La educación cubana a inicios del nuevo siglo
Lic. Oscar Espinosa Chepe, Economista Independiente
LA HABANA, septiembre - La severa crisis existente en Cuba desde hace más de diez años ha incidido en toda la sociedad, incluido el sector de la educación, donde se observa un significativo retroceso. En esta decisiva actividad, aunque utilizada ampliamente como mecanismo
de adoctrinamiento ideológico y lastrada de enfoques dogmáticos, resulta innegable que se lograron progresos en la instrucción de la ciudadanía con niveles altos de escolarización, superiores a los de la inmensa mayoría de los países del llamado
Tercer Mundo.
Cuando se examina el estado actual de la enseñanza en Cuba, sobresale la drástica reducción de los recursos. Si en 1989 el presupuesto asignado a la educación fue de 1664,0 millones de pesos, en 1998 sólo alcanzó 964,0 millones, ambas cifras calculadas
a precios constantes según datos publicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL). Ello representa en términos comparables una caída del 42,0 por ciento. Ahora bien, tomando en consideración el
crecimiento poblacional, mientras en 1989 se gastaron 157,32 pesos por habitante, en 1998 se emplearon 86,53 pesos, o sea un 45,0 por ciento menos.
Estos datos expresan el continuo empeoramiento de las condiciones materiales en la educación, visibles en el deplorable estado de las instalaciones docentes, la carencia de materiales de enseñanza en general y el descenso de la calidad de la alimentación destinada a los
alumnos internos y seminternos.
El recorte de los recursos ha tenido un impacto negativo también sobre la calidad de la educación y el número de estudiantes con acceso a ella. De ahí que las matrículas en algunas enseñanzas hayan sido afectadas notablemente, como es el caso de la
preuniversitaria, la técnico-profesional y la universitaria, lo que se puede apreciar a continuación.
Cuadro 1
Educación |
Matrícula inicial
(Curso 1990-91 |
Unidad: miles de estud.
(Curso 1998-99) |
TOTAL |
2511,4 |
2242,3 |
Primaria |
887,7 |
1015,9 |
Pre-universitaria |
226,1 |
107,6 |
Técnica y Profesional |
300.6 |
254,8 |
Superior |
242,4 |
102,6 |
Otros |
378,9 |
312,6 |
Fuente: La Economía Cubana, Reformas Estructurales y Desempeño en los Noventa. CEPAL. Segunda Edición, 2000.
Por supuesto, este declive en las matrículas ha tenido efectos posteriores sobre la cantidad de graduados, en particular los universitarios, cuya reducción acaecida al término del curso 1997-1998 respecto al de 1990-1991 fue del 51,0 por ciento. Para ofrecer una visión
de conjunto sobre las graduaciones se muestra la siguiente información.
Cuadro 2
Educación |
Graduados
(Curso 90-91) |
Unidad: miles de estud.
(Curso 97-98) |
TOTAL |
520,4 |
412,7 |
Primaria |
133,4 |
154,1 |
Pre-universitaria |
65,1 |
20,3 |
Técnica y Profesional |
83,0 |
60,1 |
Superior |
39,4 |
19,2 |
Otros |
40,2 |
35,2 |
Fuente: La Economía Cubana, Reformas Estructurales y Desempeño en los Noventa. CEPAL, Segunda Edición, 2000.
Al descenso de los medios materiales disponibles se suma el masivo abandono de las aulas de profesores y maestros debido a la acelerada depreciación de sus salarios, un cúmulo enorme de tareas extradocentes incluídas muchas de carácter político, condiciones de
trabajo desfavorables, falta de reconocimiento social y una considerable carga burocrática.
Si el personal docente alcanzaba 233 mil 415 profesionales en el curso 1990-1991, era de 197 mil 598 en el de 1998-1999; destacándose la disminución ocurrida en la enseñanza media que de 100 mil 118 profesores se redujo a 70 mil 476. En la enseñanza superior también
se aprecia esa tendencia, aunque menos pronunciada, al perderse mil 144 docentes en el período señalado.
La situación se agrava debido a que la juventud, conocedora de los problemas en el sector, rechaza estudiar carreras relacionadas con el magisterio. Esto puede apreciarse claramente en las estadísticas disponibles, pues en el curso 1990-1991 matricularon Pedagogía 111mil 212
estudiantes, mientras en el curso 1998-1999 la cifra fue de 35 mil 68, a pesar de las presiones políticas y de otra índole para que los jóvenes seleccionen esta carrera.
En cuanto a los estudiantes que terminan sus estudios, los datos son todavía más elocuentes. En el curso 1990-1991 se graduaron 20 mil 865 alumnos, pero en el de 1997-1998 únicamente lo hicieron 6 mil 20, lo cual evidencia una alta tasa de deserción.
Para hacer frente a esta situación, en febrero de 1999 se introdujeron modificaciones al elevar los salarios en el sector, en dependencia de las evaluaciones de su labor. Así, un licenciado en educación con un salario escala mensual de 280 pesos puede recibir un aumento de
50 pesos adicionales cuando el trabajo es calificado de Muy Bien (MB) y 20 pesos de Bueno (B). Los evaluados de Regular (R) o Malo (M) no reciben incrementos salariales.
De todas formas, aunque un licenciado en educación obtuviera una evaluación de MB, muy difícil de alcanzar por la cantidad de requisitos, incluidos los políticos, y además tener derecho a un suplemento por años de servicios prestados a la docencia, el
salario total que recibiría nunca rebasaría en moneda nacional un equivalente a 20 dólares mensuales. Como referencia puede apuntarse que en el curso 1999-2000 de todos los profesores evaluados sólo 27 mil 100, el 14 por ciento, logró la calificación de MB,
según fuentes oficiales.
La introducción de este complejo mecanismo de incentivos no ha detenido el abandono del magisterio. En el pasado curso sólo en la capital hubo que incorporar a la docencia a 655 estudiantes universitarios de carreras no pedagógicas, mil 286 profesionales de organismos y
organizaciones estatales y mil 190 estudiantes de Pedagogía desde segundo año de la carrera, para dar clases a grupos de alumnos que carecían de profesores. Una situación similar está prevista en el curso 2000-2001, estimándose que en la ciudad de La Habana
existe un déficit de dos mil 546 profesores, fundamentalmente en la enseñanza media.
Hay que indicar que este empleo de personal no especializado trae consigo una disminución en la calidad de las clases impartidas. Aunque estas personas posean los conocimientos necesarios y estén imbuidas de la mejor voluntad, no tienen los requerimientos metodológicos
indispensables ni la experiencia para realizar un trabajo tan complejo.
Por otra parte, los problemas de la educación cubana no son únicamente de naturaleza propia, sino también están dados por la negativa influencia de graves problemas que perviven y se desarrollan en la sociedad. En Cuba, se ha producido una inversión de la pirámide
social sobre todo en los últimos años. La valoración de un profesional ha descendido radicalmente, con lo cual la juventud cada vez está menos atraída para transitar por la senda del estudio y los sacrificios que esta actividad demanda.
Hoy, quien vive mejor no es aquél que tenga mayores conocimientos, sino quien posea un trabajo que le permite acceder a los dólares, por simple que sea: o la suerte de contar con familia o amigos en el exterior que le haga llegar la indispensable divisa. El trabajo creador, fuente
natural del progreso de los pueblos, y el estudio que lo potencia, tienen muy poco espacio en la Cuba actual. El parasitismo y el clientelismo político los han sustituido.
Este es el contexto en que se halla la educación cubana a principios de un nuevo siglo, en un proceso de completo deterioro y pérdida de los avances logrados con tantos esfuerzos en otros tiempos.
Es esta una situación muy peligrosa en un mundo complejo, donde crecientemente se impone un esquema globalizador que si bien ofrece ventajas para las naciones preparadas para aprovecharlas, también trae aparejados graves riesgos para aquéllas que por algún motivo no
valoren justamente los tiempos actuales, cuando la esmerada preparación profesional de las nuevas generaciones, en un ambiente con altos valores espirituales, representa una cuestión absolutamente decisiva.
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