Agricultores Independientes.
Durante los días en que la lluvia no cesaba se produjeron cientos de
derrumbes parciales y totales, la mayoría de ellos en la capital de la
nación. "Deseaba con todas mis fuerzas que lloviera, y ahora no sé
qué haría para que deje de llover" -me comentó
Georgina, vecina y maestra jubilada. "Me traje a mi hermano a vivir conmigo
porque las lluvias ocasionaron un derrumbe parcial en la vivienda donde reside.
El techo se encuentra en tan malas condiciones que temen que se desplome de un
momento a otro. Hace años que esa vivienda está declarada
inhabitable, pero no tenemos recursos para arreglarla. Mi sobrina, que vive en
los Estados Unidos envía siempre algún dinero que se invierte en
la shopping comprando leche en polvo, aceite, jabón, detergente, frazadas
de piso y puré de tomate. Y alguna que otras viandas y vegetales en el
agromercado. Y no alcanza para nada más, y mucho menos para arreglar un
techo que está al desplomarse. Además, siempre hay que dejar algo
por si uno se enferma porque para llegar al hospital hay que buscar un taxi
estatal que cobra en dólares".
En Isla de la Juventud los trabajadores de un almacén donde se
guardan alimentos secos (arroz, frijoles, sal, azúcar) para distribuir
por la libreta de racionamiento, se quejan porque en reiteradas ocasiones han
comunicado a sus superiores que el techo de la instalación se encuentra
en malas condiciones y los alimentos allí guardados se mojan cuando
llueve. Las autoridades han hecho caso omiso de las advertencias y así,
mojados y dañados, venden estos productos a la población.
En Bolondrón hubo derrumbes parciales en el círculo infantil,
cuatro comercios, la funeraria, el cine Martí y la farmacia. En la región
central fueron evacuadas decenas de miles de personas debido a las lluvias
intensas, y el caudal de algunos embalses aumentó peligrosamente.
Los aguaceros continuados acrecentaron las dificultades de la población
y no se puede predecir cuándo serán subsanadas. Son eventos
naturales que también tienen resultados positivos para la nación,
sobre todo en el sector agropecuario. No hay mal -reza el refrán- que por
bien no venga.
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