La
nacionalización del dólar
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - El gobierno de Cuba despenalizó
la tenencia de divisas en 1994. Sencillamente, la medida significó la
posibilidad del uso del dólar para adquirir bienes de consumo y
servicios.
Han transcurrido siete años de ganar, pagar, recibir, prestar y
pensar en el dólar omnipresente y, al cabo del septenio, el billete verde
constituye la preciada moneda para sacar la nariz fuera del agua y respirar un
poco.
Ahora mismo poseer dólares equivale a alimentos básicos, ropa,
calzado. Desde hace unos treinta años escucho a una amiga desear
remodelar su cocina. Al fin, hoy lo logró. Todo, los materiales y la
remodelación, lo pagó en dólares.
El dólar ganó un espacio a despecho del rechazo condicionado
de las autoridades. Además, obtuvo respeto. Aunque sea la moneda nacional
del país cuyo gobierno es el archienemigo del régimen cubano.
Actualmente una tendencia de identidad, de autodefensa de carácter
nacional impulsada por el régimen hace resistencia al aumento de la
hostilidad del gobierno estadounidense.
Mediante una campaña incesante, las autoridades cubanas incrementan
el nivel de concientización en relación con los valores de
identidad nacionales.
Ciertos resultados se observan en la población. Hay signos muy
sutiles en la vida cotidiana que reflejan el alcance del flujo propagandístico.
He observado que en la población existe la tendencia a identificar las
dos monedas circulantes en la isla como una sola. ¡No se asuste! No hay
nada nuevo sobre la tenencia de divisas. La cuestión es a nivel popular.
Al dólar, conocido por "fula", lo identifican con mayor
frecuencia bajo la denominación de "peso".
Hace varios meses sostuve una discusión con una joven defensora del
uso de la palabra peso para denominar la moneda estadounidense. En este verano,
en no menos de cinco ocasiones, los vendedores y cajeros en las shoppings han
respondido a mi interrogación sobre el precio de algunos productos de
esta forma: "Vale cinco pesos ... Son ocho pesos ... Son cuatro pesos".
Ante mi expectación fingida: "Qué bien, ahora venden en
moneda nacional", la invectiva no tardó: "Tú sabes bien
con cuál moneda tienes que pagar". Evidentemente, con dólares
ha de ser.
Quizás usted coincida conmigo en que este hecho revela detalles
significativos. Por un lado, puede ser que el afán de identidad nacional
conlleve el procedimiento metonímico, es decir, darle un nuevo
denominador a algo que ya lo posee. También usted alcance a razonar que
la importancia que ha tomado el dólar en la microeconomía cubana
impulsa a identificarlo con la moneda nacional cubana: el peso. En definitiva,
las monedas nacionales tienen su nombre. Es un asunto del léxico, pero
también es un asunto de identidad del país. Sin embargo, la vida
real obliga. Hoy por hoy, la significación del dólar para el
cubano posee una dimensión tan ascendente que simplemente lo nacionaliza
de esa forma, llamándole peso.
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