Crisol de
valentía
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Para vivir en Cuba hay que ser
valiente. Sobre todo si se es mujer. No se imagine usted que la valentía
consiste en cargar las 24 horas del día con un fusil para defender
nuestras trincheras. Se trata de la valentía que requiere sobrevivir y
alimentar a la familia. Esa mujer que casi siempre permanece en el anonimato y a
la cual no se le dedican reportajes.
Para Yolanda, mujer de 32 años, cargar desde la provincia de Pinar
del Río con dos cajas de galletas, es un riesgo. Debe viajar hacia La
Habana por lista de espera. El nerviosismo la invade. Si la policía
revisa los paquetes le decomisan las galletas. Y las galletas significan el
sustento de su familia.
De puerta en puerta Yolanda ofrece sus galletas por las calles del Vedado.
Las galletas salen de la fábrica "por debajo del tapete".
Yolanda afirma que prefiere viajar a La Habana en ómnibus, pues conoce de
muchos casos de muchachas pinareñas que por hacerlo "de botella"
(auto stop) con sus mercancías han aparecido asesinadas o han sido
violadas. Otras sufren el decomiso despiadado de los policías, quienes se
reparten todo lo decomisado.
A Martiza, médica de la familia, divorciada y con dos hijos, se le ve
cada tarde por las calles de la barriada del Cerro vendiendo pasteles, los
cuales compra a un peso la unidad y los revende a dos. Su salario, que no
sobrepasa los 15 dólares mensuales, no es suficiente para los gastos de
comida. Durante el día es una profesional de la Medicina. Después
de las seis de la tarde, Martiza se convierte en una profesional del comercio,
cuando pregona: "Tu pastel calientico aquí, sabrosito y tostadito"
Para Yusimi no existe negocio mejor que ser manicure, en su hogar. "Con
dos mujeres que se arreglen las manos al día yo saco el salario diario de
cualquiera", dice. Por el arreglo de las manos cobra cinco pesos y por los
pies, 10".
Yusimi se arrepintió de estudiar Enfermería porque asegura que
se moriría de hambre. Prefirió no estudiar nada y mantenerse como
manicure. Así ayuda mejor a su esposo, ingeniero, a quien no le alcanza
el salario para sobrevivir siete días.
Lejos de la pregonada emancipación de la mujer, lo que existe en Cuba
es una guerra diaria por la sobrevivencia de la mujer y su familia. No existe
una mujer en la Isla que no tenga que "inventar" en la calle algún
dinero extra para comer un poco mejor.
Se acerca Noche Buena y el fin de año, y la canasta básica sólo
ha ofrecido unos chícharos difíciles de ablandar y ocho huevos por
persona para todo el mes. La mujer cubana no se contenta y seguro buscará
algo extra para adornar la mesa durante esos días festivos.
No hay dudas. Cuando se habla de valentía en Cuba hay que pensar en
las mujeres.
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