CUBANET .INDEPENDIENTE

6 de diciembre, 2002

Los escritores y la feria

Jorge Alberto Aguiar Díaz, Grupo Decoro

LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - "Todos somos libres y revolucionarios", me dijo un escritor, citando según él palabras textuales del ministro de cultura Abel Prieto en la reunión que sostuvieron los artistas de la delegación cubana una semana antes del viaje a la Feria del Libro en Guadalajara.

La reunión del 22 de noviembre en el teatro Amadeo Roldán fue algo más que un encuentro para coordinar detalles sobre el viaje e informar sobre la Feria. La impresión que tuvieron muchos de los participantes fue que se aprovechó la ocasión para trazar lineamientos y orientaciones de carácter político.

En la mesa presidida por el ministro de Cultura, se encontraban Roberto Fernández Retamar, poeta y uno de los más leales e intransigentes ideólogos de la Revolución en el campo cultural; Carlos Martí, con su imagen de moderado y actual presidente de la UNEAC; Armando Hart, ex ministro de Cultura, e Iroel Sánchez, presidente del Instituto Cubano del Libro, y reconocido entre los escritores como un burócrata de mano dura, antipático e incondicional a la política oficialista.

Este último funcionario habló del clima favorable a Cuba creado por la objetividad de la prensa mejicana sobre la realidad de la Isla. Apuntó que aunque todos los artistas tienen libertad para expresarse no deberían dejarse provocar por la prensa de Miami. Y habló sobre el último número de la revista "Letras Libres", dedicado a Cuba pero, "donde no hay un solo escritor revolucionario" agregó.

En esa reunión se habló también de lo que se califica en los medios intelectuales de "cobertura suave de la CIA" a través de la National Endowment For Democracy (NED) y su apoyo de 83 000 dólares anuales para financiar la revista "Encuentro de la Cultura Cubana", fundada por Jesús Díaz.

Abel Prieto aclaró que la situación política en el marco de la Feria es el punto neurálgico y que se requería de una reunión aparte con otros dirigentes, funcionarios, y artistas invitados. Y recordó que "todo lo que haga Cuba va a tener una determinada lectura política. Todos somos libres y a nadie hay que sugerirle lo que tiene que decir".

Muchos artistas quieren participar en la Feria aunque consideran que se trata de una fiesta propagandística. Algunos viajan por primera vez o lo necesitan por razones profesionales, pero casi todos están dispuestos a fingir y mentir con tal de ir a México.

"¿Qué voy a hacer? Tengo que seguir la corriente", señaló otro de mis conocidos, que se dedica a la crítica literaria, y comentó las palabras de Eduardo Heras León cuando preguntó que si ante ataques y provocaciones por parte del enemigo "conviene o no adoptar una postura tal como somos, radicales y revolucionarios".

Abel Prieto desestimó la asistencia de los invitados de la Isla al lanzamiento del último número de la revista "Encuentro", que está dedicado a la memoria Jesús Díaz, diciendo que se trata de una revista de la contrarrevolución y la gusanera y que los intelectuales que colaboran con ella juegan el tristísimo papel de mercenarios. Dijo también que los ataques políticos sí hay que responderlos, pero no con "guapería ni manotazos, sino con nuestros argumentos, porque tenemos la verdad y tenemos la razón".

Para la mayoría de los invitados que asisten a la Feria -y muchos son mis amigos o conocidos- está claro que la delegación cubana es pura propaganda política pero no pueden decirlo, están obligados al silencio o a mentir. El precio de un viaje o cualquier otro privilegio tienen que pagarlo de esa manera

¿Cuál es el clima de diálogo y apertura del que tanto se discursea en las instituciones culturales de la Isla?

El ministerio de Cultura se vanagloria, y con esto parece que para ellos es suficiente, de llevar 62 editoriales, 2000 títulos, 50 000 ejemplares, y una delegación de 710 invitados. Siempre las cifras para satisfacer las mentalidades barrocas y la política de la masividad como muestra de una genuina participación democrática.

Pero, como ya sabemos, la verdadera democracia se caracteriza por el pluralismo, y no por la exclusión. La sociedad civil crea nuevos actores sociales, no pretende la uniformidad de sus miembros, y mucho menos de sus intelectuales a través de un discurso homogéneo y ortodoxo.

Escritores como Pedro Marqués de Armas, Juan Carlos Flores, Carlos Augusto Alfonso, Pedro Juan Gutiérrez, Reina María Rodríguez, Víctor Fowler, Leonardo Padura, Gerardo Fernández Fé, Raúl Aguiar, Amir Valle, o Ena Lucía Portela, entre otros, no fueron invitados. Muchas pueden ser las causas, pero la más evidente, a raíz de esa reunión de despedida, es el escaso control ideológico que sobre esos intelectuales tiene el Ministerio de Cultura.

¿Dónde están intelectuales de la talla de Raúl Rivero, Carlos Alberto Montaner, Antonio Benítez Rojo, Manuel Díaz Martínez, María Elena Cruz Varela, Rolando Sánchez Mejías, Antonio José Ponte? ¿Por qué no hubo un intento de aproximación, apertura, y diálogo con ellos?

La astucia del ministerio de Cultura llega a incluir autores como Mayra Montero, Sonia Rivera, Lichy Diego, o José Koser, que aunque viven fuera de Cuba no puede llamárseles exiliados porque a ellos se les permite la entrada a la Isla. Muchos de los intelectuales y artistas de la llamada Diáspora (término neutral muy de boga por los voceros acríticos) son, más que exiliados, emigrados.

¿Es la función de un ministerio de Cultura repetir el discurso político del gobierno? ¿Por qué hablan de un arte y una cultura revolucionarios? Ya lo sabemos, no se trata, por supuesto, de una fiesta por el libro o la cultura cubana. El ministerio de Cultura se dedica, como siempre lo ha hecho, a propagar más política que cultura.

"Abel dijo que Rafael Rojas es un muñeco, un Frankestein intelectual de la contrarrevolución", apuntó un poeta que había dicho el ministro. ¿Es verosímil hablar de apertura con semejante comentario?

Pero, por si todo lo anterior resultara poco convincente, reparemos en el exergo de libelo que les fue entregado a los escritores contra la National Endowment For Democracy (NED), y contra la revista "Encuentro". Allí se lee un pensamiento de Henry Kissinger, que citaron con intenciones irónicas, pero el gesto se volvió una amarga paradoja contra la supuesta política de apertura: "Es peligroso ser nuestro enemigo. Es fatal ser nuestro aliado".

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