La droga en
La Habana
Manuel Antonio Brito López, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - ¿Qué volá? era
una expresión cubana que significaba ¿cómo andas? ¿cómo
está la cosa? Y digo significaba porque hoy en día es algo más
que un simple saludo entre amigos. Su connotación actual está
estrechamente relacionada con el narcotráfico, al menos en la capital. En
otras palabras, funciona como una identificación entre el expendedor y el
comprador.
El traficante o expendedor, por lo regular siempre solo y apartado,
vigilante de todo lo que sucede a su alrededor, aparenta siempre estar ausente.
Reaccionará ante la frase ¿qué volá?, pronunciada en
un tono ascendente. Responderá con la misma expresión, pero en
tono descendente, esperando la confirmación del comprador-consumidor, que
le dirá: "Está jugando", que significa en el argot: "quiero
comprar".
De esta forma, en un diálogo corto e intrascendente para cualquier
extraño, quedará sellada la transacción entre el vendedor y
el consumidor.
Es alarmante el número cada vez mayor de personas, en su mayoría
jóvenes que no superan los 20 años, atrapadas en el mundo de la
droga, hecho que explica también el alto índice de violencia que
se observa en las calles de la capital, que se ha convertido en una ciudad
peligrosa para el que, por placer o necesidad, tenga que aventurarse a salir de
noche.
¿Qué hace la policía? Pues, simplemente, nada. Es tan
inoperante como el sistema que sustenta.
Después de las 7 de la noche, en barriadas como El Canal, en el
Cerro, Jesús María, en La habana Vieja y Los Sitios, en Centro
Habana, por sólo citar tres zonas de la capital calificadas como de alta
peligrosidad, raramente, por no decir nunca, se verá algún carro
patrullero, y mucho menos un policía a pie. De ahí la tremenda
impunidad con que actúan traficantes y compradores.
Existes tres grupos bien definidos de adictos o consumidores eventuales. Los
de la "volá", es decir, los de la "piedra" o "cambolo",
versión cubana del crack; los marihuaneros y los pastilleros, aquéllos
que consumen psicotrópicos.
Los más violentos y agresivos son los de los primeros grupos. Entre
ellos ocurren más del 80 por ciento de los homicidios, robos, asaltos y
reyertas callejeras que a diario se suceden en la capital.
Aunque las autoridades han tenido que reconocer públicamente la
existencia del tráfico y consumo de drogas, no ha hecho ni hace nada para
poner freno a este flagelo que amenaza con convertirse en un verdadero azote
para la sociedad cubana, sobre todo en los sectores más vulnerables, que
son, en definitiva, los que deben soportar el rigor de las vicisitudes y el
desamparo que les ha impuesto el régimen, preocupado más por su
perpetuidad en el poder que por el bienestar de sus ciudadanos.
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