El vaivén, Por Rafael Cid.
Diario 16, junio 6, 2001.
Los líderes en campaña suelen ser imprevisibles, pero si además
están en el extranjero sus monsergas rozan el disparate. Éso es lo
que acaba de hacer en Cuba Xosé Manuel Beiras. Nuestro político más
guevarista dijo allí que "el modelo cubano representa el primer
mundo del futuro". Algo que sólo se entiende si durante su estancia
Beiras no se bajó del coche oficial. Porque los viajeros que se pagan su
billete ven aquel país como un vedado para turistas ricos. Como el nombre
del barrio donde están los hoteles de lujo, Castro ha hecho de Cuba un
vedado. Un apartheid sólo apto para turismo basura. Un escenario donde
los españoles tienen un papel estelar. España juega hoy en la Cuba
del bloqueo un rol similar al de la URSS hasta 1989.
Los Meliá de turno son hoy tan decisivos para la supervivencia de
Castro como en su día fue el zapatazo de Kruschev en la ONU. Las divisas
frescas del turismo lo suponen casi todo para un sistema que 42 años
después de la Revolución sólo ofrece cartillas de
racionamiento y retórica falangista a sus ciudadanos. Como en los años
cincuenta con Franco. La diferencia estriba en que mientras nuestro turismo
provocó la apertura de la dictadura, en Cuba no parece posible debido a
la política de exclusión aplicada por el sistema para evitar la "contaminación
democrática". Un método que comienza prohibiendo manu
militari la entrada en los hoteles a los sufridos cubanos. En este contexto
conmueve la arenga del político gallego. Aunque es un deporte sin ideología.
Aquí izquierdas y derechas rivalizan en sus piropos a la Cuba de Fidel.
Beiras es un monaguillo frente a la devoción "castrista" de un
Fraga. O un Juan José Lucas, que se dejó agasajar públicamente
por el régimen el mismo día en que Fidel y su partido único
mandaban a la cárcel a disidentes del grupo "La patria es de todos".
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