Comedores
comunitarios de Güines: pésimo servicio
José Izquierdo, Grupo Decoro
GÜINES, agosto (www.cubanet.org) - Los ancianos de bajos ingresos que
residen en Güines, pueblo ubicado en provincia La Habana, se quejan del pésimo
servicio que les dan en los comedores comunitarios creados por el gobierno de
Fidel Castro presuntamente para ayudarlos.
En visita realizada a una de estas instalaciones, situada cerca de la
escuela Clodomira Acosta, se pudo confirmar lo que los ancianos manifiestan en
sus quejas.
Decenas de viejitos esperaban el almuerzo en ese comedor y algunos de ellos
estuvieron de acuerdo en que se publicaran sus testimonios.
Josefa López, de 73 años, dijo: "Ay, ya no podemos
tragarnos el salcocho que nos venden en esta pocilga. Fíjese qué
mosquero, qué falta de higiene hay, pero estamos obligados a comer aquí,
no hay otra opción porque en los restaurantes estatales la comida es muy
cara y, por ejemplo, yo sólo recibo una pensión de 80 pesos (3.07
dólares al cambio vigente)".
Por su parte, Oscar Núñez expresó con tono burlón:
"Yo no cojo lucha, la comida me da asco pero, figúrate, si me
caliento la cabeza a mis 80 años voy para el hueco, y de allí no
se sale".
Sarah Pérez, quien no quiso decir su edad, reveló que la
atención del personal que labora en el comedor es buena pero considera
que la elaboración de los alimentos es mala. "Sólo te ofertan
arroz, chícharos duros y aguados, alguna que otra vianda y un mejunje
pegajoso que llaman "arroz saborizado".
A la preguntarle qué alimentos que aporten proteínas sirven,
la anciana respondió: "Ni soñar con la carne. En seis meses
que llevo comiendo aquí, sólo han ofertado una vez picadillo de
soya. Esto es horrible".
Uno de los empleados de la instalación, que se encontraba revolviendo
el contenido de una olla con una paleta, sudoroso, manifestó: "Esto
no es fácil, compay, estoy aquí desde las cuatro de la madrugada.
Para cocinar he tenido que hacer maravillas porque la leña no arde, está
verde aún, y para colmo no te dan ni petróleo para encenderla.
Hace un rato tuve que salir y comprar una botella (de petróleo) a cinco
pesos".
Al preguntarle cómo se las ingeniaba para cocinar sin sazones y sin
grasa (los ancianos se quejan de ello), el empleado aclaró: "Los
sazones los compramos entre todos los que trabajamos aquí, porque si no
lo hacemos así no podríamos asegurar lo nuestro, usted sabe la difícil
situación existente, de este modo garantizamos aunque sea el arroz y el
potaje en nuestras casas. Respecto a la grasa, le puedo asegurar que los
alimentos no contienen ni una gota de aceite porque el que nos suministran sólo
alcanza para cinco días, para el resto del mes no hay nada".
Temeroso porque hablaba con un periodista independiente, este hombre de 53 años
me pidió que no revelara su nombre, pues teme que lo boten del sitio que
por tantos años le ha ayudado al sustento de su familia.
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