Cemento,
ladrillo, arena y otros materiales
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Ahora mismo se desarrolla una campaña
de reparación de escuelas en La Habana. Su importancia tiene dos
objetivos bien claros: uno, reparar escuelas en mal estado constructivo que
incluso ponen en peligro la seguridad física de alumnos y trabajadores
del Ministerio de Educación, y realizar obras de índole social que
demuestren la preocupación del gobierno por la población, a pesar
de las dificultades económicas.
Esta campaña se realiza en los meses de julio y agosto. En muchos
casos comienza a finales de julio, al concluir el curso y durante los meses de
vacaciones escolares. Durante este período también se lleva a cabo
una incisiva publicidad para destacar la campaña de reparación de
escuelas.
El año pasado repararon unas cien escuelas en la capital. Este verano
alcanzan igual número. Mas a esta altura vale interrogarse ¿y por qué
estos centros llegan a tal nivel de deterioro constructivo? Por falta de
mantenimiento sistemático, por la mala calidad de los materiales de
construcción utilizados en edificaciones recientes, por los decenios que
ya soportan muchos de esos locales, por la falta de materiales para repararlos,
mientras que esos materiales se destinan a obras de prioridad para el gobierno.
En realidad, el estado constructivo de la mayoría de los centros de
enseñanza primaria y secundaria de La Habana podría calificarse de
regular a malo. Sin contar con que el mobiliario es malo en general.
Luego de realizada la reparación de escuelas de forma maratónica
gracias a metas de cumplimiento y fechas topes en correspondencia con efemérides
políticas, se proveen de pupitres y pizarras las aulas, en la mayoría
de las cuales instalan aparatos de televisión, vídeo y cuatro o
cinco computadoras para el aprendizaje de las funciones, porque estas máquinas
no están conectadas a Internet.
Las escuelas en reparación quedarán limpiecitas en septiembre
cuando inicia el curso escolar. En algunas puede ocurrir que las reparaciones
culminen en octubre. Pero después viene la etapa de mantenimiento, lo más
difícil, porque en las escuelas escasea el personal de limpieza, tampoco
hay útiles apropiados para esta actividad ni las autoridades municipales
de educación los proveen. En muchos centros los propios maestros los
adquieren con dinero de su bolsillo, pero las escobas, cubos y frazadas de piso
hay que pagarlas en dólares o a precios muy elevados en pesos.
Una escoba plástica cuesta de dos dólares en adelante, igual
que un cubo plástico. Una frazada de piso 70 centavos de dólar. Si
se encuentran en moneda nacional, los precios alcanzan varias decenas de pesos
por cada artículo.
Después de la reparación, los trabajadores docentes y no
docentes deben ocuparse de limpiar su centro laboral. Tarea que evidentemente
comienza por raspar la mezcla de cemento y arena que cae al piso durante la
apresurada reparación, pues los presuntos constructores o reconstructores
reparan, pero no limpian.
Meses más tarde vendrán otros problemas, como tupición
de cañerías o interruptores eléctricos mal instalados. De
esta forma se inicia otro proceso de deterioro hasta ver cuándo.
En fin, usted me dirá que al menos reparan las escuelas. Es cierto,
pero ¿quién reconstruye la economía nacional?
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