La producción tabacalera: mito y realidad
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, septiembre - Los que soñaron en la década del noventa que la recuperación de la producción tabacalera en Cuba estaba en la extensión del cultivo a territorios sin esa tradición hoy deben estar verdaderamente desconcertados.
Quinientos años de cultivo de tabaco en la Isla dejó más que definidos los lugares aptos para esa actividad agrícola, que es a los que se les debe dar una sistemática y adecuada atención.
En el último lustro de los 90 el número de municipios que sembraron tabaco en nuestro país se duplicó, llegando a sumar 103, pero se olvidó una norma: en ese cultivo lo esencial es la calidad y el rendimiento.
Como promedio general nacional se logran 200 quintales por caballería, cifra que apenas llega al 50 por ciento del potencial para suelos tabacaleros con un rendimiento calificado de regular.
Por otra parte, se descuida la atención fitosanitaria y cepas con diversas enfermedades han hecho sus estragos en las plantaciones. Para enfrentar este fenómeno se decidió el desarrollo de nuevas variedades de la solanácea en detrimento de la calidad, en especial de
las hojas para capas; razón por la cual más de la mitad de las fábricas de puros del país están actualmente paralizadas y el año pasado se incumplió el programa de 200 millones de vitolas.
Para ser competitivo en el mercado internacional el tabaco cubano tiene que despojarse del lastre que le causa la llamada empresa estatal socialista. Según el director nacional de Tabacos Cubanos, Osvaldo Echevarría, "no se puede seguir subsidiando la ineficiencia".
Sin hacer dejación de los avances científicos es preciso prestar más apoyo en recursos al productor privado y retomar las tradiciones, que llevaron al tabaco cubano a ser considerado el mejor del mundo y que hoy otros le disputan.
Tal parece que un nuevo enfoque del asunto se abre paso, pues se anuncia la disminución en el área a plantar y la concentración de esfuerzos en el abastecimiento de insumos, así como el mejoramiento de los suelos y de las instalaciones para curar las hojas de tabaco.
Sin embargo, hasta el momento lo que se aprecia es un significativo atraso en la roturación de las tierras; carencia de combustible; tardanza en la reparación de los inmuebles para almacenar la hoja y también demoras en la aplicación de materias orgánicas a los
desgastados suelos de Vuelta Abajo, los más importantes del país en materia de cultivo del tabaco.
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