Sebastián Arcos Cazabón. Publicado el lunes,
12 de febrero de 2001 en El Nuevo Herald
La historia está llena de ironías, algunas tristes, otras
justas. Por ejemplo: ¿no es una triste ironía que Fidel Castro, símbolo
internacional del antimperialismo, haya terminado convirtiendo al dólar
en la moneda nacional de Cuba? El anticapitalista por excelencia, el
representante de los oprimidos, promoviendo la inversión de capital
extranjero y defendiendo el apartheid turístico. El socialismo --dicen
los manuales-- es el camino hacia el comunismo. El socialismo --dicen los
cubanos-- es el camino más largo entre el capitalismo y... el
capitalismo.
Que los primeros extranjeros encarcelados por reunirse con disidentes
cubanos hayan sido dos ciudadanos checos es un ejemplo de ironía justa.
Mientras democracias venerables como Suecia y Francia --tan activas cuando se
trata de ayudar a los movimientos de izquierda-- miran hacia otra parte, dos
ciudadanos de un pequeño país que hasta ayer formaba parte del
imperio comunista se toman el inmenso trabajo de ir a Cuba, no a Varadero acompañados
de una ardiente criolla, sino a darle una palmada en la espalda a dos disidentes
en Ciego de Avila. ¡Qué decencia la de esos checos! El régimen
cubano dice que violaron la ley que prohíbe a visitantes extranjeros
relacionarse con la oposición. ¿Que esa ley no existe? Pues se
inventa.
Escuchen bien los proponentes de los "contactos constructivos'', que éste
es el primer mensaje del dictador detrás del arresto de los checos: los
extranjeros son bienvenidos a Cuba a explotar mano de obra semiesclava, a
prostituir a las cubanas, a las playas dónde no pueden ir los cubanos,
pero no a reunirse con disidentes. ¿Se acuerdan del "internacionalismo
proletario''? Eso está bien para invasiones militares en Angola y
Afganistán, alentar guerras civiles en Centroamérica, y colaborar
con la ETA, pero no para llevarle una computadora a un pacífico
disidente. ¡Eso es una intervención en los asuntos internos del país!
¿Se acuerdan de la "ley del embudo''?
¿Y por qué a dos ciudadanos checos, cuando tantos extranjeros
antes que ellos, incluyendo jefes de estado y cancilleres, se han reunido con
disidentes? Porque la República Checa ha llevado por los últimos años
la iniciativa contra el régimen cubano en la Comisión de Derechos
Humanos de la ONU. Porque el presidente Havel ha expresado de muchas maneras su
apoyo a la oposición pacífica cubana.
Para La Habana, Pilip y Bubenik son "agentes del imperialismo'',
tenebrosos espías enviados con la misión de "desestabilizar
el país''. En Miami, algunos voceros del castrismo compararon el "delito''
de los checos con los de los espías de la Red Avispa. Nada más
descabellado, aun si fueran ciertas las acusaciones ridículas del régimen
cubano. Las avispas vinieron a Miami a sacar información; los checos
fueron a La Habana a llevar información. La dirección del
movimiento lo indica todo.
Cuando un régimen teme más a la información que pueda
entrar al país que a la que pueda salir, nos da una buena indicación
de su catadura moral.
¿Y no significa esto que tienen razón los que proponen inundar
la isla de inversionistas y turistas? Todo lo contrario. Claro que Castro le
teme al intercambio de información, pero el dictador lleva más de
40 años en el poder por villano, no por imbécil.
La política de contactos constructivos funcionaría si el de
Cuba no fuera un régimen totalitario encabezado por un tipo ambicioso y
sin escrúpulos, pero ése no es el caso. El dictador cubano
entiende perfectamente el doble filo de la política, y por eso está
dispuesto a permitir sólo el mínimo de apertura económica
suficiente para que su régimen sobreviva --que es insuficiente para que
el país prospere-- con tal de controlar las consecuencias políticas.
Si las consecuencias políticas se tornan peligrosas, el dictador está
dispuesto y preparado para terminar con el turismo y la inversión sin
importarle las consecuencias económicas. Ese es, repito, el principal
mensaje tras el arresto de los checos: los extranjeros vienen a Cuba a hacer lo
que Castro quiere que hagan, no lo que ellos quieran hacer.
Desde su papel en la exitosa transición democrática de la República
Checa hasta su celda en Villa Marista, Ivan Pilip y Jan Bubenik han ayudado a la
causa de una Cuba democrática como pocos. En el futuro, Cuando Cuba sea
tan libre como lo es hoy la República Checa, habrá oportunidad de
honrarles como se merecen. Hasta ese momento, muchas gracias por recuperar para
los cubanos el verdadero significado de la palabra solidaridad.
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