La Nochebuena
(I parte)
Oscar Mario González, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Todos los pueblos y culturas
dedican un día del año a enaltecer el amor y la unión
familiar. En Cuba ese día era el de la Nochebuena.
Hablo en tiempo pasado, pues con la aparición del actual sistema esta
festividad fue languideciendo hasta casi desaparecer por completo. La Nochebuena
estaba tan arraigada en el corazón del cubano, como para resistir los
primeros años el rechazo de los nuevos gobernantes.
El golpe mayor nos llegó de la mano del propio Fidel Castro, entrada
ya la década de los años sesenta del pasado siglo. El comandante
declaró públicamente la inviabilidad de las fiestas navideñas
porque entorpecían el desarrollo de la zafra azucarera. Irónicamente,
ha sido el mismo gobierno de Fidel Castro quien acaba de darle otro golpe a la
principal industria del país con el cierre de la mitad de los centrales
azucareros.
No se puede precisar cuándo se mató la Nochebuena en Cuba,
porque la fueron matando poco a poco.
Y me pregunto: ¿Por qué el ensañamiento contra una
tradición tan inofensiva como legítima?
Pudieran darse muchas razones, pero hay una que no admite dudas: El credo
marxista considera a las tradiciones y a las costumbres, como elementos
reaccionarios, obstaculizadores del proceso revolucionario. Y más cuando
la tradición tiene basamento y connotaciones religiosas.
Muchas familias cubanas continuaron festejando el 24 de diciembre, con una
mezcla de amargura y dulzor. Con la alegría contenida por el silencio, en
condiciones de clandestinidad. La celebración de la Nochebuena fue
durante muchos años perseguida en nuestro país.
Debieron transcurrir tres décadas para que, con motivo de la visita
del Papa a la Isla, fuese declarado día feriado el 25 diciembre. ¿Cuánto
durará la "benevolencia" del gobierno? Nadie lo sabe. O una
sola persona lo sabe.
¿Qué razones tuvo el gobierno para acceder al reconocimiento de
la Navidad? Algunos consideran que con el gesto, Fidel Castro procura
congratularse con la Iglesia Católica de Cuba y con el Santo Padre. Otros
lo consideran una suerte de oportunismo político dirigido al turismo
extranjero, y por ende, a la atracción de capital foráneo. No
faltan quienes achacan la concesión de Castro a un simple capricho del
mandatario.
Pero lo más importante de todo es que la Navidad ha regresado. El
tradicional árbol navideño se hace presente en el solar, en la
confortable vivienda del gerente de nuevo tipo, y en la del militante del
Partido Comunista.
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