Meditar sobre
el censo
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Veintiún años después
del último realizado, el gobierno de Fidel Castro llevará a cabo
otro censo de población y viviendas, el cual ocupa espacios cada vez
mayores en la prensa oficiosa cubana.
Noticias, artículos, entrevistas a propósito de esa
investigación demográfica parecen abundar más que comida
buena y barata, en país donde un mango puede costar más del uno
por ciento del salario medio mensual.
Por su parte, el periodismo independiente cubano, antípoda del
oficioso, no se ha quedado atrás. Distintas visiones de colegas ya han
sido publicadas y no será exageración decir que, según
avancen los días, el episodio tomará mayor atención. Por lo
tanto, siga la moda este periodista. A veces no queda otro remedio.
De inicio, llama la atención que se haga tanta noticia de lo que "no
es noticia". Llevar a cabo un censo de población y viviendas, si
bien operación compleja y costosa, es labor natural en cualquier
gobierno. Desde luego, realizar un censo obliga a informar a la población.
Pero de ahí a llevar el asunto al estrellato noticioso, va un largo
trecho.
La noticia, si se sigue la lógica de estas líneas, es
preguntar en primera plana por qué un mango puede costar en Cuba, o por
lo menos en La Habana, poco más del uno por ciento del salario medio
mensual. Y lo aclaro para los neófitos: el mango en la isla es casi fruta
silvestre. O lo fue.
Mezclar el censo y los mangos puede conducir hacia interrogantes como la
apuntada. Sobre todo, si la mayor inquietud reflejada por la población y
repetidamente aclarada por autoridades y medios de prensa es si será
necesario avalar lo que la gente declare a los encuestadores. La población
teme que sí, las autoridades dicen y redicen que no.
Entretanto, y ya como ensayando sobre lo kafkiano en la política
cubana, la televisión difunde entrevistas a personas simples, en las
cuales se ha llegado a calificar al censo de "nueva batalla de la Revolución".
Por supuesto, dada por victoriosa.
Semejante contrapunto ha llegado tan lejos que las autoridades han terminado
por distribuir a diestra y siniestra un folleto contentivo de profusas
aclaraciones y hasta de una reproducción del documento que emplearán
los encuestadores para colectar la información. El mismo solicita
informes sobre aspectos normales de la vida social, temas sencillos que
procesados estadísticamente sí aportan una valiosa "fotografía"
del estado económico y social del país. Para mi criterio, diría
que incluso el gobierno está perdiendo una magnifica oportunidad de
obtener aún más información.
Por ejemplo: en el formulario se pregunta si en la vivienda encuestada se
dispone de bienes electrodomésticos como radios o televisores, aunque la
suspicacia invita a interrogar a santo de qué se indaga si se cuenta con
computadora, en país donde las restricciones para adquirirlas hacen
suponer un control bastante policial sobre la tenencia. Si uno se ubica en
cualquier aburrido Estado de Derecho, donde la propiedad de las personas es
punto menos que sagrada y no existen las absurdas prohibiciones comerciales al
estilo Cuba, nadie se negaría a responder a ese cuestionario, o por lo
menos no se produciría la inquietud social existente ahora en la isla.
Dicha inquietud no sólo se está manifestando alrededor de los
efectos electrodomésticos. Este periodista conoce a personas que han
retornado temporalmente hacia las residencias donde consta su derecho de
propiedad sobre las mismas, porque habitaban por motivos privados en otros
lugares y temen que el censo pueda significar una lesión a ese derecho.
Así hizo un amigo de talante juerguista que vivía bajo el mismo
techo con una pareja de lesbianas, pero que ahora regresó a la casa
materna "por si las moscas". Hoy por hoy viaja kilómetros para
pernoctar en compañía de sus "adoradas Safos", afirma.
Entonces, la contradicción: más de ocho millones de cubanos
-se dice- firmaron una propuesta de modificación de la Constitución
de la República, la que el gobierno erigió en aval para declarar
la irrevocabilidad del llamado socialismo existente en la isla. Pero ahora la
gente se inquieta, mientras las autoridades hacen todo tipo de no tan implícitos
llamados a la confianza, una confianza entre gobierno y sociedad al parecer
ausente, a juzgar por los hechos, cuya arista novedosa surge si se acude a la
memoria histórica. En el censo anterior, realizado en 1981, este problema
no existió. La gente colaboró con aquél sin mayores
preocupaciones.
¿Será esa pérdida de confianza el origen de tanta noticia
oficial alrededor del censo? No lo sé. Pero me pregunto si esta pérdida
de crédito entre gobierno y sociedad no perjudicará la calidad de
la investigación, realmente necesaria para el país. Muy necesaria,
tanto como el público conocimiento de sus resultados, sobre lo cual
expreso mis dudas de que se produzca, más allá del anuncio de que
las memorias del conteo serán publicadas a mediados de 2003.
Por lo pronto, a esperar y atisbar. Un periodista independiente cubano nada
tiene por ocultar a los encuestadores. Lo que sea ya lo sabe esa policía
política que lo persigue por publicar sin pedir permiso. O lo imagina.
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