CUBANET .INDEPENDIENTE

31 de diciembre, 2002

Antihéroes: Irma la merolica

Lázaro Raúl González, CPI

HERRADURA, diciembre (www.cubanet.org) - La gente como ella tiene poco reconocimiento público en Cuba. Su labor no merece espacios ni elogios en la prensa oficial. A los merolicos se les considera ciudadanos al margen de la ley. Su trabajo es duro y duro es también el hostigamiento que sufren. Sin embargo, perseveran y se mueven como un silencioso y activo ejército de hormigas por todo el mapa de la Isla.

Antes de acercarnos a uno de ellos, es oportuno establecer que por merolico se define en Cuba, desde hace más de una década, a la persona que se dedica al comercio mínimo. Aunque pueden ser estacionarios, los merolicos son vendedores ambulantes generalmente. Conozcamos a uno de ellos. Mejor, a una de ellas. Las mujeres constituyen el 30 por ciento de estos pequeños comerciantes, marginales de las leyes cubanas.

Irma C. tiene 52 años y fue maestra hasta los 41. Vive en Punta Brava, poblado de La Habana. Después que se rompió su relación matrimonial en 1992, Irma abandonó la educación y pasó a engrosar las filas de la entonces emergente informalidad. La disolución de su matrimonio coincidió con el inicio de otra crisis económica que dura hasta hoy en la isla. Cuando dejó su plaza de maestra ya su salario de 250 pesos mensuales no le alcanzaba para mucho más que diez libras de arroz.

Irma empezó entonces a inventar, es decir, a elaborar lo que apareciera en su barrio. Compraba café en grano (procedente de Guantánamo, a más de mil kilómetros), lo tostaba, lo mezclaba con chícharos, lo molía y salía a venderlo por el vecindario.

Aprendió, además, a elaborar croquetas de cerdo, a las que sólo le agregaba un diminuto cicharrón. Lo demás era yuca y un poco de harina.

En aquellos primeros años, Irma lo mismo preparaba un pudín que se sentaba a la máquina de coser y en una mañana confeccionaba 10 jabas de nylon que por la tarde vendía a 5 pesos cada una. Así terminó de criar a su hijo más pequeño y ayudó al casamiento de Dania, la hija mayor.

Pero apareció la competencia. A su alrededor -y al calor de los apagones cotidianos- aparecieron hombres y mujeres como ella, listos a luchar por la sobrevivencia. Poco a poco le fueron arrebatando su mercado. No había qué comprar ni a quién venderle.

Vinieron días difíciles. Su hijo, que había empezado la universidad, tuvo que albergarse para gastar menos. Pese a ello, necesitaba 50 pesos semanales. A Dania, que vivía con el esposo en casa de la madre, se le ocurrió quedar embarazada. ¡Y parió jimaguas!

Lavando pañales sin jabón y friendo filetes de toronja en agua, a Irma apenas le alcanzaba el tiempo para calcular las dimensiones de sus penurias.

Fue por aquellos días de tribulación cuando apareció Alberto, el primo de la vecina provincia de Pinar del Río y le transmitió la idea: En La Habana había muchas cosas de las que carecía la gente del interior y, obviamente, allá en el interior había cosas -principalmente alimentos- que no había en La Habana. ¿Por qué no ampliar su radio de acción? Irma aceptó la idea y puso manos a la obra. Nacía así la merolica interprovincial.

Para empezar, Irma tomó asesoría de su amiga Adelaida, quien ya llevaba algunos meses en el giro. Siguiendo sus consejos, Irma se movió por toda La Habana buscando baratijas. Salvo 25 pesos que dejó en su casa, se gastó el resto de su capital (250 pesos) en adquirir espumaderas, cucharones, hilos y agujas de coser, cordones de zapatos, sacapuntas, botones y otras menudencias.

Al día siguiente se levantó de madrugada y se fue con su carga para la autopista. Con 10 pesos en la mano estuvo un rato parando carros. Finalmente -después de enseñar un billete de 20- la recogió una rastra totalmente descubierta. Aquella primera vez, todavía inexperta en estas lides, Irma estuvo a punto de congelarse. Había olvidado llevarse un abrigo a la "aventura".

Aquella vez Irma fue a parar a Alonso Rojas, un pueblito pinareño, 150 kilómetros al oeste de La Habana. No más puso pie en tierra, recibió el aviso de los lugareños: "Tenga cuidado. Aquí la policía tiene operativo hoy".

Pero Irma tuvo suerte, y sólo se encontró con un policía luego de haber hecho trueque con toda la mercancía que llevaba. A unos guajiros les cambió cacharros por arroz; a otros por frijoles; a otros por pollos. También vendió algo para pagar el pasaje de regreso. El policía con quien se encontró al marcharse, sólo le comentó: "Compañera, ¡va bien cargada!"

Otras veces, ha tenido menos suerte. En los cientos de viajes que ha realizado ha perdido muchas mercancías. La policía le ha decomisado botellas de alcohol, kerosene, queso, café…

Por lo demás, todo ha seguido casi igual que el primer día. Dos veces por semana viaja a "hacer su pan". Se levanta de madrugada y se va a la carretera a ver quién la lleva a algún pueblo distante donde intercambia sus cacharros por alimentos que más tarde vende en La Habana. Para ello tiene que caminar kilómetros y kilómetros cargada como una mula y con los ojos bien abiertos, cuidándose por igual de los delincuentes que pueden arrebatarle su mercancía que de la policía, que puede decomisarla "legalmente".

Pese a conservar un semblante de persona educada, por hacer tanta fuerza y de tanto lidiar con la brutalidad a Irma se le han hecho callosidades en las manos y se le han hinchado venas y articulaciones. Cuando se acuesta le duelen las clavículas y la espalda sobre la que ha llevado tantas mochilas. Le duelen los brazos, los pies y el pecho. Aún así, muerta de cansancio, duerme tranquila.

Pese a que no alcanza para mucho más, con lo que gana como merolica puede al menos comprarle galletas a sus nietos.

Los ciudadanos como Irma "la merolica" son antihéroes, y no disfrutan, por tanto, del favor de la prensa oficial.


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

Noticias por e-mail

La Tienda - Libros , posters, camisetas, gorras

In Association with Amazon.com

Busque:


BUSQUEDA

Búsqueda avanzada


SECCIONES

NOTICIAS
Prensa Independiente
Prensa Internaional
Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
Inglés
Alemán
Francés

SOCIEDAD CIVIL
Introducción
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
MLC

DEL LECTOR
Cartas
Debate
Opinión

BUSQUEDAS
Archivos
Búsquedas
Documentos
Enlaces

CULTURA
El Niño del Pífano
Artes Plásticas
Fotos de Cuba

CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887