CUBANET .INDEPENDIENTE

26 de agosto, 2002


Arroz "americano"

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Bernarda González no esperó al cobro de su muy modesta pensión de jubilada de las comunicaciones para probar el sabor de lo que ya en La Habana se está llamando arroz "americano". La mujer pidió diez pesos en préstamo para adquirir el producto en un establecimiento estatal que vende a la población en pesos, porque ella carece de dólares para tales dispendios en las llamadas tiendas de recaudación de divisas.

La señora González, cuya jubilación de 150 pesos mensuales representa 5.76 dólares al cambio de la calle, comprometió así algo más del seis por ciento del importe de la pensión que recibirá en septiembre para hacerse de dos libras y media de arroz procedente de Estados Unidos de América. Como ella, el 14 por ciento de la población cubana pudiera sentirse inspirada a ese sacrificio.

"Dice el refrán que 'a un gustazo, un trancazo'. Si el mes que viene me veo aún más apretada de lo que ya estoy, por lo menos me di el gusto de probar un arroz como hace años no comía. Es limpio, blanco, desgranado. Ayer miré la televisión con una taza de arroz entre las manos, rociada con el jugo de medio limón", expresó González.

El arroz "americano" llegó a La Habana como consecuencia de un excepcional intercambio entre los Estados Unidos de América y Cuba, dos naciones involucradas en un diferendo de más de cuarenta años de duración debido al cual el gobierno del primero aplica al del segundo una política de sanciones económicas unilaterales, dado el carácter de Estado post-totalitario del segundo.

No obstante, Juan Pablo II calificó a esas sanciones de éticamente inaceptables, al tiempo que esa política está siendo severamente criticada en el legislativo estadounidense, cuyas recientes votaciones en dirección de aprobar el levantamiento parcial de aquéllas podrían ser vetadas por el presidente George W. Bush.

Mientras en los Estados Unidos de América se desenvuelve semejante conflicto entre legislativo y ejecutivo, los granjeros estadounidenses productores de arroz, maíz y otros productos siguen presionando. Otros intereses cabildean en favor de eliminar las restricciones para viajar a la isla o enviar dinero a familiares o amigos. Por su parte, Bush se presenta como fuertemente comprometido con el poderoso lobby cubano de Florida, absolutamente partidario de mantener y fortalecer las sanciones.

Pero en La Habana, mujeres como Bernarda González elevan plegarias para poder acceder de manera más fácil al arroz "americano", mientras otros se preguntan, no sin razón, por qué ha de importar Cuba un producto que la vida ha demostrado se puede cultivar en cualquier miserable patio del país.

Según cifras oficiales, cada año los cubanos logran más de cien mil toneladas de arroz exactamente cultivado en esos patios, y de manera independiente.

Si por el lado estadounidense se evidencia cuántos intereses andan a la greña a propósito de qué hacer con Cuba, por el lado de la que fue llamada Perla de las Antillas la difícil situación económica y el deseo del cubano simple de un acercamiento a los Estados Unidos de América parecen estar poniendo sobre la mesa de debates muchos asuntos internos que pudieran haber tomado de símbolo al arroz "americano". Se le ve en las tiendas, en sacos donde las siglas USA no hacen olvidar la escandalosa ineficiencia de la agricultura cubana, prisionera de una política económica estatista que obliga a la población a gastar la mitad de su presupuesto familiar en compras de alimentos, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas de Cuba.

La isla, antes del triunfo de Fidel Castro en 1959, llegó a importar de los Estados Unidos de América unas 250 mil toneladas de arroz al año, para una población de unos seis millones. Ahora, con casi el doble de habitantes, y siendo ese cereal el de mayor consumo humano en el país, no cabe duda de que los granjeros estadounidenses han comenzado a frotarse las manos, habida cuenta de conocer que, por ahora, no tienen competidores dentro de Cuba.

Entretanto, Bernarda González acuerda con varias amigas, también jubiladas, disfrutar de una cena de arroz con pollo. Por supuesto, el pollo también será "americano".


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