CUBANET ...INDEPENDIENTE

26 de enero, 2000



El pargo y la moneda

Jorge Diego Rodríguez, Cuba Press

LA HABANA, enero - Con el advenimiento del año 2 mil llegó también para la población de La Habana un anuncio oficial de que mejoraría la distribución de pescado "normado", es decir, el que se vende por la libreta de racionamiento. ¿Es esto lo que tenían deparado a un país que se puso "de cara al mar" hace casi cuatro décadas?

Hoy por hoy, las suculentas especies marinas de la plataforma insular no llegan a la población en las pescaderías encargadas de vender la "cuota" (excepto algunos desperdicios de tercera o cuarta categoría). Los pargos, cuberas, camarones, langostas, etc., sólo pueden ser adquiridos a precios exorbitantes en dinero cubano en las "pescaderías especiales", o por divisa en las "shoppings". ¡Oiga, y que esto sucede en una nación rodeada por el mar!

En este sentido, creo que nuestra suerte es a la inversa de la que tuvo una marquesa española residente en La Habana en 1840. Cuentan las crónicas que el capitán general de la isla, don Pedro Téllez Girón, y su esposa, la noble sevillana doña María del Rosario Fernández de Santillán, invitaron a la fiesta de la Virgen del Rosario al acaudalado Pancho Marty. Este, salido con alpargatas y boina de España, se había hecho de una fortuna con el paso de los años y su talento para los negocios.

- Vamos a ver -preguntó Marty a la princesa. ¿Qué quiere usted que le mande de regalo?

Después de titubear, aquélla respondió:

- Pues bien, Marty, mándeme un pargo para el almuerzo.

Refiere el cronista que la generala recordó, a no dudar, que el pescado más selecto que se comía en La Habana pasaba por las lanchas y tarimas de Pancho Marty.

Hoy, con tantos avances y recursos, y tantas "transformaciones sociales", lo mejor del mar sigue pasando en Cuba por escogidas tarimas, y va a parar a selectas mesas.

Pero bien, sigamos el hilo de la anécdota hasta el final. El pargo prometido por el rico hombre fue enviado a su destinataria. A la hermosa pieza le acompañaba un mensaje: "Doña Rosario, que los pase muy felices. Abrale la barriga al pargo - Francisco Marty Torrens".

Parecía una aclaración innecesaria la que venía en la misiva. Era una cosa lógica tener que abrir el vientre del pez. Pero aquel magnífico ejemplar, de los llamados de San Rafael, pesaba mucho... "parecía de plomo", cuenta el cronista.

Al abrir su buche, ¡comenzaron a salir onzas de oro! Por eso envidio a la marquesa, porque ella recibió un buen regalo monetario con el pargo, y contrariamente, cuando yo quiero comerlo, tengo que vaciar mi bolsillo.



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