El País.
Domingo, 15 de abril de 2001
Al comienzo del Malecón de La Habana, donde se unen el paseo del
Prado y la avenida marítima frente al castillo del Morro, un gran cartel
anuncia la construcción del primer hotel cubano-chino. La obra del hotel
Miramar no es el único símbolo de la creciente presencia china en
Cuba. Por los campos y ciudades de la isla ruedan desde hace tiempo cientos de
miles de bicicletas chinas compradas a crédito en Pekín en los años
duros de la crisis, cuando el bloque socialista desapareció y dejaron de
llegar a Cuba gasolina y piezas de repuesto para los Lada de fabricación
rusa.
Ahora, el presidente chino, Jiang Zemin, acaba de conceder a Cuba créditos
por valor de 380 millones de dólares (más de 70.000 millones de
pesetas) para poner en marcha varios proyectos conjuntos. La segunda visita de
Jiang a la isla, que concluye hoy, es todo un emblema de la revitalización
de la alianza político-económica y estratégica entre Cuba y
China.
"Las relaciones cubano-chinas están en el mejor momento de su
historia', publicó ayer en grandes letras rojas el diario oficial Granma,
en vísperas de cumplirse -mañana- el 40º aniversario de la
proclamación del carácter socialista de la revolución
cubana.
Aquel 16 de abril de 1961, Castro, que entonces tenía 34 años,
pronunció un sentido discurso durante el entierro de siete soldados
muertos a consecuencia del bombardeo de varios aeropuertos por la aviación
de una brigada de exiliados que, pocas horas después, la madrugada del 17
de abril, invadiría la isla por Bahía Cochinos. 'Eso es lo que no
pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices y que hayamos hecho
una revolución socialista en las propias narices de EE UU', dijo ese día
Castro por primera vez desde su llegada al poder, en enero de 1959, y la masa de
milicianos que le escuchaba respondió: 'Somos socialistas, pa'lante,
pa'lante; al que no le guste, que tome purgante'.
Mucho ha llovido desde entonces. Tanto, que hoy a Cuba sólo apenas le
quedan China y Vietnam como compañeros ideológicos de viaje.
Precisamente a esto se refirió Jiang a su llegada a La Habana el jueves
pasado: 'Hacemos sinceros votos porque ustedes obtengan incesantemente nuevos éxitos
por el camino socialista'. El mandatario chino también quiso manifestar
su apoyo 'al pueblo cubano en su justa lucha por salvaguardar la soberanía
estatal y la independencia nacional, y rechazar las intervenciones y amenazas
externas'.
Las relaciones de Cuba y China se apagaron en los años setenta debido
al alineamiento de La Habana con Moscú, pero hoy vuelven a reverdecer con
el beneplácito de las autoridades de la isla. Para Cuba, que sufrió
una grave recesión tras la caída del bloque soviético, la
ayuda económica y el respaldo político chino son muy importantes.
La visita de Jiang se produce, además, en un momento de visible
aumento del papel económico de China en la isla caribeña. El año
pasado, China se convirtió ya en el cuarto socio comercial de Cuba, con
520 millones de dólares de intercambio, sin contar que el país asiático
es el único que suministra a la isla créditos blandos. Jiang y
Castro presidieron el viernes la firma de nueve acuerdos de cooperación
en el ámbito económico, marítimo, fiscal, deportivo,
educativo, de telecomunicaciones y turístico. Los acuerdos incluyeron la
concesión de un crédito de 200 millones de dólares a Cuba
para la modernización de las telecomunicaciones en la isla, otro de 150
millones para comprar un millón de televisores chinos y otro de 24
millones para construir el hotel Miramar.
'Como el presidente Fidel Castro ha comentado, las relaciones de Cuba con
China están en el mejor momento de su historia', dijo en La Habana Zhu
Bangzao, portavoz del ministerio de Exteriores chino. Zhu afirmó antes de
terminar la visita que Cuba y China no sólo basan su alianza en lo económico,
sino que comparten los mismo criterios en muchos asuntos de política
internacional, en materia de derechos humanos y en su firme oposición a
Estados Unidos por la politización que hace de este tema en beneficio
propio. La próxima semana se discutirán en la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU en Ginebra sendos proyectos de resolución de
condena a ambos países patrocinados por EE UU.
Para celebrar el aniversario de la proclamación del socialismo en
Cuba, las autoridades han convocado para mañana un gran acto patriótico
en el mismo lugar donde Castro habló hace 40 años. Probablemente,
será él quien se dirija de nuevo a las masas, y éstas podrán
responderle, al igual que entonces, con consignas purgantes. Pero esta vez,
prochinas.
Ópera china con 'Guantanamera'
M.V. | La Habana
Aparte de compartir alianzas e ideología, Fidel Castro y Jiang Zemin
comparten mes y año de nacimiento: agosto de 1926. Ambos líderes
comunistas son viejos amigos. En 1993, cuando Cuba atravesaba los peores
momentos del periodo especial y el país estuvo a punto de paralizarse,
Jiang viajó a la isla y expresó al mandatario cubano que podía
contar con la solidaridad china. Aparecieron entonces en las carreteras cubanas
millares de bicicletas marca Forever y comenzó el lento pedaleo de la
revolución para salir de la crisis, aplicando, también, recetas
chinas.
En la última década, Castro, su hermano Raúl, ministro
de las Fuerzas Armadas y segundo en la jerarquía cubana, además de
otros destacados dirigentes, como Carlos Lage, han viajado al país asiático
para beber de las fuentes del socialismo asiático.
Ciertamente, la fórmula de 'Un país, dos sistemas' se ha
vendio aplicando en la isla a ritmo cubano. 'La experiencia china es útil
para Cuba. Continuamente la examinamos, sacamos experiencias y tomamos de ahí
lo que pueda ser útil para nuestras realidades y situaciones concretas,
que son muy distintas a las de China', dijo recientemente el ministro cubano de
Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque.
De la experiencia china y de otros asuntos menos trascendentes hablaron
ambos presidentes durante la cena de gala que ofreció Castro a Jiang la
noche del jueves en el Palacio de la Revolución. La velada acabó
con el protocolo roto: Jiang le canto a su viejo amigo y aliado fragmentos de O
sole mio y de varias óperas chinas, y no quiso acabar su actuación
sin recitar en español algunas estrofas de Guantanamera.
El viernes, tras inaugurar en el hotel Nacional una exposición de
equipos electrónicos de la empresa china Panda, Zemin obsequió a
Castro con un poema dedicado al pueblo cubano que escribió horas antes,
'inspirado', según explicó, 'en los versos de un antiguo poeta
chino', con la siguiente alusión a Cuba: 'En desafío del viento
ruidoso y la tormenta / de la orilla opuesta / se yerguen airosos los pinos /
con el orgullo y la firmeza de la montaña'. El gesto de Jiang, según
dijo el diario Granma, conmovió a Castro.
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