Cafunga, ese
café mezclado
José Izquierdo, Grupo Decoro
GÜINES, diciembre (www.cubanet.org) - Tradicionalmente el cubano es
adicto al consumo de café, infusión que se obtiene tostando y
moliendo el grano producido por una planta rubiácea, originaria de Etiopía,
en el continente africano, denominada cafeto.
Esta práctica de consumir café en proporciones exorbitantes ha
ido en detrimento después del triunfo comunista de Fidel Castro en 1959.
Hasta ese entonces los nacionales gozaban del privilegio de adquirir una libra
del polvo (aproximadamente medio kilogramo) al módico precio de 96
centavos, en cualquier establecimiento comercial del país.
Hoy la realidad es diferente. A cada cubano le venden por la libreta de
racionamiento la ínfima cantidad de cuatro onzas café mezclado con
chícharos o trigo, aunque en ocasiones la ausencia de estos granos ha
sido sustituida por soya.
Esta distribución de café en Cuba se realiza cada quince días
a razón de dos onzas per cápita en sobres sellados, aunque existen
regiones en que el reparto se hace en sacos de 50 libras para ser detallada en
bodegas y establecimientos habilitados al respecto, donde el producto corre el
riesgo de ser adulterado por los empleados de los mismos.
Por otra parte, se conoce de retrasos de hasta dos meses en la asignación
de la mezcla en municipios del interior del país como San José, Güines,
Melena del Sur, Jovellanos y Calimete, donde sus pobladores han acudido al
mercado subterráneo para adquirir el aromático polvo.
Varias personas entrevistadas en el municipio Güines, en provincia La
Habana, revelaron que el producto se ha encarecido en el mercado negro por el
atraso en la distribución por parte del Estado (45 días sin
recibir café por la libreta de racionamiento). La libra de polvo se
cotiza actualmente a 40 pesos.
Fuentes confiables del tostadero provincial, ubicado en San José de
las Lajas, dijeron que el retardo en la distribución proseguirá en
los próximos meses debido a la falta de combustible diesel para los vehículos
encargados de trasladar el polvo hacia los restantes municipios de La Habana.
Mientras tanto, el cubano continúa de una u otra forma tratando de
mantener lo que por siglos nadie ha podido borrar de sus costumbres, el
tradicional buchito de café que, aunque ahora sea cafunga, resulta para
los nacionales hábito o necesidad.
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