El éxito de Javier Bardem en "Antes que anochezca"
populariza la feroz autobiografía homónima del novelista, que
ahora reedita Tusquets.
Elena F. Palacios. Madrid ·
Diario 16. Febrero 2, 2001.
A principios de diciembre de 1990, Reinaldo Arenas, novelista cubano, puso
fin a su vida en Nueva York. Unos días antes, había concluido su
estremecedora autobiografía. "O se vive como uno desea, o es mejor
no seguir viviendo", escribió en ella. Los dolores que el sida le
causaba desde 1987 se le habían vuelto insoportables y a pesar de ello,
sacó fuerzas para dejar su testimonio personal y político: un
grito desesperado como única forma de desahogo. Después, se tomó
una sobredosis de barbitúricos para acabar de una manera más digna
que la que la agonía le reservaba.
Antes que anochezca es una narración a borbotones cuyo título
hace referencia a que Arenas la comenzó siendo prófugo en un
bosque, cuando estaba obligado a escribir con la luz del día. En España
la publicó Tusquets el año 92 e inmediatamente se convirtió
en el libro más famoso de su autor. Ahora, la multipremiada película
de Julian Schnabel inspirada en él lo ha devuelto a la actualidad y la
editorial prepara una reedición que saldrá a la venta la próxima
semana. Seguramente Arenas, cuidadoso con el lenguaje y de inteligencia vivaz,
nunca pensó que su reconocimiento masivo le llegaría gracias al
cine.
Nacido en 1943 en el seno de una familia campesina, reunía las tres
condiciones más idóneas para convertirse en un paria de la Cuba
castrista: ser escritor, homosexual y disidente. Todas ellas fueron perseguidas
con crueldad. Ni siquiera cuando logró huir en 1980 a bordo del Mariel
(un barco que sacó consentidamente de la isla a delincuentes, locos y demás
ciudadanos que daban problemas) pudo conseguir la paz anhelada. Nueva York fue
para él "una enorme fábrica desalmada".
Antes que anochezca está escrita como dictada, sin retoques ni
artificios literarios. Comienza con el que debería ser el último
capítulo, el que cuenta los sufrimientos que le causa la enfermedad y los
motivos que le impulsaron a escribir las páginas siguientes. Arenas no
renuncia a su condición de novelista y da rienda suelta a la memoria,
aunque los hechos no estén ordenados cronológicamente.
Los recuerdos le remontan a su infancia -en la que comía literalmente
tierra-, marcada por el descubrimiento de su homosexualidad. Llama delincuente a
Batista por tener al pueblo en la miseria. Rememora sus aventuras eróticas
con profusión y llega a decir que calcula haber tenido unos 5.000
amantes. Apoya en un primer momento la revolución para convertirse en uno
de sus más duros detractores cuando Castro ofrece su adhesión a la
Unión Soviética tras la invasión de Checoslovaquia. La
policía le acosa sin cesar. Conoce la violencia de primera mano en un
penal infecto. Retrata a sus amigos Lezama Lima y Virgilio Piñeiro, a
quienes toma como maestros literarios. Muestra su desprecio hacia sus colegas
que se someten al régimen. Sus manuscritos son guardados por algunos de
sus amigos que, presos del terror, acabarán destruyéndolos...
El drama humano de este autodidacta, plasmado entre la confesión y la
denuncia, relega a un segundo plano a su obra literaria, en la que figuran las
novelas El mundo alucinante, El color del verano, Celestino antes del alba y El
palacio de las blanquísimas mofetas (publicadas en España por
Tusquets). En todas ellas hay un tono ácido, de desencanto, como en su
autobiografía. Pero el mensaje final de Arenas no da opción al
conformismo;exhorta a la valentía. La carta de despedida que escribió
el 7 de diciembre de 1990 rezaba así: "Mi mensaje no es de derrota,
sino de lucha y esperanza. Cuba será libre. Yo ya lo soy".
©CopyrightEdicionesPeriodísticasS.L. |