Censura
contra poetas y cantantes
Jorge Alberto Aguiar Díaz, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Después del Festival de Hip
Hop celebrado en La Habana durante el mes de agosto, la Casa de Cultura de
Alamar recibió del Ministerio de Cultura la orden de revisar las letras
de canciones de Rap antes de comenzar cualquier concierto. "Es una medida
de prevención para evitar cualquier acto de desobediencia no acorde con
nuestro proceso revolucionario", dijo la directora del centro para
justificar la medida.
Según el comentario de un funcionario municipal de Cultura, la
clausura del Festival de Hip Hop, incluso, estuvo programada para La Piragua,
lugar céntrico y al aire libre del Vedado, y debido a la cobertura de la
prensa extranjera y a la reacción de la misma frente a determinados
textos abiertamente críticos, se canceló y se trasladó a última
hora para el Anfiteatro de Alamar.
En aquel entonces se programó también la retransmisión
del concierto de clausura por la televisión, y aunque se grabó aún
no se ha salido al aire. "El asunto es que hay que evitar que el enemigo
manipule un acontecimiento de ese tipo" apuntó otro funcionario.
Los comentarios anteriores pertenecen a trabajadores y dirigentes de la Casa
de la Cultura de Alamar, y fueron expresados durante una conversación que
pude sostener con ellos el sábado 23 de noviembre en una actividad de música
y "perfomances" donde se les impidió participar a dos artistas.
Luis Eligio y Amaury fueron los creadores censurados. Ellos dos son
conocidos en Alamar y en otros lugares de La Habana por sus participaciones en
espectáculos de "happenings", "perfomances", y
lecturas de poesía. Ambos jóvenes han logrado fundir a los grupos
Zona Franca -de poetas-, y Omni -de artistas plásticos.
"La censura de hoy se debe a un acto de protesta que Amaury y yo
hicimos el sábado 16 en la galería Mariano Rodríguez en la
Villa Panamericana", explicó Luis Eligio. "Ese día y en
ese lugar reclamamos nuestro derecho a expresarnos como artistas, y declaramos
nuestro malestar por la censura que recibió nuestra instalación.
Entonces, como protesta dejamos caer al suelo el tubo de pantalla de un viejo
televisor que estábamos utilizando precisamente en nuestra instalación".
Lo ocurrido luego el 23 constituye entonces una represalia a estos dos
artistas, que fueron citados a una reunión con la dirección
municipal de Cultura para pedirles explicación por lo sucedido el sábado
16. "Las instituciones no hacen otra cosa en este país que insultar
a los creadores", concluyó Luis Eligio. "En esa reunión
nos dijeron que no podíamos participar por el momento en ninguna
actividad de ninguna institución del municipio".
Debido a la suspensión de la lectura y el "perfomance" de
Amaury y Luis Eligio, la actividad del sábado 23 se redujo a presentar a
tres cantantes de Rap -que tuvieron que mostrar antes sus letras a la dirección
del centro- y a escuchar música grabada. En medio del baile se desarrolló
una Acción Plástica donde el público podía escribir
y dibujar con pintura roja en el suelo. Una adolescente de apenas de quince años
dejó su trazo en una frase del escritor Edmundo Desnoes que provocó
comentarios: "El subdesarrollo es la incapacidad de acumular experiencias".
Alamar es uno de los municipios de la capital donde existe un verdadero
movimiento underground de artistas de todas las manifestaciones. Aquí
surgieron los primeros Festivales de Rap, a cargo y por iniciativa del músico
Rensoli -hoy apartado del proyecto- por la llamada Agencia Cubana de Rap.
Poetas, pintores, músicos, performistas, trovadores, la mayoría
menor de 35 años, han convertido una zona lejana del circuito cultural y
del centro de La Habana, -donde la vida cotidiana es puro tedio en uno de los
peores contextos arquitectónicos de La Habana- en un foco de ebullición
creativa.
Sin embargo, los artistas han comenzado a preocuparse. En opinión de
muchos de ellos se está gestando una nueva política de censura y
exclusión por parte de la Casa de la Cultura del municipio, la dirección
provincial de Cultura Comunitaria, y el Ministerio de Cultura.
El año pasado fui invitado a leer poesía y narrativa a la
galería de la Casa de Cultura. Vi muchos jóvenes con iniciativa y
deseos de crear un arte más allá de las coyunturas políticas.
Pensé en ese momento que a tanto optimismo le seguiría una
angustia y un descontento que paralizaría a muchos creadores. No les dije
nada para no pasar por un aguafiestas.
Esa noche leí un relato basado en algunas de mis experiencias madrileñas
durante un viaje a un congreso de jóvenes escritores españoles.
Después leí poesía. El rostro de un organizador y
funcionario del centro, llamado Pablo, fue suficiente para comprender que mi
lectura molestaba a la oficialidad. En efecto, Pablo se retiró del lugar
y cuando terminé me obsequió un libro con una dedicatoria donde
expresaba su afecto y vinculación a la patria y al gobierno.
Para mí no fue necesaria otra advertencia para saber que nunca se
podría articular libremente un proyecto de jóvenes artistas al
margen de la cultura oficial. Después de mi lectura, el poeta Juan Carlos
Flores, quien me había invitado a su tertulia mensual, perdió el
empleo y nunca más se volvió a abrir ese espacio de lectura y
encuentro entre artistas de Alamar y La Habana.
Un año después, muchos de aquellos jóvenes han perdido
el entusiasmo. Veo en sus ojos, en sus gestos, y comprendo por lo que comentan,
que la pasión comienza a enajenarlos. La desesperación es el
primer síntoma de una enfermedad llamada insilio.
Antes de irme de Alamar reparé en una enorme pancarta ubicada frente
a la Casa de Cultura que dice: "Por nuestra revolución de ideas
dispuestos a continuar". Y me quedé observando un grafiti infantil
que puede verse a un costado del edificio de la farmacia de la Zona 7; el dibujo
es la personalización de unas casas que, lejos de estar alegres, lloran.
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