CUBANET .INDEPENDIENTE

9 de agosto, 2002


La familia cubana

Ramón Díaz-Marzo

HABANA VIEJA, agosto (www.cubanet.org) - El principio primordial de la sociedad se basa en la unidad de la familia. Cuando las familias (casi todas las familias) padecen de contradicciones que no se superan, tenemos una señal inequívoca de que la sociedad a la cual pertenecen esas familias tiene problemas.

Los problemas de la familia cubana son amplios y variados y difíciles de superar por las muchas razones y motivos que nos han azotado en los últimos 43 años. Dos causas fundamentales han sido la destrucción de la pequeña empresa privada y el rechazo del gobierno a toda forma de religión.

Lezama Lima escribió que "la familia cubana se divide". Lo escribió en la década de 1960 del siglo pasado.

En efecto, después del triunfo de la Revolución de 1959 la familia cubana comenzó a dividirse de múltiples maneras. La primera división se efectuó cuando una parte marchó al exilio, porque sabía que el proyecto comunista o socialista (o como se le quiera nombrar) tarde o temprano fracasaría. La segunda división ocurrió cuando el joven Estado cubano proclamó su ateísmo; los valores morales que otorga la religión sufrieron un deterioro y muchas personas renegando de Cristo abrazaron la religión nacionalista que el gobierno propuso indirectamente en algunos casos, y directamente en otros.

Cuando en las planillas que hubiera que llenar en aquellos primeros años, fuera para estudiar o trabajar, a la pregunta "¿Cree Ud. en Dios?", había que responder que no. Conozco muchos casos de personas que al responder que sí fueron rechazados en los centros de estudios y en los centros de trabajo, y tuvieron que sobrevivir en subempleos. Los oportunistas que negaban a Dios las 24 horas del día, aunque no tuvieran talento, ocuparon plazas y puestos claves de la sociedad.

En Cuba se han producido varios éxodos. Está, entre otros, el éxodo de los habaneros hacia el territorio de la Florida en los Estados Unidos, y está el éxodo de los habitantes de las provincias más orientales del país hacia la capital, La Habana.

La Revolución cubana, en su afán de consolidar su poder, aplastó tradiciones y valores que se habían consolidado a través de siglos, y en especial durante los 57 años de República.

El primer golpe que sufrió la familia cubana lo recibieron los niños. Un día los Reyes Magos desaparecieron; desapareció la Nochebuena, la Navidad, los Carnavales habaneros que se efectuaban en el mes de febrero.

Los niños fueron almacenados en un vasto plan de becas que el gobierno ejecutó a todo lo largo y ancho de la Isla donde eran adoctrinados con una nueva visión del mundo y, por ende, alejados de sus padres. Sin exagerar se podría decir que en los primeros años de la Revolución se vivió en Cuba algo parecido al terror de la Revolución francesa.

Cuando los niños salían de sus becas y llegaban a sus casas discutían con sus padres que las viejas tradiciones habían desaparecido y que por ejemplo, ahora la Navidad se celebraba en el mes de julio.

En esas becas las niñas y los niños perdieron la virginidad y la inocencia, y la moral cristiana fue pasada por alto. Comenzó entonces algo que yo definiría como una anarquía social organizada.

Las familias que se quedaron en Cuba, por mucho esfuerzo que hicieron para mantener en sus casas la moral cristiana, sucumbieron ante el empuje del medio y las circunstancias que los obligaba a acatar lo que sus hijos aprendían en los colegios y las becas.

Han pasado 43 años de Revolución y la sociedad, desbaratada moralmente, está intentando, con ciertas aperturas religiosas, retomar el camino abandonado.

Todos los proyectos de mejoras sociales que la Revolución prometió -entre otras que la leche de vaca vendría por tubería y que el problema de la vivienda se resolvería en pocos años, no se cumplió.

Hoy tenemos una población de pobres amontonados en cuartos y habitaciones de una ciudad donde los edificios, por falta de mantenimiento, se derrumban uno a uno, y donde el mandamiento cristiano "no robarás" ha cambiado de acepción cuando casi todo el pueblo (cada vez que se le presenta la oportunidad) le roba al Estado.

Hoy no sólo la leche no viene por tuberías, sino que hay escasez de agua; y en la ciudad de La Habana faltan los más elementales servicios públicos que le son necesarios a una sociedad y, por ende, a las familias.

Antes del triunfo de la Revolución de 1959 había en Cuba familias acaudaladas y una clase media que hacía que la sociedad se desarrollara. Hoy no hay clase media ni familias acaudalas, sino personas que por encima de la Ley viven a expensas del pueblo como verdaderos parásitos sociales.

La familia cubana, más que estar dividida, está enferma.

Ramón Díaz-Marzo es el autor de la novela "Cartas a Leandro", publicada por CubaNet.

Lea fragmentos de la novela.


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

Noticias por e-mail

La Tienda - Libros , posters, camisetas, gorras

In Association with Amazon.com

Busque:


BUSQUEDA

Búsqueda avanzada


SECCIONES

NOTICIAS
Prensa Independiente
Prensa Internaional
Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
Inglés
Alemán
Francés

SOCIEDAD CIVIL
Introducción
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
MLC

DEL LECTOR
Cartas
Debate
Opinión

BUSQUEDAS
Archivos
Búsquedas
Documentos
Enlaces

CULTURA
El Niño del Pífano
Artes Plásticas
Fotos de Cuba

CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887