Burro, que te quiero macho
Graciela Alfonso
LA HABANA, septiembre - El reclamo no guarda relación con los solípedos varones, aunque en la Isla es tan difícil poseer un asno como acceder a los ejemplares de la Musa Paradisiaca -específicamente de la variedad Sapientum Kuntze. "Se les llama plátanos
viandas y se hace de ellos consumo diario en todas las casas de la Isla, particularmente del macho, verde o maduro" -escribió el sabio Don Tomás Roig en el diccionario Botánico de Nombres Vulgares cubanos.
Actualmente, la población nativa menor de 40 años desconoce éste y otros hábitos alimentarios tradicionales relacionados con las viandas. El gusto especial de la malanga amarilla (yautía) se ausentó de la dieta, al parecer, sin retorno. El ñame
blanco (hervido, con mojo crudo para los mortales y sin sal para los orishas del panteón Yoruba) está también entre los desaparecidos.
Las disponibilidades de frutos o raíces cocidas se limitan a las patatas (ocasionalmente a través de la cartilla de racionamiento), los boniatos, la calabaza y la yuca (exclusivamente en los Mercados Agropecuarios o de precios topados) y el plátano burro. Sí, el mismo
que Roig calificara de "sosos sus frutos cuando maduros, únicamente utilizados cuando verdes y aún así no son muy estimados porque consumen mucha manteca y son desabridos". En contraposición describe el plátano macho con los siguientes términos: "El
fruto alcanza hasta 30 centímetros de longitud y es de carne firme, no comestible crudo".
A los que hoy estamos obligados a servir en nuestras mesas raciones de plátanos burros hervidos nos queda el recuerdo de que cualquier tiempo pasado fue mejor, y el consuelo de aguardar por un mañana próspero con una agricultura libre.
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