CUBANET .INDEPENDIENTE

28 de septiembre, 2000


Cuesta Morúa, peregrino

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, septiembre - Manuel Cuesta Morúa (37), historiador y secretario general de la Corriente Socialista Democrática Cubana (CSDC), retornó a La Habana tras realizar un periplo político por varios países de Europa, Estados Unidos, Jamaica y Venezuela. Honró su palabra. Cuatro años atrás, ya electo para el liderazgo de esa agrupación disidente, propuso a los opositores al interior de Cuba un pacto ético: no abandonar el país; no emprender el camino del exilio, sino apoyarse en él.

Su regreso vino acompañado de una noticia. Afirma que "por primera vez, que conozca, una organización opositora del exilio y una de Cuba, de líneas políticas casi idénticas, inician un proceso de unificación. La Coordinadora Socialdemócrata de Miami y la CSDC van por ese camino, que considero de mucho futuro para el proyecto socialdemócrata en la Isla".

El viaje de Cuesta, en cierto modo, ocurrió marcado por el transcurrir de las vidas de dos niños. Partió cuando el caso Elián González Brotons estaba en su apogeo y el primogénito del disidente, Carlos Manuel, apenas tenía un mes de nacido. Retornó con Elián en Cuba, el vástago ya de siete meses. Quizás, por los días del partir, su paternidad estrenada le llevó a solidarizarse con Juan Miguel González. Escribió entonces un polémico artículo, titulado "Elián y la dramaturgia política del cubano", donde criticó a la llamada ultraderecha miamense.

"Observé una metodología política que ha venido siendo tradición en la oposición política a Fidel Castro, la cual consiste en agarrarse a cualquier clavo caliente que pueda ser útil, sin importar costos o sujetos involucrados. Una filosofía que ha resultado contraproducente, sobre todo en términos de legitimidad simbólica de los adversarios de Castro".

Algunos, en La Habana; el propio Cuesta, en cierto modo, opinan que ese artículo facilitó la concesión del permiso de salida -la famosa tarjeta blanca- por estos días cada vez más lejano si se es opositor o periodista independiente, más si se pretende viajar con pasaje de vuelta. Pudo ser, como también pudo ser que una acumulación de invitaciones, signadas por lo explícito y la tenacidad, diera al fin resultado. El principal anfitrión, el Partido Democrático de la Izquierda de Italia (PDI), persistió en no ocultar bajo el pretexto de una invitación de carácter personal su intención política. "Se negaron absolutamente, porque su propósito es normalizar la existencia de la diferencia. Para ellos los opositores cubanos tienen legitimidad política, más allá de su posibilidad real de acceder a los órganos de poder. No se trata sólo de lograr que las personas salgan, sino de establecer claramente cuál es la naturaleza de la relación que se tiene con ellas". Lo cierto: Cuesta viajó. Y deja bien claro que sin condiciones por parte del gobierno de Fidel Castro y, como pudo conocer después, sin gestión propiciatoria de sus anfitriones o de sus gobiernos.

Se nota en Cuesta, aún, la falta de entrenamiento de padres novatos, devenidos peregrinos. Su pequeño Carlos Manuel es y no es el que dejó. Ese detalle, y una diferencia en el discurso oficial, son los únicos cambios registrados por el disidente entre su partida y arribo, así como en la situación cubana. Para él, tras Elián, "el gobierno isleño ha logrado una especie de rearme y ha encontrado casi de casualidad un nuevo nicho de unidad simbólica. Nos encontramos con nuevos instrumentos políticos que no deben ser subestimados: mesas redondas, tribunas abiertas, marchas cíclicas. De alguna manera perjudican a la oposición porque desplazan el conflicto entre el gobierno y cualquiera de sus adversarios hacia un diferendo entre naciones. Fuera de Cuba, muchos me dijeron, muchos tan importantes como pueden serlo sagaces políticos de varios países, que mientras la esquizofrenia de las relaciones entre la Isla y Estados Unidos perdure, o la del gobierno cubano con su exilio, ellas de alguna manera van a seguir superdeterminando las posibilidades de la oposición interna".

Cuba necesita cambios. Esa conciencia existe, incluso en sectores de la izquierda tradicional aún más o menos romántica hacia Castro, constató Cuesta, quien además observó desconocimiento sobre quiénes son o serían en verdad los sujetos políticos alternativos de Cuba. "Para algunos la oposición cubana son tres o cuatro gladiadores pro-derechos humanos sin proyecto político concreto". Sin dudas, un punto que compromete posibilidades de apoyos y legitimidad, a lo cual se suman las diferencias vistas por Cuesta, entre Europa y Estados Unidos, en su compromiso con los derechos humanos. "Europa se mantiene respetuosa de la llamada soberanía nacional y, aunque discuta ese concepto, no quiere incurrir en injerencismo, mientras que Estados Unidos no cree en fronteras cuando se trata de derechos humanos"; aquélla prefiere grandes espacios sociológicos y siempre está preguntando el número de los integrantes del "partido", mientras que para los norteamericanos tres o cuatro minorías activas son suficientes para un compromiso. En Europa, la obra social de Castro pesa; para Estados Unidos lo positivo no vale si se hizo sin respeto a valores democráticos generales. Europa busca sentido de responsabilidad en las alternativas políticas. Para los europeos, reformas y estabilidad son básicas; sólo quieren apoyar a las alternativas portadoras de ese mensaje. Cuesta llama la atención sobre una paradoja: "El continente de las revoluciones devino reformista; el país de las reformas, en el caso de Cuba, aspira a revolucionario".

Reformas, revolución: viejas inquietudes de Cuesta Morúa, quien persiste en apostar por las primeras. "Como en muchos países europeos, la búsqueda de consenso desde la sociedad se ha vuelto vital para Cuba; en general, las estructuras globalizadas no apoyan estrategias de confrontación, en el caso cubano; son partidarias de estrategias de reconocimiento de sujetos alternativos en un espacio común". Cuesta pone sobre la mesa, junto al café y un pliego de demandas del pequeño Carlos Manuel, un comentario pícaro: "no sólo es que los extremos de Cuba se toquen -Castro, fundamentalistas de Miami- sino que predican confrontación por un lado y negocian a lo post modern por el otro. El gobierno cubano gobierna por la confrontación. Si lo hiciera por la negociación, un poco estaría traicionando sus orígenes. Los fundamentalistas de Miami, por su lado, lo mismo con signo contrario; fueron desplazados y ahora quieren desplazar. Pero ambos, a su modo, negocian a más y mejor en el Congreso de Estados Unidos. Unos con Helms, otros con el caucus negro".

Cuesta piensa que el proyecto de la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada de Cuba (MROM), al cual pertenece la CSDC, es el camino para que los opositores aprendan estrategias de consenso, aún cuando no se participe de aquélla. A partir de su experiencia internacional, propone ideas para un diseño de estrategias civilistas de la oposición cubana. "Ante todo, paciencia; es difícil lograr instituciones estables para lograr cambios políticos; supone mucho esfuerzo, más tomando en consideración a nuestra tradición política. Después, no divorciar la acción del conocimiento; en todos los países que visité una mínima decisión es resultado de un inmenso trabajo de consenso; nosotros, los opositores, no deberíamos enviar el mensaje de que cada una de nuestras alternativas es suficiente; debemos decir ¡no! al hegemonismo, así de simple. Y debemos acostumbrarnos a las crisis de crecimiento de las instituciones; se entra, se sale, y nada terrible pasa; la unidad por sí misma no es necesaria para promover un cambio, porque éste, por sí mismo, siempre se ha producido sobre la base de la diversidad. La oposición cubana debe pasar de la dicotomía amigo-enemigo a la de aliado-adversario, porque lo importante entre adversarios es que tienen algo en común. Para empezar, somos cubanos; algo nada subestimable".

Ideas como ésas, debates como ésos, formaron parte de la frustrada experiencia de Concilio Cubano. Entonces, como ahora, Cuesta Morúa defendió a la vigente Constitución isleña como espacio de discusión y de reformas. "Admite muchas cosas", dijo en 1996; hoy expresa que "la vía constitucional debe ser más explotada por los grupos alternativos en determinados espacios y de una nueva manera; no como estrategia para demostrar falta de voluntad de un gobierno poco respetuoso de sus propias leyes, sino como estrategia de transformación y medio de apelar a la sociedad en términos de educación y participación. Una manera de hallar legitimidad de la alternativa es encontrar lo alternativo en la Constitución. Es parte de la política gubernamental apelar más a la supremacía del poder y no utilizar demasiado el respaldo constitucional y legal: el Partido dice, el Gobierno dice; con el tiempo, logra borrarse de las mentes el valor de la ley como instrumento de libertad, por mínima que ésta sea".

¿Nuevos caminos, quizás? La Europa disidente que echó abajo el Muro de Berlín habló de legalidad. El legendario Solidaridad polaco convocó a huelga general en nombre de las leyes, y llegó a reconocer el carácter dirigente del Partido Comunista en los históricos Acuerdos de Gdansk. Por ideas como ésas se dice que la visita de Cuesta a Miami fue la estancia más polémica de su peregrinaje. Pero el secretario general de la CSDC destaca más el lado positivo. Tuvo encontronazos; pero, además de compartir con sus correligionarios y cercanos, conoció a una derecha moderada con la que, según relata, le fue muy bien. "Cuba también necesita de una derecha. Pero una que sea abierta, civilizada y capaz de trabajar por un consenso".

Carlos Manuel Cuesta, al mejor estilo de su bisabuelo materno el líder sindical azucarero Jesús Menéndez, presentó un nuevo pliego de demandas. Papá llama a Mamá; la entrevista prosigue en esta tarde capitalina de verdes propios de nuestro barrio, el Ensanche de La Habana. No un yankee en la corte del Rey Arturo, sino un negro de la Cuba censurada ante el Internet de los países libres, es mi próxima inquietud, mi lógica curiosidad. Cuesta "mató el hambre", se atiborró de sitios Web sobre Cuba y leyó a los periodistas independientes cubanos. Observó calidades dispares, pero defendió ante algunos críticos que lo vital en esa especie de "ventana al mundo" es que haya suficiente información alternativa.

"Es un trabajo muy apreciado, muy leído, aunque sólo cuatro o cinco nombres sirven de verdaderas guías informativas: Raúl Rivero, Jesús Zúñiga, Lucas Garve, Vázquez Portal y quien me está entrevistando. Creo que ellos deben contribuir a mejorar el esfuerzo de los demás".

Honrar, honra; así que pregunto por la popularidad de los adversarios de la prensa gubernamental. Cuesta reconoce que también es muy leída, aunque más como medio de interpretar las "señales" del poder de Cuba. Por lo que leyó y escuchó, de voces diversas, los "cuartos bates" de ese periodismo son Lázaro Barredo, Pedro de la Hoz, Katiuska Blanco y Magda Resik, a mi juicio una revelación del periodismo cubano. Un dato: discrepancias aparte, según Cuesta, el respeto por estos colegas, fuera de Cuba, nace de una frase que lo dice todo: "escriben bien".

Un negro de la Cuba censurada frente al Internet invita a reconsiderar el estado de la cuestión racial, cuatro años después de entrevista como ésta. El secretario general de la CSDC opina que se han producido avances al interior de la Isla. "Veo una conciencia negra sobre el problema racial y no una conciencia racista sobre el problema racial; la vieja mentalidad de avanzar por el blanqueamiento cede ante la apelación de muchos negros a sus raíces. De cuando en cuando los poderes político y cultural tocan el tema, prueba de que en esos sectores también existe conciencia del problema. Por otro lado, observo acentuación de un racismo defensivo entre los blancos; lo observo en un recrudecimiento del humor y en algunas opiniones que pretenden justificar el fracaso del proyecto gubernamental en haber dado derechos a los negros. He leído, para mi escándalo, que en una Cuba futura los negros deberán retornar al supuesto lugar que les corresponde. Eso es definitivamente peligroso".

Cuesta me hace pensar en nuestra saga nacional, donde todo fracaso ha tenido por origen a una exclusión. Peregrino de un sentimiento de libertad, no olvido -no olvidemos- aquellas palabras suyas de 1996: "un proyecto realmente liberador sólo puede partir del respeto a todas las identidades y a las identidad de todos".

Carlos Manuel Cuesta, niño negro, sonríe feliz. Su primo Pablo, de unos dos años, juega con él. Pablo es blanco, rubito como un alemán.



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