El sida, ¿a
quién le toca?
Claudia Márquez Linares, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Uno de los males que más
afectan a los homosexuales varones que practican la prostitución en Cuba,
es el sida. Según especialistas en el tema, el mayor número de
enfermos se encuentra entre los varones que practican el sexo de manera
indiscriminada, muchas veces entre más de dos hombres.
Si bien la campaña contra el sida ha sido constante en la Isla a través
de los medios de difusión, el tema debería tratarse con mayor
profundidad, sobre todo en lo que respecta a la prostitución masculina,
tema tabú en los medios de prensa oficiales. Es imposible para el pueblo
ver reportajes periodísticos que cubran este asunto. En medio de una
sociedad machista que trata de esconder a toda costa la imagen de que existen
las llamadas (en el lenguaje revolucionario) "lacras sociales", eso es
lógico.
Si el tema de la prostitución masculina se tratara de manera abierta
con los especialistas (a través de los medios) la población tomaría
más conciencia y se sentiría respaldada por un cúmulo de
informaciones que sí manejan las autoridades de la salud y que no se
publican. Aunque se ha dicho que la incidencia de sida es mayor entre los
varones homosexuales que se prostituyen, no se brindan cifras ni se profundiza
en el asunto. La discusión abierta y plural sin dudas contribuiría
a que se atenúe este mal, ni remotamente tan alarmante para Cuba en
comparación con el continente africano.
Según un reportaje de la revista Newsweek, se estima que en los
Estados Unidos entre 800 mil y 900 mil ciudadanos son seropositivos, y señala
que unos 300 mil no saben que están enfermos.
En Cuba, ¿cuál sería el estimado de seropositivos que no
conocen de su enfermedad y cuya cifra las autoridades ocultan? ¿Acaso
esperan a que el número sea alarmante para entonces comenzar una
indiscriminada propaganda a todas horas a través de la televisión,
la prensa escrita y la radio? Recordemos que mientras la prensa independiente
reportaba las muertes por dengue, las autoridades cubanas se empeñaban en
ocultarlas. Sólo entonces, cuando fue demasiado evidente la epidemia, se
desató una abrumadora campaña que llegó hasta las escuelas
primarias y los círculos infantiles. ¿Es necesario llegar a tales
extremos?
Ocultar la información sólo va en perjuicio de la población.
La transparencia y la profundización en el tema sin dudas contribuiría
a que los jóvenes, el sector más vulnerable, asuman el verdadero
peligro que representa la enfermedad y no se confíen de que las cifras en
Cuba de enfermos de sida no sea alarmante.
Alarmante podría ser la cantidad de los que están infectados y
no lo saben. ¿Acaso alguien se atrevería a revelarlo?
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