CUBANET .INDEPENDIENTE

27 de septiembre, 2000


A cara o cruz, ¡no!

Ricardo González Alfonso

LA HABANA, 26 de septiembre - Hay noticias que, como las monedas, tienen dos caras. Lo digo porque el periódico Granma, bajo el título: "Un incidente drámatico e inoportuno", repartió recientemente adjetivos a dos columnas, y una vez más, como en los cuentos para niños, presentó al bueno y al malo.

El Bueno

En la primera página del periódico de marras, en su edición del 21 de septiembre, al pronunciarse sobre el amarizaje forzoso de una avioneta AN-2 el martes 19, comentó sobre el piloto: "A Angel Lenin Iglesias Hernández no se le conocen antecedentes penales. Su comportamiento en el trabajo fue correcto, y procede de una familia revolucionaria. El propio nombre que le pusieron al nacer lo demuestra". (Es Vox Populi que el parentezco viene por el comandante de la Sierra Maestra Joel Iglesias).

El Malo

Continúa Granma: "Se le atribuye a su compañero de escuela e íntimo amigo, Rodolfo Fuentes Fernández, hombre corrompido, de dudosa moral y conducta, la influencia nociva que lo condujo a tan irresponsable acción".

Buscando el canto de la moneda

Camilo José Cela sentenció: "Lo malo de quienes se creen en posesión de la verdad es que cuando tienen que demostrarla no aciertan ni una".

Este reportero entrevistó en el municipio capitalino de Playa a tres personas relacionadas de una forma u otra con Rodolfo Fuentes Fernández. Sus testimonios muestran aristas que Granma omitió.

Una mirada entre la muerte y la vida

Gladys Mendoza Espinosa, de 60 años, es madre de Jacqueline Viera, de 28. La joven es una de las diez personas que participaron en el vuelo-amarizaje-rescate.

La señora Mendoza reside en los altos de la vivienda marcada con el número 9201, en la calle 5ta.D. Cuando converso con ella se siente muy afligida. Piensa que a su hija la van a devolver a Cuba. Yo le prometo algo, y parece esperanzarse; pero no mucho. Su mirada aún anda distante de la vida, y aunque con temor, declara: "Rodolfo es un padre ejemplar. ¿Y su matrimonio con Liliana? ¡Unico!"

Y continúa: "Aunque él es ingeniero, trabajaba como chofer en la embajada de Japón, y en mi opinión, su moral no es dudosa, ni es corrompido ni tiene mala conducta. Yo lo conozco muy bien. ¡Figúrese, los padres de Liliana, que están ahora de visita en los Estados Unidos, viven en los bajos!"

Voy a mi casa y regreso poco después con la fotocopia de una página WEB de "El Nuevo Herald", que informa que los nueve sobrevivientes no serán devueltos. La mirada de Gladys Mendoza regresa a la vida.

Por favor, no diga mi nombre

Quien opta por el anonimato es una mujer de 38 años. La conozco, pues visito cerca de su casa. Insisto que me autorice a revelar su identidad. El miedo vence. La comprendo.

"Estudié con Fuentes en la Secundaria Básica "Angola", ésa que está en la calle 98. Era un buen alumno. Su familia, por lo menos en aquella época y hasta donde yo conocía, era revolucionaria".

Ahora, más tranquila, como quien se arranca un susto del alma, añade: "El periódico dice que Fuentes tiene 38 años, pero creo que son 36. Ellos son cuatro hermanos. Rubén estudiaba en la Unión Soviética; Ricardo se fue a México, para hacer una maestría, pero ha pasado mucho tiempo y aún no ha vuelto, ¡ya tú sabes!. Y en el 94 Rafael se fue en una balsa. Más nuna supe de ellos".

Y concluye: "A Fuentes muchos le decían "El Pibe", porque él llamaba por "Pibe" a todo el mundo. Nos encontrábamos por el barrio de vez en cuando. La última vez, no hace mucho, estaba frente a su casa limpiando una guagüita (un Van). Yo no lo vi, y me dijo sonriente: "Oye, ¿ya no saludas a las viejas amistades?"

Una opinión revolucionaria

En la calle 5ta.E vivía Rodolfo Fuentes Fernández, con Liliana Ponzoa, de 36 años, y Andy, de 6, hijo de ambos. Yo deseo verificar si "sellaron" su domicilio, o sea, si el gobierno ya lo confiscó. Me detengo ante una residencia de dos plantas de color bambú claro y con el número 9420. Están pegados sendos sellos en la puerta principal y en la del garaje. Me retiro, y, a unas pocas casas, escucho:

- "¿Es verdad que el de la avioneta era tremendo tipo?"

- "¡Qué va"! -dice una señora que conversa en el portal con un joven- "¡Rodolfo era de lo más buena gente!"

- Disculpe -me excuso con la mujer- pero oí lo que hablaban.

Los dos se asustan, me identifico y pido a la señora que me conceda una entrevista.

- "Sí, Rodolfo es una buena persona; pero mire, pregúntele mejor a ella -y señala- a la que acaba de entrar allí, es tremenda "come-candela", usted verá lo que le dice".

En Cuba todos sabemos que "come-candela" es el sinónimo popular de incondicional al régimen, y fui en busca de una opinión diferente para balancear los criterios.

La "come-candela" no sabía qué es un periodista independiente. Se lo explico. Me mira sorprendida, pero me invita a pasar y me pide: "No diga mi nombre. Escriba que soy una mujer de 45 años, que se considera revolucionaria y que está integrada".

Con un gesto suave indica que me siente, y expresa: "Eso de moral dudosa es un término muy ambiguo. No sé qué razón tendrán para decirlo. Pero lo que yo conozco de Rodolfo es que siempre ha sido un buen vecino. Se relacionaba con todo el mundo. Si alguien lo necesitaba, él lo servía. Su hijo, Andy, jugaba mucho con el mío".

Entonces precisa: "Incluso Rodolfo participaba en algunas actividades del CDR (Comité de Defensa de la Revolución); aunque yo sabía que no simpatizaba con la revolución porque su esposa se había apuntado en cuanto "Bombo" (sorteo de visas) salía. Y eso que elos estaban bien. Usted vió donde vivían, ¿no?". Asiento con la cabeza, y mi entrevistada prosigue: "Y tenían un Lada rojo que estaba nuevo". Después de una pausa larga, añade: "La verdad, nunca imaginé que se fueran de una forma así".

Al despedirme, la "come-candela" me estrechó la mano.

Una conclusión inconclusa

Sí, algunas noticias son como las monedas: Las hay auténticas y falsas. Los hombres somos diferentes. Nadie es de oro ni de plomo. Así que Rodolfo Fuentes Fernández tendrá sus defectos, sólo que nadie me los reveló.

Releo el par de columnas del Granma, recuerdo la sentencia de Camilo Cela, y me pregunto: ¿Para qué inventar arquetipos del mal o del bien?

Y ahora, como dice un periodista de la televisión cubana, "Saque usted sus propias conclusiones".



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