Sueño musical
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, septiembre - El interior de los taxis privados habaneros ha
devenido un espacio de libre intercambio de ideas.
Hace muy poco, inspirados por un cassette grabado con canciones
interpretadas por Celia Cruz, Albita y Willy Chirino, seis habaneros apiñados
dentro de un Dodge del año 55 traspasaron las fronteras de las
posibilidades y analizaron con pasión estimulada por la música el
problema de la separación entre los cubanos.
No sin sorpresa para mí, llegaron todos a la misma conclusión:
Somos cubanos, hijos de una misma tierra que nos pertenece a todos por ese
derecho de haber nacido en ella (El perro tiene cuatro patas, pero coge un solo
camino).
Sin mesa redonda, ni afán propagandístico-politiquero, unos
cubanos comunes y corrientes limpiaron de ideología y politización
una de las expresiones artísticas más genuinas de la Isla: la música.
Así, lamentaron haber vivido sus escasas décadas de vida sin
poder admirar en vivo el arte de una mujer cubana como Celia Cruz, quien es hoy
leyenda viva de la música para tantos habitantes de la Isla. A pesar de
la posición vertical anticastrista de la admirada artista, unánimemente
coincidieron en reconocer el amor encendido de Celia Cruz por su tierra cubana.
"Los artistas cubanos aman a su tierra, otra cosa es su posición
política y no se entiende por qué no se pueden ni oír en la
radio ni ver en la televisión nacionales", terció uno, en
tono reciamente contestatario.
Arribar a ese punto gracias a la fuerza de la música soberbiamente
interpretada por Celia Cruz en un taxi habanero, que rueda con su carga humana
por la Calzada de 10 de Octubre, puede ser la mejor medalla que quizás
ostente la Reina de la Salsa Cubana, pero también revela el grado de
desintoxicación ideológica que causó la contagiosa canción.
¿Podrán esos jóvenes cubanos disfrutar el arte de Celia
Cruz y de otros artistas cubanos algún día en su propia tierra? ¿Quedará
únicamente ese deseo dentro de un sueño musical?
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