A paso de
bastón: obesidad en La Habana
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Si no fuera porque la observación
de las calles de La Habana avala los resultados de una investigación
realizada por el Ministerio de Salud Pública, no lo creería. Pero
lo cierto es que en este caso los estudios y el pasar de la gente se dan la
mano, para avisar que en la capital de la República existe un constatable
problema de sobrepeso y obesidad.
La investigación de las autoridades de salud mostró como
resultado que el 36 por ciento de los residentes de Ciudad La Habana padecen de
exceso de peso o de obesidad. Hoy es más bien excepcional observar en las
calles de la capital aquella delgadez acusada, tan distintiva del período
1991-1995, cuando el consumo de calorías per cápita llegó a
estar por debajo de las 2000.
Otras observaciones, algunas preguntas, avisan que en La Habana los vientres
abultados y los rostros mofletudos ganan terreno. Por ejemplo, las tallas de
pantalón de hombre más demandadas en las tiendas de recaudación
de divisas son las superiores a 32. Hasta en ciertos sectores de la disidencia y
del periodismo independiente se aprecia un incremento de la obesidad. Se ha
llegado a afirmar que Raúl Rivero, El Gordo, para amigos y enemigos, está
amenazado de perder corona y cetro.
Tal presencia de sobrepeso y obesidad va acompañada por un mejor
aspecto físico general de las personas, indicativo de que por lo menos se
está comiendo más que en el primer decenio del llamado período
especial. No obstante, la pregunta no es si se come más, la verdadera
pregunta es si se come mejor.
De inicio, bueno es recordar que los patrones alimentarios de Cuba no se
distinguen por representar dietas balanceadas. Ni antes del triunfo
revolucionario de 1959, ni después, ni ahora. La cocina tradicional isleña,
cuyo plato nacional es el ajiaco -mezcla de todo sin medir mucho- se caracteriza
por un exceso de carbohidratos y grasas absolutamente estimulador de sobrepeso y
obesidad. Un cubano común y corriente no se siente satisfecho, desde su
cultura, si la cena solamente se compone de pescado y verduras. Las autoridades
de salud han llamado la atención sobre esta arista, y en diversos
programas de televisión, en tales y más cuales artículos de
prensa, se ha promovido un mayor consumo de frutas y vegetales.
Si luchar en condiciones cubanas contra el sobrepeso y la obesidad implica
el tomar en cuenta una cultura de la nutrición que no favorece dietas
balanceadas, véase bajo cuáles realidades ese cubano común
y corriente pudiera iniciar un proceso de cambio alimentario hacia costumbres más
sanas. Por supuesto, no se olvide el viejo refrán: "Cuba es La
Habana y lo demás es paisaje". La situación alimenticia en la
capital es mucho mejor que la del interior del país.
Ese cubano de a pie no devenga aún salario un salario medio mensual
de 300 pesos. Pues bien, si desea incorporar más frutas y vegetales a su
dieta deberá pagar en la capital, en estos momentos, diez pesos por un
aguacate, cinco por una papaya, entre cinco y ocho por un mango, dos por una
libra de pepinos, tres pesos por una cebolla, cinco por un manojo de habichuelas
y si, para refrescarse de los tremendos calores de agosto, decide beber un vaso
de limonada habrá de abonar un peso por el limón.
¿Desea el capitalino, o el cubano común y corriente, mantenerse "en
la línea"? En general sí. Pero basta citar algunos de los
precios habaneros de frutas y vegetales para comprender qué existe tras
esa creciente obesidad. Sencillamente, el poder adquisitivo se inclina hacia los
alimentos más baratos, los más cargados de carbohidratos y grasas
como el pan, los tubérculos, el arroz y el maíz. "Cuba es La
Habana; lo demás es paisaje". Quizás con precios menores,
pero con igual desproporción en su estructura, el cuadro se reproduce en
el interior de país.
De este modo, la obesidad avisa. La prensa oficiosa ha estado destacando
logros en la producción de vegetales que no parecen cercanos a la mesa
del cubano de a pie. Se considera logrado el objetivo de producir 300 gramos per
cápita diarios de hortalizas y vegetales, mínimo para crear las
bases de una nutrición balanceada. Entonces, ¿por qué precios
tan elevados para esos nutrientes?
Pregunta en pie. Entretanto, la obesidad avanza en La Habana.
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