CUBANET ...INDEPENDIENTE

21 de enero, 2000



La batalla de los Reyes Magos

Manuel David Orrio, Cooperativa de Periodistas Independientes

LA HABANA, enero - Las comadres del barrio de Guadalupe, ubicado en el convulso municipio capitalino de Centro Habana aún comentan el arribo de los Reyes Magos a la iglesia de la Caridad, allá por la intersección de las calles Salud y Manrique. De Puerto Rico vinieron a la Cuba del picadillo de soya para rescatarle a los niños pobres un instante de magia y felicidad. "Gloria a Dios en el cielo y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad", diría Juan Pablo II, al meditar sobre el segundo aniversario de su visita a la Isla.

El retorno de los Reyes Magos a la Cuba de Fidel Castro ya es realidad, cual hecho demostrativo de que los poderes jamás podrán vencer a las tradiciones de los pueblos. En Alemania, Colombia, España, Italia, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay, entre otros países, el Día de los Reyes Magos es festivo oficial. ¿Por qué no en Cuba, donde la tradición se remonta al recuerdo de un instante de libertad para los esclavos?

Tradición marginada, tradición perseguida por un discurso oficial que parece cada vez más alejado de raíces profundas, el Día de los Reyes Magos resurge desde lo hondo del corazón de los cubanos, en consecuencia lógica de un masivo retorno a Dios. La dolarización, las tiendas de recaudación de divisas, el unos tienen y otros no, contribuyeron a que este año, entre fines del ido diciembre y principios del corriente enero, las ventas de juguetes rompieran sus récords dolarizados. Fuentes diversas atestiguan del agotamiento de los mismos en varios de los más importantes establecimientos de la capital, a la altura de esos días cercanos al seis de enero. Un mínimo juguete de a dólar --veinte pesos cubanos al cambio de la calle-- puede valer más que todas las maravillas del mundo, si un niño le encuentra al pie de un árbol de Navidad un seis de enero.

Pero que nadie se llame a engaño, en estos eneros polémicos de fin o no de milenio. Desde 1992, o 1993, muchos padres cubanos compraron o hicieron para sus hijos juguetes artesanales, justamente en lo más terrible del llamado período especial. Ballestas de madera, muñecas de trapo, pistolitas de un plástico que antes sirvió para elaborar envases retornables para botellas de cerveza. Reyes Magos, y desayuno de agua con azúcar y pan ojalá de trigo. Pero Reyes Magos, en los días tremendos de los grandes apagones. ¿O fueron alumbrones?

No todos pueden dar a sus hijos un seis de enero de magia y felicidad. Otros no quieren o no les interesa. Pregunten a Mayelín, la niña hija de madre alcohólica, la que sueña ser maestra. Dios, siempre atento y nunca jugando a los dados, al decir de Albert Einstein, decidió que el seis de enero del año 2000 los Reyes Magos tocarían a la puerta de mi pequeña vecina. Por ello, eligió al civilista y profesor Moisés Rodríguez Valdés para hacer saber a los cubanos con el proyecto Reyes Magos del Milenio que la tradición, como la Patria, es de todos. No todos los niños pobres tuvieron ese instante de felicidad. Pero sí los suficientes para dar a conocer que su derecho a la alegría ya está sobre el tapete.

Rodríguez Valdés apeló a la gente, sin distingos de credos o ideologías, y convocó a una sociedad civil ya no emergente, sino perseguida, acostumbra a decir Oswaldo Payá Sardiñas. Juguetes para los niños, no importa de dónde vengan si les acompaña el amor, que todo lo puede y todo lo espera. Así, de algún modo, el poder de Cuba, o al menos los más fundamentalistas dentro de ese poder, no podían permanecer callados. Una víctima era necesaria para la hoguera del auto de fe. Para la advertencia, quizás, de que los Reyes Magos "no van". Hacer de Rodríguez la cabeza de turco era punto menos que un escándalo, conocida la habilidad del civilista para hacer de la retórica del poder un arma de la justicia. Por ello, todo indica que el elegido fue el periodista independiente de la provincia de Pinar del Río Víctor Rolando Arroyo, recién condenado a seis meses de prisión por un presunto delito de especulación y acaparamiento, cuyo origen consiste en adquirir juguetes en las tiendas dolarizadas, donde los impuestos sobre las ventas llegan al cielo y molestan al mismísimo Dios, para distribuirlos entre los niños pobres de los barrios marginales de su terruño. De Puerto Rico pueden venir a repartir juguetes en una iglesia cubana. Pero el cubano Arroyo no puede hacerlo allí donde nació. ¿No es eso discriminación por origen nacional?

Al relatar algunos pormenores de la vista pública del juicio donde fue condenado --sentencia en apelación--, Arroyo afirmó que el fiscal actuante le preguntó por qué no había entregado juguetes en lugares oficiales donde se atiende a niños enfermos. Arroyo respondió que entendía inapropiado hacerlo allí porque "supuestamente el gobierno los atiende". Según el periodista independiente, el fiscal calificó a esos niños amparados por el Gobierno de Fidel Castro como "menesterosos". Todo un dato, sin dudas. Al mismo tiempo, en La Habana, el pedagogo independiente Roberto de Miranda denunció a la opinión pública un registro y ocupación de juguetes realizado en su domicilio por la Seguridad del Estado y expresó que los oficiales actuantes dijeron hacerlo por "órdenes directas del Comandante en Jefe".

No en todas partes ocurrió lo mismo, lo cual hace pensar que la primera escaramuza en grande por unos Reyes Magos desde la sociedad civil de Cuba revela contradicciones al interior del poder de la Isla. Moisés Rodríguez informó que en otros lugares del país la distribución de juguetes se hizo sin inconvenientes y que algunos funcionarios del Partido Comunista se interesaron en el proyecto sin ver en el mismo intenciones subversivas, aunque declararon su inconformidad por la publicidad dada a Reyes Magos del Milenio en Radio Martí. Rodríguez relató que a dichos funcionarios les pareció digamos incorrecta la participación del civilista en una entrevista radial en compañía del congresista cubano-americano Lincoln Díaz-Balart, todo un anticastrista confrontacional. Para la respuesta de Rodríguez no hubo réplica. "Magnífico que quien apoya al embargo coincida con persona como yo, opuesta al mismo, en asuntos como los de llevar juguetes a los niños pobres".

Fuentes de la oposición estiman que lo sucedido a Víctor Rolando Arroyo parece más un ajuste de cuentas al estilo Pinar del Río por su labor como periodista independiente que una represión motivada por su participación en Reyes Magos del Milenio. Sin embargo, no puede perderse de vista el trasfondo de los acontecimientos: retorno a Cuba de la tradición de los Reyes Magos desde la sociedad civil, en ejercicio de fraternidad y beneficencia, y reclamo de un derecho a vincularse con cualquier organización o persona no gubernamental, sea de donde sea, para la promoción de fines lícitos y pacíficos. Tal pudiera ser la razón oculta del juicio a Víctor Rolando Arroyo y, quizás, el mejor regalo de los Reyes Magos... para todos los cubanos.

Por lo pronto, Moisés Rodríguez lleva razón cuando dice que es tiempo de preparar desde ahora a los próximos Reyes Magos, los del 2001. Quién sabe si, para entonces, Melchor, Gaspar y Baltazar reserven para Cuba el único y gran regalo que ella espera. Y a buen entendedor, pocas palabras.



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