La tolerancia
Claudia Márquez Linares, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, enero - La tolerancia es una de las virtudes que tenemos que recuperar. Esa es una de las claves imprescindibles para que la futura libertad de Cuba no sea sólo ausencia de opresión.
Durante años nos hemos acostumbrado, cuando nos enfrentamos a conductas u opiniones que no compartimos, a decir siempre "estás equivocado". Casi desterramos de nuestro vocabulario la oración "no estoy de acuerdo".
Más allá de la ausencia de respeto por la opinión ajena que implica esta postura, es también una arrogancia y una errada convicción creer que el criterio propio es el correcto. Por lo general, los seres humanos poseedores de la verdad, o de parte de ella,
muestran una modesta actitud hacia los que piensan distinto. Es precisamente por estar abiertos al otro que han alcanzado parte de la verdad.
Durante más de cuatro décadas los cubanos hemos vivido en una sociedad que ha interpretado la realidad en términos absolutos. Entre el bien y el mal no hay términos medios. Sin duda, esa atmósfera de intolerancia ha condicionado y permeado la psicología
de buena parte de los cubanos. Inclusive lo comprobamos en ocasiones entre aquéllos que se oponen al sistema actual. Con dificultad se acepta como válido el criterio y la opinión subjetiva. Siempre debe ser obvia la supuesta verdad.
Me gustaría citar una reflexión del escritor cubano exiliado Carlos Alberto Montaner, aparecida en su libro "Libertad: la clave de la prosperidad": "Aparentemente, la tolerancia es un valor débil, blando, propio de personas o de grupos bondadosos, pero creo
oportuno subrayar que ésa es una manera superficial de entender esta virtud. La tolerancia es mucho más que eso: es el clima idóneo para la aparición de la verdad".
También en este libro, refiriéndose a la labor del comunicador apuntaba: "Hay periodistas y escritores que hacen mal uso de ella (de la libertad de prensa y expresión), como hay choferes que conducen irresponsablemente, pero los beneficios que de ella se derivan hacen
impensable que se prohiban".
Sólo seremos capaces de vivir en libertad cuando comprendamos que la tolerancia es, entre otras cosas, esa incómoda sensación de pensar que los otros, al final, quizás tengan la razón.
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