Cuesta Morúa, peregrino
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, septiembre - Manuel Cuesta Morúa (37), historiador y
secretario general de la Corriente Socialista Democrática Cubana (CSDC),
retornó a La Habana tras realizar un periplo político por varios
países de Europa, Estados Unidos, Jamaica y Venezuela. Honró su
palabra. Cuatro años atrás, ya electo para el liderazgo de esa
agrupación disidente, propuso a los opositores al interior de Cuba un
pacto ético: no abandonar el país; no emprender el camino del
exilio, sino apoyarse en él.
Su regreso vino acompañado de una noticia. Afirma que "por
primera vez, que conozca, una organización opositora del exilio y una de
Cuba, de líneas políticas casi idénticas, inician un
proceso de unificación. La Coordinadora Socialdemócrata de Miami y
la CSDC van por ese camino, que considero de mucho futuro para el proyecto
socialdemócrata en la Isla".
El viaje de Cuesta, en cierto modo, ocurrió marcado por el
transcurrir de las vidas de dos niños. Partió cuando el caso Elián
González Brotons estaba en su apogeo y el primogénito del
disidente, Carlos Manuel, apenas tenía un mes de nacido. Retornó
con Elián en Cuba, el vástago ya de siete meses. Quizás,
por los días del partir, su paternidad estrenada le llevó a
solidarizarse con Juan Miguel González. Escribió entonces un polémico
artículo, titulado "Elián y la dramaturgia política
del cubano", donde criticó a la llamada ultraderecha miamense.
"Observé una metodología política que ha venido
siendo tradición en la oposición política a Fidel Castro,
la cual consiste en agarrarse a cualquier clavo caliente que pueda ser útil,
sin importar costos o sujetos involucrados. Una filosofía que ha
resultado contraproducente, sobre todo en términos de legitimidad simbólica
de los adversarios de Castro".
Algunos, en La Habana; el propio Cuesta, en cierto modo, opinan que ese artículo
facilitó la concesión del permiso de salida -la famosa tarjeta
blanca- por estos días cada vez más lejano si se es opositor o
periodista independiente, más si se pretende viajar con pasaje de vuelta.
Pudo ser, como también pudo ser que una acumulación de
invitaciones, signadas por lo explícito y la tenacidad, diera al fin
resultado. El principal anfitrión, el Partido Democrático de la
Izquierda de Italia (PDI), persistió en no ocultar bajo el pretexto de
una invitación de carácter personal su intención política.
"Se negaron absolutamente, porque su propósito es normalizar la
existencia de la diferencia. Para ellos los opositores cubanos tienen
legitimidad política, más allá de su posibilidad real de
acceder a los órganos de poder. No se trata sólo de lograr que las
personas salgan, sino de establecer claramente cuál es la naturaleza de
la relación que se tiene con ellas". Lo cierto: Cuesta viajó.
Y deja bien claro que sin condiciones por parte del gobierno de Fidel Castro y,
como pudo conocer después, sin gestión propiciatoria de sus
anfitriones o de sus gobiernos.
Se nota en Cuesta, aún, la falta de entrenamiento de padres novatos,
devenidos peregrinos. Su pequeño Carlos Manuel es y no es el que dejó.
Ese detalle, y una diferencia en el discurso oficial, son los únicos
cambios registrados por el disidente entre su partida y arribo, así como
en la situación cubana. Para él, tras Elián, "el
gobierno isleño ha logrado una especie de rearme y ha encontrado casi de
casualidad un nuevo nicho de unidad simbólica. Nos encontramos con nuevos
instrumentos políticos que no deben ser subestimados: mesas redondas,
tribunas abiertas, marchas cíclicas. De alguna manera perjudican a la
oposición porque desplazan el conflicto entre el gobierno y cualquiera de
sus adversarios hacia un diferendo entre naciones. Fuera de Cuba, muchos me
dijeron, muchos tan importantes como pueden serlo sagaces políticos de
varios países, que mientras la esquizofrenia de las relaciones entre la
Isla y Estados Unidos perdure, o la del gobierno cubano con su exilio, ellas de
alguna manera van a seguir superdeterminando las posibilidades de la oposición
interna".
Cuba necesita cambios. Esa conciencia existe, incluso en sectores de la
izquierda tradicional aún más o menos romántica hacia
Castro, constató Cuesta, quien además observó
desconocimiento sobre quiénes son o serían en verdad los sujetos
políticos alternativos de Cuba. "Para algunos la oposición
cubana son tres o cuatro gladiadores pro-derechos humanos sin proyecto político
concreto". Sin dudas, un punto que compromete posibilidades de apoyos y
legitimidad, a lo cual se suman las diferencias vistas por Cuesta, entre Europa
y Estados Unidos, en su compromiso con los derechos humanos. "Europa se
mantiene respetuosa de la llamada soberanía nacional y, aunque discuta
ese concepto, no quiere incurrir en injerencismo, mientras que Estados Unidos no
cree en fronteras cuando se trata de derechos humanos"; aquélla
prefiere grandes espacios sociológicos y siempre está preguntando
el número de los integrantes del "partido", mientras que para
los norteamericanos tres o cuatro minorías activas son suficientes para
un compromiso. En Europa, la obra social de Castro pesa; para Estados Unidos lo
positivo no vale si se hizo sin respeto a valores democráticos generales.
Europa busca sentido de responsabilidad en las alternativas políticas.
Para los europeos, reformas y estabilidad son básicas; sólo
quieren apoyar a las alternativas portadoras de ese mensaje. Cuesta llama la
atención sobre una paradoja: "El continente de las revoluciones
devino reformista; el país de las reformas, en el caso de Cuba, aspira a
revolucionario".
Reformas, revolución: viejas inquietudes de Cuesta Morúa,
quien persiste en apostar por las primeras. "Como en muchos países
europeos, la búsqueda de consenso desde la sociedad se ha vuelto vital
para Cuba; en general, las estructuras globalizadas no apoyan estrategias de
confrontación, en el caso cubano; son partidarias de estrategias de
reconocimiento de sujetos alternativos en un espacio común". Cuesta
pone sobre la mesa, junto al café y un pliego de demandas del pequeño
Carlos Manuel, un comentario pícaro: "no sólo es que los
extremos de Cuba se toquen -Castro, fundamentalistas de Miami- sino que predican
confrontación por un lado y negocian a lo post modern por el otro. El
gobierno cubano gobierna por la confrontación. Si lo hiciera por la
negociación, un poco estaría traicionando sus orígenes. Los
fundamentalistas de Miami, por su lado, lo mismo con signo contrario; fueron
desplazados y ahora quieren desplazar. Pero ambos, a su modo, negocian a más
y mejor en el Congreso de Estados Unidos. Unos con Helms, otros con el caucus
negro".
Cuesta piensa que el proyecto de la Mesa de Reflexión de la Oposición
Moderada de Cuba (MROM), al cual pertenece la CSDC, es el camino para que los
opositores aprendan estrategias de consenso, aún cuando no se participe
de aquélla. A partir de su experiencia internacional, propone ideas para
un diseño de estrategias civilistas de la oposición cubana. "Ante
todo, paciencia; es difícil lograr instituciones estables para lograr
cambios políticos; supone mucho esfuerzo, más tomando en
consideración a nuestra tradición política. Después,
no divorciar la acción del conocimiento; en todos los países que
visité una mínima decisión es resultado de un inmenso
trabajo de consenso; nosotros, los opositores, no deberíamos enviar el
mensaje de que cada una de nuestras alternativas es suficiente; debemos decir ¡no!
al hegemonismo, así de simple. Y debemos acostumbrarnos a las crisis de
crecimiento de las instituciones; se entra, se sale, y nada terrible pasa; la
unidad por sí misma no es necesaria para promover un cambio, porque éste,
por sí mismo, siempre se ha producido sobre la base de la diversidad. La
oposición cubana debe pasar de la dicotomía amigo-enemigo a la de
aliado-adversario, porque lo importante entre adversarios es que tienen algo en
común. Para empezar, somos cubanos; algo nada subestimable".
Ideas como ésas, debates como ésos, formaron parte de la
frustrada experiencia de Concilio Cubano. Entonces, como ahora, Cuesta Morúa
defendió a la vigente Constitución isleña como espacio de
discusión y de reformas. "Admite muchas cosas", dijo en 1996;
hoy expresa que "la vía constitucional debe ser más explotada
por los grupos alternativos en determinados espacios y de una nueva manera; no
como estrategia para demostrar falta de voluntad de un gobierno poco respetuoso
de sus propias leyes, sino como estrategia de transformación y medio de
apelar a la sociedad en términos de educación y participación.
Una manera de hallar legitimidad de la alternativa es encontrar lo alternativo
en la Constitución. Es parte de la política gubernamental apelar más
a la supremacía del poder y no utilizar demasiado el respaldo
constitucional y legal: el Partido dice, el Gobierno dice; con el tiempo, logra
borrarse de las mentes el valor de la ley como instrumento de libertad, por mínima
que ésta sea".
¿Nuevos caminos, quizás? La Europa disidente que echó
abajo el Muro de Berlín habló de legalidad. El legendario
Solidaridad polaco convocó a huelga general en nombre de las leyes, y
llegó a reconocer el carácter dirigente del Partido Comunista en
los históricos Acuerdos de Gdansk. Por ideas como ésas se dice que
la visita de Cuesta a Miami fue la estancia más polémica de su
peregrinaje. Pero el secretario general de la CSDC destaca más el lado
positivo. Tuvo encontronazos; pero, además de compartir con sus
correligionarios y cercanos, conoció a una derecha moderada con la que,
según relata, le fue muy bien. "Cuba también necesita de una
derecha. Pero una que sea abierta, civilizada y capaz de trabajar por un
consenso".
Carlos Manuel Cuesta, al mejor estilo de su bisabuelo materno el líder
sindical azucarero Jesús Menéndez, presentó un nuevo pliego
de demandas. Papá llama a Mamá; la entrevista prosigue en esta
tarde capitalina de verdes propios de nuestro barrio, el Ensanche de La Habana.
No un yankee en la corte del Rey Arturo, sino un negro de la Cuba censurada ante
el Internet de los países libres, es mi próxima inquietud, mi lógica
curiosidad. Cuesta "mató el hambre", se atiborró de
sitios Web sobre Cuba y leyó a los periodistas independientes cubanos.
Observó calidades dispares, pero defendió ante algunos críticos
que lo vital en esa especie de "ventana al mundo" es que haya
suficiente información alternativa.
"Es un trabajo muy apreciado, muy leído, aunque sólo
cuatro o cinco nombres sirven de verdaderas guías informativas: Raúl
Rivero, Jesús Zúñiga, Lucas Garve, Vázquez Portal y
quien me está entrevistando. Creo que ellos deben contribuir a mejorar el
esfuerzo de los demás".
Honrar, honra; así que pregunto por la popularidad de los adversarios
de la prensa gubernamental. Cuesta reconoce que también es muy leída,
aunque más como medio de interpretar las "señales" del
poder de Cuba. Por lo que leyó y escuchó, de voces diversas, los "cuartos
bates" de ese periodismo son Lázaro Barredo, Pedro de la Hoz,
Katiuska Blanco y Magda Resik, a mi juicio una revelación del periodismo
cubano. Un dato: discrepancias aparte, según Cuesta, el respeto por estos
colegas, fuera de Cuba, nace de una frase que lo dice todo: "escriben bien".
Un negro de la Cuba censurada frente al Internet invita a reconsiderar el
estado de la cuestión racial, cuatro años después de
entrevista como ésta. El secretario general de la CSDC opina que se han
producido avances al interior de la Isla. "Veo una conciencia negra sobre
el problema racial y no una conciencia racista sobre el problema racial; la
vieja mentalidad de avanzar por el blanqueamiento cede ante la apelación
de muchos negros a sus raíces. De cuando en cuando los poderes político
y cultural tocan el tema, prueba de que en esos sectores también existe
conciencia del problema. Por otro lado, observo acentuación de un racismo
defensivo entre los blancos; lo observo en un recrudecimiento del humor y en
algunas opiniones que pretenden justificar el fracaso del proyecto gubernamental
en haber dado derechos a los negros. He leído, para mi escándalo,
que en una Cuba futura los negros deberán retornar al supuesto lugar que
les corresponde. Eso es definitivamente peligroso".
Cuesta me hace pensar en nuestra saga nacional, donde todo fracaso ha tenido
por origen a una exclusión. Peregrino de un sentimiento de libertad, no
olvido -no olvidemos- aquellas palabras suyas de 1996: "un proyecto
realmente liberador sólo puede partir del respeto a todas las identidades
y a las identidad de todos".
Carlos Manuel Cuesta, niño negro, sonríe feliz. Su primo
Pablo, de unos dos años, juega con él. Pablo es blanco, rubito
como un alemán.
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