Un primer
aniversario
Ramón Díaz-Marzo
HABANA VIEJA, julio (www.cubanet.org) - Desde el pasado lunes 24 de junio
hasta el miércoles 26 pensé que mi cabeza explotaría.
Durante tres días la Asamblea Nacional del Poder Popular cubano se reunió
para que todos sus diputados repitieran la monolítica exposición
de un mismo pensamiento.
Durante esos 3 días no pude escribir una sola frase en mi laptop que,
dicho sea de paso, hoy 28 de junio cumple su primer aniversario de estar
conmigo. Fueron también 72 horas de demostración de que en Cuba no
hace falta que nadie trabaje cuando se decretó el cierre de fábricas
y escuelas para que la población desde sus casas "participara"
en la Asamblea a través de la TV.
Con tres días sin escribir pensé que habría perdido el ángel.
No podía escuchar a Radio Martí porque la interferencia electrónica
del gobierno cubano es fuerte. No podía ver TV porque desde la mañana
hasta la noche los diputados hablaban y hablaban, con ligeras variantes, el
mismo punto de vista político capaz de enajenar al más poderoso
cerebro.
No obstante, mi obligación como periodista de mantenerme informado
sobre lo que en la Asamblea se dijera, era soportar aquella perorata. Y hubo un
momento en que me acordé del hipnotismo, de los magos negros, de la
brujería mental con que una mente poderosa es capaz de apoderarse del
cerebro de las personas. Entonces apagué el TV, y, aprovechando el
conocimiento que poseo sobre sicofármacos estuve consumiendo durante esos
tres días un poderoso timoléptico que me permitió dormir de
día y escapar de esta insoportable irrealidad cuyo final era predecible.
Pero lo que más me asustó fue la ausencia del deseo de
escribir aunque me rodeara por esos días el silencio de la noche. Intenté
leer varios libros. Pero la percepción personal de no poder escribir me
torturaba y me hacía pensar que el ángel me había
abandonado.
Sólo hoy, 24 horas después del embrujo político que
cubrió a toda la nación de modo tan terrible, es que comprendo por
qué no podía escribir.
Confieso que al principio quise echarle la culpa a mi laptop. Desde un
tiempo a la fecha tengo que presionar con mas fuerza la J y la P, y últimamente
a la larga barra del margen también hay que tocarla con más
fuerza. Algo así como que estas primeras señales de falsos
contactos significaban que el amor de la laptop se debilitaba después de
un ano de intensa relación.
- Ya no quieres responder a las caricias de mis dedos -le dije una de esas
noches. ¿Acaso tendré que golpearte?
Quizás -pensé- ella ha franqueado una puerta escabrosa de la
relación: necesita sentir dolor.
Este 28 de junio la Laptop y yo cumplimos un año de estar unidos por
un mismo fin: escribir. Por supuesto, ella es extranjera y quizás no
comprenda aún el modo de ser de los cubanos. No obstante, he sabido
disfrutarla mejor al irle descubriendo cada día los pequeños
secretos de su Word Processing. Por algo ella nació en New York y quizás
la cantalenta de los cubanos le aburra. Pero ha sido obediente y ha escrito todo
cuanto le he ordenado aunque piense que nosotros, al igual que los palestinos y
los israelíes, perdemos el tiempo en batallas que podrían
resolverse si existieran buenas intenciones en nuestro mundo.
Ramón Díaz-Marzo es el autor de la novela "Cartas a
Leandro", publicada por CubaNet.
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