Un manto de olvido sobre la realidad cubana
Mario J. Viera González, Cuba Voz
LA HABANA, enero - La crisis provocada por el drama de Elián González, el niño que milagrosamente sobreviviera en el naufragio de una embarcación de emigrantes cubanos furtivos, es cada vez más explotada e inflada políticamente por Castro y sus
incondicionales colaboradores. El objetivo perseguido, aunque no resulte evidente, es desviar la atención internacional hacia un tema de relativa trascendencia y arrojar un manto de olvido sobre la deteriorada situación de los derechos humanos en la Isla.
El caso de Elián González es sólo uno de litigio judicial a ser resuelto únicamente por las partes en conflicto: el padre que lo reclama desde Cuba y los parientes de la línea paterna que aspiran a recibir el dictamen de una Corte Federal que los ampare como
tutores del menor. La política nada cuenta o nada debiera contar en este caso, pero Castro ha sabido capitalizar la pugna a favor de sus intereses propagandísticos y el dime que te diré en cuanto a la custodia del balserito sólo sirve para consolidar el plan del
gobernante cubano de levantar una cortina de humo con el pretendido fin de ocultar las actividades represivas de su policía política, que se recrudece en estos días, y el drama patético de las cárceles cubanas.
Mientras el exilio cubano se satura con el tema de Elián, la atención se aparta de temas más controversiales, como la ilegal retención en confinamiento carcelario de la líder del Partido Democrático 30 de Noviembre, Maritza Lugo, detenida desde el 23 de
diciembre; o la injusta detención del médico disidente Oscar Elías Biscet, que asume posiciones anti abortistas y predica la desobediencia civil ante las arbitrariedades gubernamentales, y que no ha recibido ni la menor señal de solidaridad departe de la organización
seudoreligiosa norteamericana Pastores por la Paz, que tan clamorosamente proclama su adhesión "a las acciones de desobediencia civil que realizan las organizaciones de solidaridad con Cuba (sic) en los Estados Unidos", como ha expuesto en un llamado internacional en el que se hace
eco de las patéticas reclamaciones del régimen de La Habana en torno a la que califica "retención ilegal" de Elián González en Estados Unidos.
El monitoreo de los derechos humanos en Cuba ha quedado relegado a un segundo plano, y el gobierno se ha visto con las manos libres para acosar y hostigar a la disidencia mientras las agencias de prensa extranjeras se concentran en la cobertura del espectáculo propagandístico de
las tribunas abiertas para cuanto oportunista quiera patentar su incondicionalidad con los dueños del poder en Cuba, y hablar cuanta tontería se le ocurra y repetir como papagayo todas y cada una de las consignas que desde que era un niño ha aprendido en la escuela, en el
trabajo y en las reuniones del CDR (Comité de Defensa de la Revolución).
Lo de Elián ya cansa en Cuba. Y al común de la gente ahora le da lo mismo que el niño regrese a Cuba o se quede en Miami o reciba la ciudadanía norteamericana otorgada por el Congreso de los Estados Unidos. Lo que se aprecia en los comentarios de la calle es un gran
malestar por la manipulación que el gobierno y los periodistas del Comité Central están haciendo del caso. La voz de la calle critica la actitud del padre del niño, y no falta quien le acuse de cobarde y de no saber defender sus derechos paternos. Para tratar de
desmentir inútilmente las palabras que Elián le grita a un avión ("no me regreses pa´ Cuba"), los voceros de la propaganda gubernamental repitieron la grabación de aquellas palabras en una mesa redonda televisada, pero señalando que estaban editadas.
Uno escucha lo que quiere escuchar, pero los televidentes escucharon muy bien el grito de Elián y la alegría del niño.
La disidencia cubana tiene entre sus manos proyectos más importantes y no debe quedarse sola.
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