Culto popular a la Virgen de la Merced
LA HABANA, 25 de septiembre (Rev. Pedro Crespo, Grupo Decoro) - A más
de 500 años del encuentro de dos culturas, la del acero y la espada y la
del maíz y el casabe, se produjo la transculturación de que habla
Don Fernando Ortiz y la disputa de Don Carvajal y Doña Cuaresma
correspondió a la del "Contrapunteo del Tabaco y el Azúcar".
Pero, además, llegaron los santos católicos y los santos
(orishas) yorubas. Se quiso, como era lógico en la lógica del
vencedor, evangelizar a indios y después a negros, y el resultado fue
-como sabemos- que se vistieron los de la Regla de Osha con los ropajes de
bernini. Y el resultado fue Mercedes-Obatalá; Regla-Yemayá;
Caridad-Oshún.
Por cierto, que Obatalá -el gran orisha heredero de Dios- modeló
los cuerpos de los humanos, y Olodumare (Dios) les insufló el alma y les
puso en la cabeza un Eledá (Espíritu Protector). Es el más
puro de los Orishas, el único que Shangó respeta y obedece.
Han pasado más de 500 años y la cosa sigue.
Cada año, al llegar el 2 de septiembre, miles de devotos se congregan
-como se congregaron ayer- a los pies de la Virgen de la Merced. Venidos de
todas partes de la Isla preferentemente vestidos de blanco, color éste
con el que se presenta ataviada la Virgen de la Merced en su santuario de la
calle Cuba #806, aunque son muchos los templos que poseen su imagen en ciudades
y pueblos del país. No son pocas las mujeres que llevan este querido
nombre.
En ella reconocen los católicos a María, la madre de la
Misericordia, la que apareció a San Pedro Nolasco la noche del primer día
de agosto de 1218, con el propósito de que fundase la Congregación
de la Merced para la redención de los cristianos cautivos bajo el poder
de los moros en España.
En Cuba se hicieron presentes los Mercedarios desde los tempranos tiempos de
la colonización de la Isla, donde difundieron esta devoción
mariana.
Llegados los largos tiempos de la esclavitud, se unieron a las tradiciones
cristianas de los colonizadores y los criollos las creencias y costumbres de los
negros esclavos que las transpusieron y adaptaron a las nuevas realidades.
Pongamos en Dios y en la Virgen nuestras manos y sabremos lo que es romperse
las odiosas cadenas que nos esclavizan más allá del cuerpo, para
alcanzar de la Virgen de la Merced, y como merced, la verdadera libertad que
tanto añoramos los cubanos.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|