Carlos Ares, Buenos Aires. El
País, febrero 9, 2001.
La escalada en el cruce de ironías recibidas como "insultos",
de reacciones airadas y comunicados cargados de furia contenida entre los
Gobiernos de Argentina y Cuba podría alcanzar hoy el punto máximo
de tensión cuando el presidente argentino decida, después de
consultar con el canciller Rodríguez Giavarini que regresa esta misma mañana
de una visita oficial a Estados Unidos, pedir a Cuba que retire a su embajador y
poner al borde de la ruptura las relaciones diplomáticas si Fidel Castro "no
baja el tono y repara los agravios", según dijo ayer a EL PAÍS
un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El embajador argentino en Cuba, Óscar Torres Ávalos, convocado
a Buenos Aires para informar al canciller, no regresará a La Habana "hasta
que se den explicaciones ampliamente satisfactorias". Ayer, en un
comunicado oficial, el ministerio de Relaciones Exteriores del Gobierno
argentino confirmaba que "el vicecanciller Horacio Chighizola instruyó
al encargado de negocios argentino en la República de Cuba para que
transmita al Gobierno de ese país la decisión del Gobierno
argentino de que el embajador Óscar Torres Ávalos, quien fuera
convocado en consulta, permanezca en el país por tiempo no determinado".
La secuencia de agravios comenzó cuando Fidel Castro acusó el
pasado sábado al Gobierno argentino de "lamer la bota yanqui",
entre otras referencias irónicas sobre la debilidad política y
económica del país, en medio de un discurso improvisado durante la
jornada de cierre del Tercer Congreso de Economistas realizado en La Habana.
Castro llegó a sugerir que el emblemático obelisco del centro de
Buenos Aires debía servir como mástil para una bandera de Estados
Unidos. La nota de protesta del Gobierno argentino por lo que el canciller
consideró "un insulto" fue devuelta el pasado miércoles
por el embajador de Cuba en Buenos Aires, Alejandro González Galiano, con
una carta de respuesta en la que acusa a Rodríguez Giavarini de "sumarse
a la política de agresión encabezada por Estados Unidos".
Carta que, a su vez, también fue rechazada por el ministerio de
Relaciones Exteriores de Argentina.
Para el embajador cubano "no hay nada que desmentir ni justificar"
del discurso de Castro. En una rueda de prensa posterior, González
Galiano dijo que el probable voto en contra del Gobierno argentino en la reunión
del próximo mes de abril de la Comisión de Derechos Humanos de la
ONU en Ginebra, sería "una puñalada en la espalda del pueblo
cubano".
Con la bandera cubana y el póster del Che Guevara de fondo, el
embajador González Galiano, ex portavoz del Ejecutivo cubano en La
Habana, alcanzó cierto tono dramático en su monólogo: "Cuba
no tiene absolutamente ninguna duda de que se está fraguando una nueva
traición animada particularmente por el canciller Giavarini y es deber
nuestro denunciar desde hoy y oportunamente esta intención que pretende
arrastrar al Gobierno de la Alianza hacia ese nuevo ejercicio contra el pueblo
cubano".
El canciller argentino recibió en Nueva York una copia de las
declaraciones del embajador cubano y prometió que habrá una
respuesta: "vamos a reaccionar racionalmente, pensando que del otro lado
está el pueblo cubano. Pero con la firmeza necesaria. Seguro que habrá
respuesta". En una entrevista que concedió a la corresponsal del
periódico La Nación de Buenos Aires, Rodríguez Giavarini
consideró que las declaraciones del embajador cubano "siguen en la línea
del endurecimiento que quiere promover Castro, es evidente que están
escalando y nosotros seguiremos contestando en todas las instancias".
Ayer por la tarde, en la sede del ministerio de Relaciones Exteriores del
Gobierno argentino, los funcionarios hacían un análisis político
de la situación y consideraban que la estrategia de Fidel Castro "es,
claramente, la de provocar una disputa interna en la Alianza, porque sabe que
hay distintas posiciones sobre el voto en Ginebra". |