Gina Montaner. Publicado el lunes, 16 de abril de 2001 en
El Nuevo Herald
Madrid -- "Miami es la ciudad más vilipendiada del mundo...'' Así
comienza la última novela de la escritora cubana Zoé Valdés.
Si el protagonista del libro se llama Tierno Mesurado, el libro de Zoé es
lo contrario de este detective con poderes extrasensoriales: la desmesura
desbordada. Una orgía operática en clave de teatro bufo que
termina en el acabose más tremebundo. Incluida escena final apocalíptica.
Porque tiene algo de cómic esta nueva obra de la popular escritora. En
vez de llamarse La Cosa, Hombre Araña o el Increíble Hulk, algunos
de los numerosos personajes que pululan en esta épica desarrollada en
plena sagüesera miamense se hacen llamar Falso Universo, Ufano Querella o
Amotinada Albricias Lévy.
Imagínense que, antes de rodar la saga de La guerra de las galaxias,
George Lucas hubiera ingerido una sobredosis de guarapo que, a modo de un acid
trip, lo hubiera transportado a las mismísimas entrañas de la
Calle Ocho; y éste, desde la lucidez del delirio, hubiera comprendido que
el exilio lleva más de cuarenta años librando una batalla sin
tregua contra el Imperio del Mal --en la novela la isla es el tenebroso Cayo
Cruz. Luke Sky Walker es la hermosa Iris Arco, la única que, con su
espada de la luz y la verdad, puede liberar a Miami del maleficio que sobre la
ciudad ha lanzado el aliento putrefacto de un Darth Vader caribeño: esta
vez Zoé nombra al innombrable, a la madre de todos los dictadores,
Doblevedoblevedoblevepunto
HombreProfundamenteBestiaPuntocom, El Gran Fatídico, La Maruga
Quisquillosa. La Pequeña Habana, la ciudad de la luz, está en
peligro de ser arrasada por los agentes del Mal, encarnado en los secuaces que
Cayo Cruz envía constantemente a la capital de la diáspora para
crear un ambiente de división y debilitar a sus habitantes.
Con humor desparramado Zoé Valdés nos propone un viaje al mero
centro de la tierra del exilio cubano, que no es un viaje pedante y moroso a la
semilla, del otro afrancesado pero estirado Carpentier; y, generosa como su heroína,
Iris Arco, nos presenta a Miami como ciudad que, a pesar de los manejos turbios
del Mal, encarna, miren por dónde, nada menos que el Bien. Vi a la autora
en un programa de televisión en España en el que defendía a
Miami frente a la imagen que durante tanto tiempo se ha impuesto: ciudad sin
ley, refugio de la mafia anticastrista, nido de narcotraficantes, páramo
cultural en el que se beben espejismos en los oasis-malls. Sin embargo, desde la
sofisticación parisina Zoé Valdés le regala a la ciudad "más
vilipendiada del mundo'' un escapulario (su novela) para protegerse de todos los
"mal de ojos'' que la acechan. No le falta razón a la escritora
cuando afirma que, en gran medida, la mala fama de este lugar que inspira
amor-odio se debe a la propaganda que desde Cayo Cruz (véase Cuba) han
diseminado La Maruga Quisquillosa y todos sus espías, turistas no tan
accidentales, exiliados con síndrome de Estocolmo y tanto postcastrista,
que no anticastrista puro y duro (me adhiero a la corriente del brillante Rafael
Rojas) castigado y aislado por la izquierda divina y autista que ahora canta
corridos junto al encapuchado Marcos.
En la novela de Zoé los malos de la película se llaman Facho
Berrao, Adefesio Mondongo, Maraca Terrorista o Falso Universo. Se infiltran en
la ciudad de la luz donde manejan el tráfico humano de los balseros,
tienden redes de espionaje que permean todos los estamentos de la sociedad.
Saben caldear los ánimos de una población herida por el destierro.
Siembran la paranoia y la desconfianza entre unos y otros. Son ellos quienes
colocan bombas oportunas cuando un cantante de Cayo Cruz visita la ciudad. Los
periódicos del mundo dedican titulares a la intolerancia del exilio. Misión
cumplida, les dice el Jefe de la Secta mientras juega a ser el gran carcelero de
Cayo Cruz. Y uno se ríe con las bellaquerías de Facho Berrao y su
troupe, que son como unos Hermanos Mala Sombra torpes. Los Tres Chiflados del
mal sueltos en los Everglades. La Pandilla Sucia del comunismo. Pero entre risa
y sonrisa la novela, que es un revulsivo contra los efectos dañinos de
Maruga Quisquillosa, evoca a los sibilinos que, desde la ciénaga de
ciertos programas de radio, en verdad, trabajan desde hace años para
Doblevedoblevedoblevepunto
HombreProfundamenteBestiaPuntoCom. Los gacetilleros del Mal que escupen
difamaciones desde periodicuchos de alcantarilla. Roque y sus boy scouts del
espionaje, haciéndose pasar por ovejas disidentes y arrepentidas antes de
dejar un reguero de sangre, impuesto revolucionario del Gran Jefe de la Secta.
Intelectuales que van y vienen intoxicando la intensa humedad de la ciudad de la
luz. Ex canallas retirados cuyas memorias no son más que desmemorias de
un pasado que extrañan (como el bolero). Son los Falsos Universos
eternamente nostálgicos de la efímera gloria que les dio trabajar
para el Gran Fatídico.
No les cuento el final de Milagro en Miami porque tiene mucha intriga y
miga. Digamos que Miami está que arde entre la lucha del Bien contra el
Mal. ¿Que qué ocurre con Doblevedoblevedoblevepunto
HombreProfundamenteBestiaPuntoCom, El Gran Fatídico, La Maruga
Quisquillosa? Tampoco les cuento. Zoé, que es medio bruja, les ha leído
el pensamiento. Escapulario, ristra de ajos y agua de coco. Que la fuerza nos
acompañe. |