Un niño que debe ser atendido
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, septiembre - Isbel Piñero Naranjo, de 12 años,
residente en el pueblo cautivo López Peña, padece desde su
nacimiento una Extropía Versical que llega hasta la punta del pene.
Con casi una decena de intervenciones quirúrgicas en estos años
de sufrimiento, ahora, a inicios de su adolescencia está seriamente
afectado psicológicamente, sin descartar el daño físico.
Sus progenitores han vivido un vía crucis por los hospitales de esta
Isla, autodenominada "potencia médica", sin encontrar solución
al caso de su hijo -que no logra contener el flujo urinario.
En julio del pasado año un grupo de médicos norteamericanos,
especialistas en estas dolencias, visitaron Cuba y atendieron casos similares en
el hospital pediátrico del Cerro. Los padres de Isbel hicieron numerosas
gestiones para lograr entrevistarse con los galenos estadounidenses, pero los
doctores Presmani y Martha, junto a agentes del servicio de inteligencia de Cuba
los obstaculizaron argumentando que los únicos autorizados para mediar
con los extranjeros eran ellos: Martha y Presmani.
En mayo de este año, angustiados ante tanta indolencia dirigieron una
carta al gobernante Fidel Castro. Su última esperanza en Cuba, según
dijeron. Pocos días después, a vuelta de correo, una hoja timbrada
del Consejo de Estado con apenas sesenta palabras le comunicaba a los padres de
Isbel que su caso pasaba a la "consideración" del Ministerio de
Salud Pública, el mismo que en doce años los colmó de
falsas expectativas y que, vaya a saber por qué oscuras razones, le
impidió entrevistarse con los médicos norteamericanos incluso en
contra de la voluntad de uno de esos especialistas extranjeros que había
accedido a atender el caso del niño.
El caso de Isbel es de máxima prioridad, pero ya han pasado más
de dos meses de aquel escrito del Consejo de Estado y nadie ha dado respuesta a
los padres del muchacho en las múltiples gestiones que ellos han levado a
cabo en la Dirección de Salud Pública en la provincia de Pinar del
Río.
Tal vez los progenitores de Isbel, Migdalia e Ignacio, desde su humilde
vivienda en el pueblo cautivo y con la angustia que les causa la situación
de su hijo, piensen que los persigue el estigma de ser descendientes de aquellos
guajiros del Escambray que en los años sesenta se opusieron por las armas
al régimen de Fidel Castro.
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