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Abril 16, 2001



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Buenos Aires, abril 16, 2001. Clarín digital

Pelea voto a voto por una condena a Cuba en la ONU

EE.UU. busca sancionarla por violaciones a los derechos humanos · Pero hay indicios de que podría obtener menos votos que el año pasado · Eso significaría una grave derrota para Bush

Juan Gasparini. Ginebra. Especial Para Clarín. Abril 16, 2001

La votación en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sobre los derechos humanos en Cuba está muy dura este año para Estados Unidos. Aunque ni el gobierno estadounidense ni el cubano se animan a dar oficialmente un pronóstico, hay indicios que permiten vaticinar que Washington podría obtener menos votos que el año pasado, lo que implicaría una derrota para el presidente George Bush.

En el 2000, hubo una condena a Cuba por 21 votos contra 18 en contra y 14 abstenciones. Pero este año, la presión estadounidense no ha conseguido hasta ahora más de 20 votos, aunque según fuentes estadounidenses acarician el triunfo con la estimación de que dos países dudosos, Arabia Saudita y Swazilandia, se inclinarían en su favor, sumando 22 sufragios. Pero esta tesis es replicada por La Habana, cuyos funcionarios aseguran que Washington sólo tiene seguros 16 votos.

La pelea por el voto en la comisión entra en su etapa decisiva, cuando el próximo miércoles la comisión vote una propuesta de condena a Cuba de la República Checa.

Los países que van a votar son 53, el número de Estados que la ONU ha escogido para integrar su Comisión de Derechos Humanos, el máximo foro en la materia, combinando una distribución proporcionada y rotativa por regiones. Hay 15 países africanos, 12 asiáticos, 5 del este europeo, 11 latinoamericanos y 10 de la Unión Europea más Canadá y EE.UU.

Al concierto lo armoniza un presidente, elegido cada año por consenso, en esta ocasión, el argentino Leandro Despouy, responsable de derechos humanos de la Cancillería. En la comisión se pasa revista a la situación de derechos humanos en el mundo. El dictamen de la ONU es sólo una condena moral, aunque con obvio valor político.

El aspecto álgido es el punto 9 de la agenda, que alude a los lugares donde se violan "masiva y sistemáticamente" los derechos humanos, un sitio que Cuba dice no merecer pues comparte el banquillo de los acusados con Irak, Irán, Birmania, Guinea Ecuatorial y China. El rechazo de La Habana se basa —como dicen diplomáticos de la isla— en que "nosotros no tiramos gente de los aviones y no colgamos disidentes en las plazas públicas".

Funcionarios de EE.UU. dicen que cuentan con 20 países que votarán por una condena a Cuba. Incluyen en la lista a Guatemala, Costa Rica, Bélgica, Canadá, República Checa, Francia, Alemania, Italia, Japón, Lituania, Noruega, Polonia, Portugal, Qatar, Corea del Sur, Rumania, España, Reino Unido y EE.UU, e incluso a Argentina (ver La Argentina...).

Para Washington, otros dos países —Arabia Saudita y Swazilandia— están en una "zona gris" y podrían alargar la lista, con lo que EE.UU. tendría 22 votos.

Pero, a su vez, los funcionarios cubanos replican que el pronóstico de EE.UU. no es correcto y que esta vez la suerte los asiste con sólo 16 votos en su contra: 8 de la Unión Europea (Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Noruega, Portugal, España y Reino Unido), 4 del este europeo (República Checa, Polonia, Rumania y Lituania) y otros 4 que son Japón, Canadá, Corea del Sur y, por supuesto, EE.UU.

Pero hay áreas de países cuyo voto puede inclinar la balanza a un lado u a otro. Un enigma reside en Asia y Africa, donde Libia, Argelia y Vietnam votarán a favor de Cuba, muchos se abstendrán, y nadie arriesga quiénes se subirán a la cruzada anticubana o la rechazarán.

Otro sector espinoso es el latinoamericano. Particularmente porque México, el país que representa a América latina en las discusiones entre los grupos regionales, adelantó por boca de su canciller, Jorge Castañeda, que se abstendrá, repitiendo su voto del año pasado. Lo mismo hará Colombia, calcando su política del 2000. Pero otros países de la región aparecen divididos o con un pronóstico de voto ambiguo. Perú (que votó en contra el año pasado), Brasil y Ecuador se inclinarían por la abstención, como en el 2000. Uruguay está indeciso, mientras Guatemala —que en el 2000 votó contra Cuba— podría repetir ese voto, aunque eso no es del todo seguro. Costa Rica es una incógnita ya que el año pasado no integraba la comisión.

Venezuela se sabe que votará en contra junto con, obviamente, Cuba. Sobre el voto argentino, ninguna instrucción ha llegado aún a Ginebra, pero el canciller Alberto Rodríguez Giavarini se muestra proclive a la condena repitiendo el voto del 2000, mientras el presidente de la Comisión, Leandro Despouy, que no vota pero influye, no niega su simpatía por reinstaurar la política del ex presidente Raúl Alfonsin, la abstención.

Quien levantará la mano por Argentina es el embajador Horacio Solari. Su evaluación arroja, provisoriamente, un empate en 19 votos cada uno.

Las razones de las vacilaciones de las cancillerías son diversas. Pero sobre todo, la promesa incumplida de los checos de incluir en el texto una condena al embargo que padece la revolución castrista desde hace 40 años por parte de EE.UU.

El gobierno argentino todavía no definió su voto sobre Cuba, previsto para esta semana en la ONU. Es lo que le dijo, el jueves, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, al embajador en Ginebra, Horacio Solari. Pero los indicios apuntan a una nueva condena, como la de hace un año.

A principios de semana, Giavarini lanzó una frase en ese sentido: "Lo hecho, bien hecho está", dijo, en alusión al voto de doce meses atrás en la Comisión de Derechos Humanos, en Ginebra. Le replicó con dureza el embajador de Cuba en Buenos aires, Alejandro González, quien ya adelantó informalmente que abandonará la Argentina de inmediato en caso de un nuevo voto condenatorio. Y el canciller dio un paso al costado: "El voto no está aún decidido", señaló el viernes.

Un paper que circula desde hace algunos días en la Casa Rosada, explica los argumentos del gobierno de la Alianza para justificar su voto del año pasado junto a los Estados Unidos, y contra La Habana. El sufragio —se explica— fue para "alentar un mayor nivel de cooperación por parte de las autoridades cubanas con los distintos órganos y mecanismos de supervisión internacional establecidos por la Comisión para la promoción y protección de los derechos humanos".

Además, la Cancillería está manejando los últimos informes de ONG como Amnesty Internacional y Human Rights Watch, que cuestionan la política de derechos humanos del gobierno de Fidel Castro.

Giavarini, con cautela, define el voto sobre Cuba

Ana Gerschenson. Abril 16, 2001

Es casi un voto cantado. Los últimos informes de las organizaciones no gubernamentales (ONG) que maneja la Cancillería sostienen que en Cuba se siguen cometiendo violaciones a los derechos humanos. Y con estos elementos, la Argentina decidirá el próximo 18 de abril si vuelve a condenar al régimen de Fidel Castro por esos delitos, durante la reunión anual del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que se realiza en Ginebra.

Esta semana, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini sugirió que el Gobierno volvería a levantar la mano para condenar a la administración de Fidel Castro. "Lo hecho, bien hecho está", dijo contundente.

El embajador cubano, Alejandro González le contestó de inmediato. "Lo dicho, bien dicho está", aseguró en obvia referencia a la acusación de Castro, que llamó "lamebotas yanqui" a la Argentina por votar en sintonía con Estados Unidos.

Ayer, el canciller tuvo que salir a desinflar una polémica anticipada, tanto en el frente externo como interno. "El voto no está aún decidido", aseguró. Y no repitió su vehemente defensa a lo actuado.

Pero si la Argentina sostiene ese voto, y los informes de los organismos internacionales reflejan que la situación cubana no ha cambiado, la ecuación no puede ser demasiado distinta.

En un extenso documento, Amnesty Internacional denunció la "severa persecución sufrida por miembros de la oposición" y afirma que "cientos de personas en Cuba permanecen detenidas por delitos políticos". Pero lo más contundente del informe es la certeza de esta organización de que "al menos trece personas fueron ejecutadas y otras nueve permanecen con sentencia de muerte" en la isla caribeña desde el inicio del año 2000. Y añade que "incluso hubo algunos informes sobre tortura en las prisiones".

La organización Human Rights Watch no es más compasiva en su reporte 2001 con el funcionamiento del castrismo.

A pesar reconocer "algunos desarrollos positivos en el año 2000", la investigación de esta ONG considera que "las prácticas del gobierno cubano en materia de derechos humanos fueron generalmente arbitrarias y represivas".

En la Casa Rosada ya comenzó a circular un papel informal explicando los argumentos con los que el año pasado, la Argentina condenó a Cuba. Una suerte de defensa por adelantado de lo que vendrá.

En el documento no oficial —titulado "Cómo votó Argentina en la ONU"— se asegura que la única solicitud material contenida en el texto de resolución del año pasado, "se limita a exhortar al gobierno cubano a que invite al país al Relator Especial sobre el derecho a la libertad de opinión y expresión y al Relator Especial sobre la cuestión de la tortura".

¿Por qué la Argentina votó a favor de esta resolución, en contra de Cuba y no se abstuvo como otros países latinoamericanos como Brasil, Colombia, Ecuador y México? La pregunta fue la principal crítica de los sectores más progresistas del radicalismo y el Frepaso. Y desencadenó las quejas de Raúl Alfonsín y Carlos Alvarez.

Será por eso que, el documento que circula en el Gobierno termine con un párrafo dedicado a la "explicación del voto", casi un año después de haberlo realizado.

El propósito del sufragio argentino fue "alentar un mayor nivel de cooperación por parte de las autoridades cubanas con los distintos órganos y mecanismos de supervisión internacional establecidos por la Comisión para la promoción y protección de los derechos humanos".

Es cierto que el Gobierno se ocupó de dejar sentado en Ginebra su "profundo lamento" porque la resolución no incluyó una condena al embargo comercial, impuesto unilateralmente por los Estados Unidos.

Pero en los hechos, votó en la misma sintonía que los Estados Unidos.

De la Rúa podría verse enfrentado otra vez a las protestas de Alvarez y Alfonsín, aunque por el momento ni el titular del radicalismo ni el jefe del Frepaso han dado señales de protesta

Quizás el portazo que más resuene este año sea el del embajador cubano en la Argentina, quien ya le advirtió informalmente al Gobierno que en caso de que la Argentina repita su voto condenatorio abandonaría Buenos Aires de inmediato.

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