El precio de
la verdad
Rafael Ferro Salas, Grupo de Trabajo Decoro
PINAR DEL RÍO, diciembre (www.cubanet.org) - El hombre estuvo hablándoles
a las personas por espacio de tres horas. Todos los que estaban reunidos en el
lugar seguían atentos sus palabras. Al menos eso parecía. Cuando
casi terminaba el discurso, salió una voz desde las últimas filas.
- Yo no estoy de acuerdo con eso que usted dice, compañero director.
Siempre nos piden sacrificios a los de abajo. Los de arriba siguen viviendo a
costilla del que trabaja.
Se escuchó un murmullo general de asombro. Nadie se había
atrevido nunca a ripostar los argumentos al director de la fábrica de esa
manera. Tampoco nadie quisiera estar ahora en los zapatos del que protestó.
El señor director seguía en la tribuna, callado. Miraba al hombre
que había reclamado. Se mordía los labios. El odio era evidente en
su mirada.
El silencio se mantuvo por algunos minutos. Después el director siguió
hablándoles, como olvidando lo que le habían dicho. Al decir las
palabras finales salió apurado del lugar, seguido por la secretaria y el
administrador.
Un grupo de trabajadores se acercó al hombre que había
protestado. Era un mecánico con muchos años de experiencia en la fábrica.
Todos le tenían respeto y aprecio.
- Creo que te volviste loco, compadre. Lo menos que harán es botarte
-le dijo uno de los trabajadores. Te dejarán sin trabajo y tienes una
familia que mantener.
- Lo sé, pero me di el gusto de desmentirlo delante de todos ustedes.
Siempre nos piden sacrificios a nosotros y ellos dándose la buena vida.
En toda Cuba es la misma mentira.
Apenas terminó de hablar cuando se escucharon los pasos de la
secretaria del jefe acercándose al grupo.
- Miguel, dice el director que me acompañes hasta su oficina.
Salió con la mujer a pasos rápidos, decidido. Los demás
lo despidieron sin palabras, pero agradecidos.
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