Familiaridades
extremas
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Como nunca he vivido en una sociedad
democrática, desconozco si las normas cotidianas de ese modo social
inmunizan a las personas de incurrir en familiaridades extremas. Pero sí
puedo asegurar que en el país donde habito cualquiera está en
peligro de perder un amigo, incapaz de comprender hasta cuánto se pasó
del límite en un momento dado.
Entiendo como familiaridad extrema a la costumbre observada en ciertas
personas a las cuales se ha otorgado determinada confianza, en virtud de la que
sobrepasan los naturales límites de cualquier relación, a propósito
de cualquier motivo.
La familiaridad extrema es un acto de invasión de la privacidad de
los cercanos, un modo de imponer al otro una determinada conducta sin derecho
alguno. Como es lógico, semejante proceder termina por conducir a una
situación insostenible que da al traste con la mejor de las amistades.
Muchas veces he sido víctima de familiaridades extremas, sobre todo
en mis años como periodista independiente. Casi estoy por llegar a la
conclusión de encontrarme frente a una regularidad social no estudiada.
Por ello me pregunto si en las sociedades democráticas aquéllas
son menos probables que en Cuba, calificable en el más moderado de los
tonos como estado post-totalitario.
Especulando, un poco especulando, me interrogo si esa ofensiva manera de ser
tiene por origen prácticas estatales muy a la usanza de esta isla. Si
millones de televidentes esperan por su programa preferido y, sin previo aviso,
éste es sustituido por la transmisión monopólica de tal o más
cual acto político, se está incurriendo de cierta manera en una
invasión del derecho ajeno que puede estimular a nivel social una
conducta como las características de las familiaridades extremas.
Si al más alto estrado se hace, ¿por qué el común
ciudadano no va a sentirse con potestad de invadir irrespetuosamente la
privacidad de un amigo?
He pasado por decenas de anécdotas. En unas mi paciencia se ha
impuesto. En otras he ganado una crítica injusta o he perdido o
renunciado a la amistad de la persona, sentido la tristeza de ver alejarse a
alguien cuyos valores aprecio pero que es incapaz de comprender como benito Juárez
que "el respeto al derecho ajeno es la paz". Porque no sólo no
se comprende, sino que además el ofensor es quien se da por el gran
ofendido, si obtiene merecida respuesta.
Quien fue el padrino de mi boda ya no es mi amigo. Dejó de serlo
cuando sin previa autorización abrió una botella de vino reservada
para compartir con mi esposa, en una cena de pescado prevista sólo "para
dos". Su justificación para hacer lo que hizo fue muy simple: tenía
deseos de beber. Ni siquiera le importó conocer el destino planeado para
el licor. Él quería beber.
Un colega cuyo talento admiro acaba de pelearse conmigo. Tras soportarle un
monólogo de cuatro horas, más o menos interrumpido en unas cinco
ocasiones por mi discreto aviso de que necesitaba hablarle de asuntos
importantes (importantes para él, además), me pidió hablar
por teléfono con una persona en Miami. Hice todo lo posible para
contactar a dicha persona, pero no se pudo. Pues bien, el colega interpretó
que no deseaba darle acceso a la común amiga y casi inició una
amonestación de índice admonitorio en presencia de mi esposa. Lo
expulsé de la casa. Por su parte, él se despidió con este
insulto: "Estúpido".
Yo no sé si los tremendos calores de este agosto cubano están
haciendo hervir las molleras o si la mezcla de las altas temperaturas con esas
familiaridades extremas provocan un aumento en el índice de ruptura de
amistades. Sólo insisto en que estoy observando cierta regularidad, pues
no solamente yo testifico sobre historias como las narradas. Y no quiero pensar
que los cubanos somos una nación de maleducados. Más bien opino
que las familiaridades extremas son uno de tantos síntomas propios de
sociedades patológicas.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|