¿De quién es la culpa?
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, septiembre - Lo que algunos pronosticaron está ahí;
la industria azucarera cubana no ha salido de la crisis que la afecta. Rodó
por tierra la esperanza de que el régimen de Fidel Castro contara con
otra "locomotora" que le ayude a arrastrar la pesada carga económica
del país.
Mucho antes de la desaparición del campo socialista se inició
en el país (1986) la reducción descontrolada de áreas de
sembrados de caña, cuyo ritmo anual ha sido de alrededor de 21 mil hectáreas.
A esto se suman los bajos rendimientos en las áreas cultivadas, que a
nivel nacional registraron el año pasado cerca de 34 mil 900 arrobas por
caballería -la mitad de lo obtenido en la zafra 1987-88.
Hoy, más de 200 entidades productoras de caña están
calificadas de "muy bajas productoras" ya que no rebasan las 15 mil
arrobas por caballería.
Por otra parte, la atención a los retoños -que ocupan el 70
por ciento de las plantaciones- es deficiente. Al finalizar la primera quincena
de septiembre, cinco provincias tenían más del 20 por ciento de
sus áreas severamente enyerbadas y en las zonas de cultivo de ciertos
municipios y regiones esos índices son muy superiores.
Las esperanzas fijadas en las grandes siembras (más de 200 mil hectáreas
por año) que renovaron las menguadas plantaciones no han dado los
resultados previstos; las pérdidas son considerables pues la sequía
y la crisis de combustibles han hecho sus estragos también, a lo que se
debe agregar que por diversos motivos la germinación no es la requerida
para esta etapa del año.
Pero, ahora la emprenden contra los inspectores de áreas cañeras.
Se sabe ya que en el último Consejo de Dirección del Ministerio
del Azúcar se ordenó la verificación de todos los
trabajadores que realizan esa labor; se les acusa de "falta de capacidad",
"de amiguismo", "compadreo" y "tolerancia con lo mal
hecho".
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