CUBANET... INTERNACIONAL

Febrero 5, 2001



Cuba, los demoledores efectos de la propaganda...

Por Jesus Hernandez Cuellar. CONTACTO Magazine Magazine (www.contactomagazine.com)

Hace sólo unos días, una familia cubana, dividida como tantas por el Estrecho de la Florida, estudió la posibilidad de que los parientes que están todavía en la isla pudiesen huir por mar rumbo a Estados Unidos.

Uno de los involucrados, que desea viajar a territorio estadounidense, dijo que le preocupaba salir por mar hacia la Florida porque el gobierno de Estados Unidos quiere que quienes huyan por mar se ahoguen o sean presa de los tiburones durante la travesía.

La familia del lado de acá, que vive en la costa oeste de Estados Unidos y no está hablando de contrabando humano sino de la posibilidad de que sus allegados escapen por sus propios medios, quedó petrificada al escuchar esa reflexión de uno de sus miembros que vive en la isla. Un pariente que no simpatiza con el gobierno de Fidel Castro y que quiere abandonar el país cuanto antes.

La afirmación de ese joven es un reflejo vivo de los efectos de la propaganda política del régimen de Castro en las mentes de ciertos cubanos que no tienen acceso a otra información que no sea la oficial.

La campaña de Castro contra la Ley de Ajuste Cubano de Estados Unidos, desarrollada por periódicos, revistas, radio y televisión a partir de enero de 2001, así como por los continuos discursos del propio dictador cubano, pretende culpar a esa ley estadounidense de las fugas, a veces espectaculares, de quienes desean abandonar una sociedad marcada por el desaliento, la frustración, la impotencia y las violaciones de los derechos humanos.

La Ley de Ajuste Cubano, promulgada en 1966, permite que todo cubano que escape de la isla y toque tierra norteamericana, se le acoja bajo palabra mientras se investigan sus antecedentes para concederle la residencia permanente en Estados Unidos. A partir de 1995, el ex presidente Bill Clinton comenzó un proceso de deportación de cubanos atrapados en alta mar. Antes y después de esa decisión, el Servicio de Guardacostas estaounidense ha hecho una labor admirable de rescate de cubanos a la deriva, ciertamente manchada en los últimos cinco años por el propósito de impedir que los fugitivos pisen territorio norteamericano.

Hubo leyes similares en el pasado que beneficiaron a rusos, checos, búlgaros, alemanes orientales y otras personas que huían de países con regímenes comunistas. El hecho de que se mantenga esa política respecto a Cuba se explica, sin lugar a dudas, por la permanencia del mismo régimen -totalitario y represivo- que había hace 35 años, cuando se aprobó la Ley de Ajuste Cubano. Afortunadamente, rusos, checos, búlgaron y alemanes orientales viven ahora en sociedades democráticas.

Pero lo preocupante es justamente los efectos que causa la propaganda marxista, diseñada por un partido único que es el propietario de todos los medios de comunicación social de Cuba desde 1960, año en que se clausuraron o confiscaron los medios independientes, inclusive los que habían existido en la isla desde el siglo XIX. El "lavado de cerebro", sofisticado unas veces, ridículo otras, ha sido la única misión de la televisión cubana, el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC) -único legal-, el semanario Juventud Rebelde, órgano de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y otros durante largas décadas. Los cubanos no tienen acceso a ideas y reflexiones diferentes a las de su gobierno.

No es posible que los seres humanos puedan discernir con claridad el acontecer del mundo moderno sin el libre flujo de las ideas. El estado cubano, que también es propietario de casi todos los medios de producción y servicios de Cuba, ha luchado contra viento y marea por impedir ese libre y enriquecedor flujo de ideas a través de la prensa, las artes, la literatura y los foros de debate académicos, así como más recientemente de Internet. Cuando una dictadura consigue que ciertos enemigos internos repitan lo que ella dice, significa que ha cumplido a cabalidad la tarea de intoxicar y desinformar a la sociedad, y esto es igual a cometer un alevoso crimen de lesa cultura.

En el verano de1984, entrevisté al ex prisionero político cubano Andrés Vargas Gómez, traído desde Cuba junto a otros prisioneros liberados durante una visita a la isla del reverendo Jesse Jackson. Vargas Gómez, nieto del héroe de la independencia cubana Máximo Gómez y ex embajador ante la UNESCO, dijo entonces:

"Usted puede acusar a Fidel Castro de dictador, si usted quiere, de represor, de asesino, pero en realidad esos no son los mayores crímenes de Castro. El mayor crimen de Castro es haber corrompido el espíritu del carácter del cubano."

Vargas Gómez no parecía alejado de la realidad. La prensa cubana, dirigida y controlada por el PCC, ha jugado un rol protagónico en el ejercicio de esa corrupción. Afortunadamente, no todos los cubanos de la isla, ni siquiera la mayoría, creen las afirmaciones de la dictadura. Pero no tienen otros puntos de referencia, más allá de oir, cuando pueden, clandestinamente, las tranmisiones de Radio Martí, emisora del gobierno de Estados Unidos que transmite informaciones hacia Cuba y cuyas ondas son bloqueadas por el régimen con la energía que pone un portero para impedir que los delanteros adversarios le metan un gol.

(Hernández Cuéllar es director de CONTACTO Magazine)

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