¿El príncipe
y la mendiga?
Víctor Rolando Arroyo Carmona, UPECI
PINAR DEL RIO, diciembre (www.cubanet.net) - Dos niños, una
venezolana y un cubano padecen de enfermedades muy graves. Sus vidas corren
peligro. Hasta ahí la similitud, pues a ellos, debido a su nacionalidad,
los diferencia el trato y la atención médica que reciben en las
instituciones de salud de Cuba.
De José Gregorio Acuña, el niño venezolano, no sabemos
mucho. Tiene tres años y padece de una parálisis infantil
generalizada. Está de regreso en la capital cubana para continuar un
proceso de rehabilitación que le está devolviendo paulatinamente a
una vida con menos limitaciones. "Regresar Cuba -declaró la madre
Judith- es como volver a casa. Aquí nos sentimos queridos y atendidos".
Todo lo contrario dicen los padres de Cesia Carmona Roque, niña
pinareña que padece desde su nacimiento de una atrofia espinal muscular
progresiva (conocida como enfermedad Werding Hoffmam). Cesia tiene dos años.
Semanas después de su nacimiento, los doctores Pozo y Milia, del
hospital William Soler, en Ciudad de La Habana, le pronosticaban sólo
unos meses de vida. Pero ella ha logrado llegar a los dos años a pesar de
las penurias y escaseces de todo tipo que ha padecido.
Según cuentan sus padres, Manuel y María Elena, nunca los médicos
le han indicado a Cesia ejercicios de fisioterapia para evitar la neumonía
(enfermedad oportunista que ataca a los pacientes como ella) o recetado
medicamentos que estabilicen la actividad neurológica, factor que si se
desestabiliza crea en el enfermo un estado clínico difícil de
revertir.
Ambos padres coinciden en la falta de atención de los servicios médicos
y sociales cubanos: "Siendo Cesia un caso de inevitable muerte, al
considerarla desahuciada han sido reiteradas las muestras de indolencia ante su
padecimiento por la casi totalidad de quienes la han atendido, ya sea en lo
referido a sus padecimientos como a sus necesidades más perentorias".
Por difícil de creer que parezca, esta niña aún en su
grave estado de salud, no recibe la autorización para comprar una dieta
alimenticia especial -que consistiría en 720 gramos de carne roja y 400
de carne de pollo), a pesar de los esfuerzos de sus padres.
Por su condición de enferma postrada, Cesia requiere de un permanente
aseo de su cuerpo y el uso de jabones y cremas que sólo se venden en las
tiendas "dolarizadas". Productos imposibles de obtener por esta
familia, cuyos ingresos mensuales no sobrepasan los 231 pesos (9 dólares
al cambio oficial).
La simple adquisición de la tela antiséptica necesaria para
confeccionar los pañales de la criatura se convierte en una agonía,
ya que en el mercado negro se vende a 20 pesos el metro cuadrado.
Pero la prueba irrefutable de la desatención a Cesia se encuentra en
la falta de medicamentos, aunque los que ella necesita se producen en el país,
como el complejo vitamínico B, el ácido fólico y las
vitaminas A, C y E. Muy impactante para los padres de la niña es la
imposibilidad de adquirir la Emulsión de Scott, rica en vitaminas A y D,
pero que sólo puede comprarse en dólares en el centro turístico
de Viñales a un $6.50, el equivalente a las tres cuartas partes del
salario de su padre.
"Con estas penurias a cuestas, Cesia ha logrado llegar a los dos años
de vida. ¿Cómo sería si desde que se le detectó la
enfermedad su alimentación y el suministro de medicamentos hubiesen sido
los adecuados?", expresó con amargura la madre, convertida en la
enfermera de su hija. Y agrego:
"Ella ha sido condenada doblemente a muerte. Por la enfermedad y por
quienes nos han dado la espalda. Incluso me he dirigido a antiguos compañeros
de trabajo para que me vendan un pollo y me han respondido que lleve los dólares,
que con ellos todo está solucionado".
María Elena es licenciada en Economía y trabajaba en la
dirección de comercio en la provincia de Piar del Río.
También se necesita para la niña un televisor a color, pues la
terapia ocupacional es vital en su tratamiento. Las gestiones en tal sentido han
sido infructuosas, al igual que las realizadas para conseguir una silla de
ruedas. Desde hace meses esperan una respuesta a cartas enviadas a la ministra
de Comercio Interior y al historiador de Ciudad de La Habana, y sólo han
recibido la callada por respuesta.
¡Qué triste la diferencia entre José Gregorio y Cesia!
Ella está excluida de los beneficios de los que disfruta el niño
venezolano. Lo que la convierte en paria en su propio país.
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