Feíto,
cabezón y billetudo
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, junio - Quién no recuerda la famosa ferretería
situada en la esquina de Reina y Lealtad. Se necesitaba una tuerca, vaya a Feíto
y Cabezón; se necesitaba una bisagra, Vaya a Feíto y Cabezón;
se necesitaba un tornillo tirafondo, vaya a Feíto y Cabezón. Con
dos centavos se solucionaba cualquier necesidad, sólo había que ir
a Feíto y Cabezón.
En Morón la ferretería se llamaba URBIETA y era igual. Se podía
comprar desde un serrucho hasta pita para pescar. Era orgullo de cualquier
ferretería vender hasta "guayabitos" de cuerda. Si usted tenía
un salidero en el grifo del lavadero no era por falta de zapatillas, si usted
tenía una tabla desclavada no era por falta de puntillas.
Con el arribo del socialismo se perdieron, como muchas cosas, las ferreterías.
La gente durante largos años se las ingenió robándose el
meruco del baño en su centro de trabajo, llevándose los bombillos
de los portales ajenos, desprendiendo pestillos de las puertas de su empresa,
recolectando chirimbolos ferrosos en los derrumbes que se hacían cada vez
más presentes. Era imposible comprar un martillo, una escofina, un
atornillador. Las pinturas desaparecieron y las casas parecían fantasmas
desteñidos que sólo engalanaban sus fachadas cuando a algún
pueblo, comunidad, ciudad, le tocaba la suerte de ser la sede por las
celebraciones del 26 de julio. Se perdió el hábito de arreglar una
persiana, componer una puerta, sustituir un cristal de las ventanas. No había
forma de que la casa no se nos viniera encima.
Pero como bien dice el refrán, no hay mal que dure cien años,
aunque nos estamos acercando peligrosamente, y las cosas han ido cambiando. Con
la aparición del neoliberalismo socialista cubano han aparecido también
algunas ferreterías. En dólares, claro, ¿qué esperaba
usted? Y, por lo menos uno tiene la esperanza de conseguir, sin tener que tifitiársela,
una regadera para la ducha, caso de que tenga agua en el barrio.
En la misma Feíto y Cabezón, que por supuesto ya no se llama
así, ni me fijé qué nombre le pusieron, salí de ella
más disparado que un cohete, los precios le ponen a cualquiera pólvora
en los pies, usted puede comprar cualquier cosa. Hay baldosas, herramientas,
utensilios, cacerolas, barnices, pegamentos, inodoros, fregaderos, rodapiés,
pinturas, alfombras... cuanto se ha inventado. Para mirar, que es lo que hace el
pueblo cubano, no tiene parangón; pero para comprar, agárrese bien
los bolsillos.
Una taza de baño oscila entre los 360 y los 570 ¡dólares!
No saque cuentas en pesitos que es lo que le pagan al cubano. Aquí
Washington es quien provee. Si no tienes "fulas" es mejor que no comas
para que no tengas que hacer lo otro. Del resto de los precios para qué
contar. Una baldosa, 96 centavos de dólares, ¿cuánto te
costaría un piso, vaya, de apartamento pequeño? Yo por lo menos le
propuse a uno de los dependientes que sugiriera a sus jefes rebautizaran la
ferretería y esta vez la nombraran FEITO, CABEZON Y BILLETUDO.
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