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Viaje a Latinoamérica del obispo de Verona, ex superior de los
capuchinos
VERONA, 27 feb 2001 (ZENIT.org).- El Partido Comunista en La Habana ha dado
la orden de «despapar» Cuba, tres años después de la
histórica visita de Juan Pablo II a la isla. Lo revela un obispo italiano
tras visitar las comunidades católicas de esa perla del Caribe.
Las sandalias de monseñor Flavio Roberto Carraro, obispo de Verona,
conocen bien la isla y América Latina. Ha sido superior de los frailes
capuchinos durante doce años y ahora, además de guiar la diócesis
italiana, ha puesto su conocimiento de la universalidad de la Iglesia al
servicio de la Iglesia italiana, como presidente de la Comisión Episcopal
para la Evangelización de los Pueblos y la Cooperación entre las
Iglesias.
Entre enero y febrero, monseñor Carraro, acompañado por el
director del centro misionero diocesano, el padre Ottavio Todeschini, ha
realizado una visita pastoral a los misioneros de la diócesis de Verona
que trabajan en Argentina, Brasil y Cuba.
«La situación de la Iglesia en Cuba es de sufrimiento --revela
el obispo a su regreso a Verona en declaraciones al diario de los católicos
italianos Avvenire--. Recientemente se ha dado a conocer un documento del Comité
central del Partido comunista de la zona de la Habana donde está
contenida una expresión que ha preocupado mucho a la Iglesia cubana: es
la hora de "despapar" a Cuba».
«El Papa ha dejado una huella en la gente cubana, queda todavía
fermento de práctica religiosa, su visita ha incrementado la caridad. El
Partido de la Habana --todavía no se sabe la posición de Fidel
Castro-- tiene esta preocupación: hacer olvidar, borrar, la visita del
Papa. Y esto suscita temor en la Iglesia cubana», reconoce monseñor
Carraro.
Ahora bien, según el obispo misionero, la operación del
Partido Comunista no tiene demasiadas garantías de éxito, pues «la
gente está todavía "impresionada" por la visita, está
muy vivo el sentido de respuesta al viaje del Papa a través de la
participación en la vida de la comunidad cristiana».
El programa de «olvido» impuesto por el Partido busca un objetivo
concreto: «reducir las posibilidades de asistencia caritativa a la gente
por parte de la Iglesia, porque si la Iglesia ayuda a la gente, significa que
hay necesidad».
«Y esto --concluye el prelado capuchino-- significaría que la
revolución no ha logrado satisfacer las necesidades de la gente. Esto no
se puede decir, no se debe decir, porque "la Revolución ha llegado a
todas partes"».
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