CUBANET .INDEPENDIENTE

20 de agosto, 2002


Acción y reacción

Héctor Maseda, Grupo Decoro

LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Estaba desesperado. Había regresado a los mismos lugares del día anterior, sin resultado. Tampoco quedaba rincón de la casa donde buscar. Llevaba horas en ese trajín. El dolor de cabeza no cedía. Finalmente me sometí a la realidad. Tenía extraviada la libreta de abastecimientos de mi núcleo familiar. Ahora debía prepararme para lo peor: enfrentar los obstáculos que la burocracia gubernamental me impondría antes de entregarme una nueva cartilla de racionamiento.

El pan y la leche se controlan diariamente por ese documento. Mi nieto pedía a gritos su desayuno y, sin la libreta, el personal que labora en esos comercios no entrega los productos. "Es lo establecido", afirman. Pero el pequeño Alex no entiende esto y menos con el estómago vacío.

Me dirigí a la Oficina del Registro de Consumidores (OFICODA) de mi municipio (Centro Habana) para denunciar el extravío de la libreta e iniciar los trámites pertinentes. Tuve que esperar mi turno de atención. Este llegó a la hora y media. Me atendieron sin cumplidos. Yo ataqué de inmediato.

"Vengo a reportar la pérdida de la libreta de abastecimientos de mi familia".

"¿Cuál es la clave (número) de la bodega (mercado) donde usted compra?", me preguntó la empleada.

"Eso yo no lo sé. Quien la administra es fulano de tal, sita en Neptuno y Aramburu, en esta zona".

"¿Cuál es la clave de los demás comercios (panadería, carnicería, puesto de viandas ...)?"

"Señorita, yo le puedo decir la dirección del comercio y el nombre de los empleados, pero no conozco ni tengo por qué saber sus controles internos".

No me dejó terminar la idea.

"Lo siento, compañero, sin estos datos yo no puedo darle el modelo de tránsito para cumplimentar su solicitud".

"¿Y qué hago yo? ¿Renuncio a la libreta de abastecimientos y a los alimentos racionados que me tocan por ella?"

Ella se encogió de hombros sin decir una palabra. No pude precisar por sus gestos si lo hizo para lamentarse de la situación o si era la clásica respuesta de "ése es su problema". Otra empleada salvó la situación al proponer que localizara una cartilla vieja donde aparecen los datos que me pedía su colega.

Antes de marcharme observé que había más de diez personas detrás de mí y le pregunté a la trabajadora: "¿Señorita, cuando regrese con la información paso directo a usted sin hacer de nuevo la cola?". Ella me respondió como si la hubiese ofendido: "No, compañero, hay que respetar a los demás usuarios. Usted debe preguntar quién es la última persona y hacer la cola de nuevo".

Regresé a mi hogar. Busqué la dichosa libreta vieja. La encontré y volví a la OFICODA. En la nueva espera invertí 45 minutos. Eran las doce del día. Me atendió la misma empleada. Tomó los datos que necesitaba y me entregó un modelo de libreta de abastecimiento de tránsito, imprescindible -según me explicó- para que me entregaran el nuevo documento. En ese modelo yo debía reflejar los nombres y firmas de los administradores de cada uno de los establecimientos en los que adquiero los alimentos, para certificar que mi núcleo es cliente de ellos. La carnicería y la pescadería estaban cerradas. No podía ser de otro modo. La primera recibe productos cada nueve o diez días, mientras que la otra lo hace mensualmente. Pregunté entre los vecinos de una y otra la dirección de ambos responsables. De este modo pude obtener lo que me exigía la OFICODA. Lograrlo me consumió otra hora y media, pero estaba contento.

Volví a esta última dependencia estatal. La misma empleada me recibió. Revisó las firmas y me dijo: "Por favor, me da el sello de timbre por valor de diez pesos".

"¿Qué sello? Usted no me dijo nada antes ni aparece en el mural como uno de los requisitos para este trámite. Por favor no juegue con mi tiempo".

Otra discusión estéril. Tuve que abandonar la oficina sin haber resuelto nada aún.

Más trámites. Otras colas y esperas. Ahora le tocó a Correos. Compré el sello y salí para la OFICODA. Para mi sorpresa sus puertas estaban cerradas. Un aviso explicaba el motivo: "Nuevo horario de verano: de 8.00 am a 3.00 pm corrido". ¡Eran las 3.10 de la tarde!

Había perdido todo el día sin resolver nada. No pude trabajar ni realizar cualquier otra actividad provechosa. Al día siguiente tendría que recomenzar las gestiones y perder innecesariamente otras tantas horas.

Esa mañana mi nieto no pudo desayunar. Mi esposa y yo tampoco. Son cosas que ocurren en este país que disfruta del llamado socialismo caribeño burocratizado.


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

Noticias por e-mail

La Tienda - Libros , posters, camisetas, gorras

In Association with Amazon.com

Busque:


BUSQUEDA

Búsqueda avanzada


SECCIONES

NOTICIAS
Prensa Independiente
Prensa Internaional
Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
Inglés
Alemán
Francés

SOCIEDAD CIVIL
Introducción
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
MLC

DEL LECTOR
Cartas
Debate
Opinión

BUSQUEDAS
Archivos
Búsquedas
Documentos
Enlaces

CULTURA
El Niño del Pífano
Artes Plásticas
Fotos de Cuba

CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887