Arnold,
Segundo y la violencia
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Puede parecer absurdo imaginar a un
Arnold Schwazernager que reparte ejemplares de la Declaración Universal
de Derechos Humanos por las calles de la ciudad de Sancti Spíritus,
capital de la provincia cubana de ese nombre. Pero si se conoce a Segundo
Cabrera González, si se le ve llorar de rabia e impotencia, olvidado del
dolor de sus heridas, quizás la imagen no parezca disparatada.
Con más de seis pies de estatura y una musculatura de fisiculturista,
Segundo Cabrera dispone de fuerza suficiente como para ser un Conan El Bárbaro
de los derechos humanos en Sancti Spíritus. Pero también cuenta
con talante pacífico y sabiduría de hombre capaz de soportar
provocaciones, aunque su llanto de energías reprimidas anuncie que está
llegando a un límite.
A sus 35 años, es el delegado de la Fundación de Derechos
Humanos Jesús Yanes Pelletier en su natal provincia, y desde hace 14 ha
sufrido detenciones y actos de repudio por sus esfuerzos en favor de hacer
avanzar a la Cuba de Fidel Castro hacia un régimen de normas democráticas
internacionalmente aceptadas.
Segundo ha soportado mucho: desde perder varios empleos y verse obligado a
ejercer su oficio de técnico de refrigeración de manera informal,
hasta sufrir por su hijo Yordano, de 14 años, ahora en manos de sicólogos
y siquiatras. Cualquier niño se aterroriza si pasa por cuatro actos de
repudio; cualquier niño puede perder el habla durante doce horas si sabe
que su padre fue agredido a traición.
Aún con las huellas de haber recibido una golpiza, Segundo acepta
contar su experiencia ante las cámaras de video de la Cooperativa de
Periodistas Independientes. Frente a ellas un nudo en la garganta le hizo
estallar en sollozos de reprimida rabia. Pero después de llorar como sólo
lo hacen los hombres de anatomía a lo Conan El Bárbaro, su voz se
tornó pausada y sus ademanes serenos. Relatar le sirvió de
liberación. Pero dar a conocer puede servir de llamada de alerta. Segundo
vive en una ciudad donde -expresa- puede pasar que un enfrentamiento entre
pandillas de delincuentes no sólo provoque muertes de hombres, sino que,
además, haya un disturbio público provocado por la negativa de
sentenciar a los homicidas a la pena capital, si bien fueron condenados a cadena
perpetua. Sancti Spíritus, parece, nada tiene de "santi" y sí
mucho de violencia.
Varias caras de un 10 de diciembre
Liudmila Quincose, en ese mismo Sancti Spíritus de las pandillas, ha
creado el oficio de escritora de cartas de amor. Desde todo el país le
escriben rogando por su magia celestina, y hacia todo el país remite ella
sus misivas de pasión.
Cuentan que su capacidad para reconciliar amantes se está tornando
legendaria. Liudmila, con tan raro arte, y quienes el 10 de diciembre
repartieron por las calles de Sancti Spíritus ejemplares de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, Segundo, entre ellos, trabajan a su modo y como
hormigas para que la paz y la libertad garanticen el pan de cada día.
Quizás hasta ciertos oficiales de la Seguridad del Estado sean sus
aliados más secretos. Por lo menos dejaron hacer, aunque vigilaron de
cerca a los activistas de derechos humanos que, según Cabrera, salieron a
las calles el 10 de diciembre.
Pero el 11 quizás hubo quien clamó por venganza. Tanto, que ni
siquiera dejaron que Segundo Cabrera elogiara en lugar público el hecho
de que la policía política espirituana no interfiriera los eventos
conmemorativos del Día de los Derechos Humanos. Eso hacía -relata-
cuando el capitán retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Omar Pérez
Cuéllar le atacó a traición, lo empujó al suelo y le
pateó en todo el cuerpo. Ante testigos, y no sin dejar de huir cuando
Cabrera logró alzar su anatomía a lo Conan El Bárbaro. Así
ocurre, aunque los cobardes se sienten impunes y protegidos por efectivos
policiales.
Contar más es pura anécdota. Omar Pérz Cuéllar
es señalado como un agresivo colaborador de la Seguridad del Estado en
Sancti Spíritus, diríase protegido del mayor de ese cuerpo
Vladimir Nodal, jefe de enfrentamiento a los opositores en el territorio, indica
Cabrera.
No obstante, afirma Segundo que su esposa se entrevistó con el
teniente coronel Lage, alto oficial de la policía política
espirituana, y que éste prometió investigar y depurar
responsabilidades. Si será verdad, si esa palabra será cumplida,
el tiempo lo dirá.
Entretanto, el talante pacífico de Segundo Cabrera parece estar
llegando al límite. Límite peligroso, porque puede ocurrir que a
nadie convenga la aparición de un Conan El Bárbaro en Sancti Spíritus.
Ni a las pandillas, ni a Liudmila Quincose, ni a ciertos policías
abusadores.
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