La fe de Liborio
Germán Castro, Cuba Press
LA HABANA, enero - Liborio puede dudar de la existencia de Dios, del poder de los orishas, de la astrología, de la cartomancia, de la magia blanca y negra, de los llamados contrarrevolucionarios, del exilio cubano, del sorteo de visas, de la globalización, de Clinton -por
supuesto-, del turismo, de la prensa extranjera, de los partes meteorológicos, del horario de los trenes, del gato del vecino, del vecino y hasta de sí mismo, que estará justificado. Basta con que su fe parezca que está en otra parte más conveniente a quienes
intentan dirigir sus creencias.
Para empezar, está (o lo parece) en la Revolución, que es el genérico de cuyo tronco parten las ramificaciones hasta formar un curioso árbol de fidelidades.
Así que dice tener fe en Fidel, en el periódico Granma, en el Partido, en el marxismo y en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), las Fuerzas
Armadas Revolucionarias (FAR) y la cultura nacional, por partes o a la vez, según corresponda.
También cree -y en eso no hay dudas- en Martí, en el escudo y en la bandera nacionales.
Asimismo, dice creer en el internacionalismo, en las promesas "socialistas", en los discursos oficiales, en las estadísticas y en los porqués de todos y cada uno de sus sacrificios.
Puede hacer creer incluso que cree en la televisión, en la recuperación económica y en la conservación de los valores de la sociedad cubana.
Desde que fue autorizado tiene fe, además, en el "más allá", si bien sobre todo en el "un poco más acá" de origen africano porque las comunicaciones entre el Olimpo Negro y la Isla parecen mucho mejores.
Además, confía tanto en su suerte que, con toda la fuerza de su fe, no vacila en cruzar el Estrecho de la Florida montado en cualquier objeto que flote o, en el mejor de los casos, realiza con igual serenidad los trámites migratorios.
Esto nos lleva de la mano a una de sus principales creencias: su certidumbre de futuro. No del futuro prometido por el Partido desde hace cuatro décadas, sino de ese otro, naturalmente, que implica a la democracia, entendida como la oportunidad de escoger periódicamente la forma de
gobierno y los gobernantes que se desean, y a la libertad, asumida como libertad real de movimiento, pensamiento, religión, etc. Es decir, en forma concreta y no como abstracción.
Sin embargo -y esto no deja de ser una rareza- el materialismo histórico y el comunismo científico, no obstante los descalabros en la aplicación de sus asertos, entran cómodamente -basta con una simple señal de la fe matriz- en su santoral. Y como una fe lleva
a la otra, no tardamos en descubrir sus contradicciones, puesto que muchas resultan excluyentes, y su simple cohabitación revela el entrecomillado de su autenticidad.
Dicho de otra manera: Liborio, a todas luces, sólo tiene fe en su modo de fingir fe.
Como diría Kafka: "Una fe tan pesada y tan liviana como una guillotina" (1)
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(1) Frank Kafka, Reflexiones, tomado de Relatos, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1964, p. 306
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