A paso de
bastón: no amar a las marcas
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Todo un sector del variopinto mundillo
de los motociclistas isleños anda por estos días con las manos a
la cabeza, mientras en talleres de toda laya los dioses del panteón, es
decir, los mecánicos, teorizan y recomiendan el estilo de Alan Greenspan
para dejar atrás la crisis de los motores, en realidad la de los aceites.
Causa de la histeria colectiva es la desaparición del mercado de un
magnífico aceite mexicano para motores de dos tiempos que durante varios
años se vendió en la isla bajo el nombre de Servisol. Bueno y
barato, desde los referentes propios de la dolarización a la cubana, tal
lubricante había conquistado las preferencias de muchos motoristas por la
nobleza de sus cualidades, siempre que se le empleara en respeto a las normas
establecidas por el fabricante.
La desaparición del Servisol no sólo ha traído
discusiones técnicas entre los chicos de las motos asociadas a si usar el
conocido Castrol o elegir aceites cubanos, que por cierto cuentan con bastante
crédito. Además, los debates se han extendido al tema de la política,
ya que para más de uno la ausencia del Servisol se relaciona con el
estado de las relaciones diplomáticas entre México y Cuba,
caracterizadas últimamente por un enfriamiento que incluyó la
difusión, por parte de Fidel Castro, de una conversación muy
privada entre los mandatarios de ambos países.
"Cuando vi por la televisión lo que estaba pasando entre México
y Cuba, fui para las tiendas y me abastecí de Servisol para lo que queda
de año", afirmó el dueño de una motocicleta rusa marca
Carpati.
Lo que no saben los motociclistas (algunos de los cuales dicen saber que no
habrá más Servisol) es hasta cuánto su pequeño drama
forma parte de algo mayor, avecindado en la isla desde los trágicos
acontecimientos del 11 de septiembre y el empeoramiento de la situación
económica de Cuba. Ese algo mayor parece aconsejar esta frase: "No
amar las marcas".
Un elemental reconocimiento del marketing sirve para saber cuán
importante es el rol de una marca en el mundo del comercio, cuánto
representa de beneficio para el productor y para sus clientes en términos
de los que se conoce como fidelidad a un producto. Introducir nuevas marcas es
siempre un reto, consolidarlas otro, y desde el punto de vista de los
compradores perder la posibilidad de adquirir el producto deseado provoca
inevitablemente un sentimiento de desestabilización como el que ahora
anida entre algunos motociclistas.
La desaparición del Servisol de los mercados cubanos no es un hecho
aislado. Llama poderosamente la atención cómo se han dado a la
fuga de los estantes de las tiendas que venden en dólares otros productos
de marcas reconocidas, como líneas enteras de shampoo, perfumes, cosméticos
que desde hace años habían conquistado el favor de la clientela.
Y, lo peor, la afiliación a una nueva marca puede implicar que ésta
no permanezca mucho tiempo en el mercado, para así repetirse el ciclo.
"No amar a las marcas" no sólo parece entonces un buen
consejo. La frase también avisa de una inestabilidad en el mercado isleño
que deviene pista de lo que en realidad está ocurriendo en la economía
nacional, sobre todo si se observa que dicha inestabilidad trasciende a
productos de origen cubano, entre los cuales destaca el caso de los cosméticos
los de la línea Suchel.
¿Qué existe tras este misterio?
¿Decisiones políticas asociadas a la economía, imperando
sobre ella?
Por ahora se aprecia una notable falta de transparencia acerca de qué
está pasando en relación con la desaparición de ciertas
marcas. Ni una palabra del efecto negativo que ello causa en los consumidores,
dotados de todo el derecho del mundo a saber por qué ya no pueden
consumir un producto de su preferencia.
Entretanto, discuten los motociclistas y añoran al Servisol.
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