CUBANET .INDEPENDIENTE

14 de septiembre, 2000


Malos rumores dentro del sector estatal

LA HABANA, 13 de septiembre (Tania Díaz Castro, PPDHC afiliado a la Fundación Sajarov) - En el sector de los artesanos cubanos corre el rumor de que la Oficina del Historiador de Ciudad Habana suprimirá a más de seiscientos veladores, quienes perciben una ayuda económica diaria por parte del personal artesanal que labora en las áreas de la Catedral de La Habana, incluyendo a aquellos que trabajan con los libreros.

Este rumor ha sido como una nueva alarma que ha sembrado el pánico, pues los veladores llevan varios años vinculados a ese sector privado y su única fuente de ingresos la reciben de manos de los artesanos.

Los veladores cuidan las tarimas o venden los artículos en ausencia del artista dueño. Estas áreas del municipio Habana Vieja son muy concurridas, no sólo por turistas, sino también por nacionales. Se trata de los lugares más atractivos de la capital desde que surgieran allá por los finales del 70 y donde se ofertan productos de esmerada calidad, algo que no han logrado las dependencias estatales en 41 años.

La inquietud que envuelve a los veladores no deja de tener fundamento, pues en el pasado, un tiempo después de permitida esta producción individual a los artesanos cubanos, muchos de ellos fueron a prisión por el presunto delito de "enriquecimiento ilícito".

Como la política económica del país depende en gran medida de las "marejadas revolucionarias" que vienen desde arriba, ni artesanos ni veladores, ni vendedores de libros, sienten seguridad y estabilidad en el desempeño de sus labores. Nadie olvida el caso del artesano Pelegrí, quien jamás se presentó a juicio por "enriquecimiento ilícito" en los años ochenta, pues ya había salido vía Venezuela, con ayuda del propio gobierno cubano, según manifestaron familiares y amigos. Este artesano, que producía principalmente zapatos y carteras de piel de excelente calidad, sólo vendía a Bienes Culturales, un organismo estatal que exportaba dichos artículos sobre todo a países socialistas. Por su cuenta privada bancaria, que arrojaba un saldo de cien mil pesos, la cual representaba sus ganancias de ventas al Estado, Pelegrí fue encausado judicialmente junto a decenas de amigos y conocidos.

A este episodio del régimen, que muchos calificaron de lamentable, dado que Cuba entera se vestía y calzaba con los productos de esos artesanos, se le llamó "Plan Adoquín". Junto al "Plan Pitirre", que privó a cientos de campesinos privados de vender sus productos agrícolas en mercados preparados por el propio Estado, estos planes fueron suprimidos y sus productores encarcelados u obligados a permanecer inactivos.

Hoy, los veladores del sector artesanal presienten que correrán la misma suerte, algo que afectará en gran medida una de las atracciones más importantes del turismo cubano actual.

Esperemos que las olas no vuelvan a agitarse demasiado tras las acciones del Sol y de la Luna.



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