La calamidad
de lavar
Armando Soler
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - En 1960 existían en la
capital cubana alrededor de 600 tintorerías y lavanderías. A la
par, se encontraban en todos los barrios capitalinos los llamados "trenes
de lavado", negocios pertenecientes a inmigrantes chinos, caracterizados
por el silencio y la eficiencia. Allí se lavaba de todo: ropa de cama, de
salir, de trabajo, a precios asequibles a los bolsillos de la población.
En aquella época, la capital tenía 800 mil habitantes.
En total, La Habana contaba con 1,500 sitios donde enviar a lavar la ropa.
Unos años después, en 1968, los "trenes de lavado"
chinos desaparecieron durante la segunda intervención estatal de los
comercios privados,. De aquellas 600 lavanderías y tintorerías sólo
quedaron 137, bajo la administración del estado. En la práctica,
luego de un año, el 20 por ciento ya no funcionaban.
En 1997, ese servicio estaba dividido en 22 plantas encargadas de lavar para
las empresas, dedicándose una pequeña parte del servicio a la
población, incluido el teñido de ropa. Además, quedaban 19
receptoras para atender al público, y 46 tintorerías y lavanderías
que trataban la ropa. En total, 87 establecimientos.
En el año 2002, la cifra descendió abruptamente. Quedan en
funcionamiento unos 52 locales, entre ellos uno dedicado a "servicios
especiales", dirigidos a la atención de extranjeros, altos
funcionarios, organismos estatales, etc. La capital cubana tiene ahora 2
millones 400 mil habitantes.
El nivel de insuficiencia alcanzado en un servicio tan importante es
notorio. La gestión estatal monopólica durante cuarenta y tres años
ha logrado un afecto demoledor. En 1960 la relación era de 533 personas
por establecimiento de lavado. Hoy es de 46 mil.
Para colmo, alrededor de la tercera parte del actual servicio no funciona.
Los antiguos establecimientos intervenidos por el estado nunca tuvieron un
mantenimiento eficiente, ni se renovó la maquinaria, depreciada a más
no poder. Los equipos están rotos o en desuso por falta de piezas. Además,
la escasez de agua, la deserción laboral, los robos, se suman al rosario
de calamidades que aquejan a este servicio. Lo que hace recordar las palabras de
un general gorila: "No somos subdesarrollados, pero lo seremos".
No se informa oficialmente de algún plan para la restructuración
o incremento de estos servicios. Como en otros aspectos relacionados con el bien
público, las autoridades competentes parecen mirar a otro lado.
Todo indica que concentran sus apuestas en las tiendas recuperadoras de
divisas. Si trabajosamente se acumulan centavos en moneda convertible, se puede
adquirir detergente y jabón. Y si uno es de los beneficiados por las
remesas familiares, puede comprar una lavadora en 190 dólares. Es la
solución que impone el gobierno a la población.
Fuentes: Guías telefónicas de La Habana 1960, 1989, 1997,
2002.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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