CUBANET ...INDEPENDIENTE

20 de enero, 2000



Traspaso de año: lo que sucedió y lo que debe suceder

Magalis Cruz, Cuba Press

LA HABANA, enero - Un aumento en sus ventas consiguieron cuentapropistas cubanos en el fin de 1999 y el inicio del año 2000. Vendedores de alimentos ligeros y propietarios de cafeterías privadas en La Habana experimentaron un alza en su gestión comercial en comparación con la primera quincena de diciembre, lo cual pareció responder, entre otras causas, al aumento de la población flotante y la circulación peatonal por una parte, y por otra, a la insuficiente oferta de la red de servicios estatal -lo cual es, de por sí, un fenómeno permanente.

Una vendedora de los conocidos y expandidos cucuruchos de maní comentaba en uno de esos días que había vendido en sólo un rato, más de sesenta pesos de su mercancía en la interseccion vial conocida como "semáforo de Guanabacoa", a la entrada de este municipio capitalino. El lugar, habitualmente concurrido, se vio colmado de mayor cantidad de público, lo que favoreció un nivel de demanda superior a vendedores por cuenta propia, a pesar de mantenerse abierta en las inmediaciones una panadería a precios "diferenciados" (caros). Tal vez los frentes fríos los ayudaron también a mantener una oferta ininterrumpida (por aquello de que en el invierno la gente "quema" más energías, y por tanto necesita alimentarse mejor).

A no dudar, otro factor debe de haber influido en ese resultado: se trata de que en la temporada se acrecientan las remesas monetarias desde el extranjero y por tanto, hay más dinero en circulación. Aunque, pensándolo mejor, tal vez esté errada en cuanto a este asunto de los dólares, pues quienes los reciben están en condiciones de comprar turrones de Jijona, manzanas u otros manjares de las "shoppings". De tal modo, los turrones de maní quedarían para consuelo de los menos favorecidos.

De todas formas, no hay que olvidar que el cubano hace de tripas, corazón. Los adornos de todo tipo se observaron diseminados por el entorno urbano, unos más suntuosos que otros. Puercos, chivos y guanajos sucumbieron ante el apetito voraz en las casas favorecidas con la moneda norteamericana, pero en otros lugares sin esa posibilidad también se festejó, aunque fuese con un pedazo de "empellas" de cerdo. Y si no, con comerse un plato de arroz con frijoles y después sentarse a ver el novelón brasileño. A fin de cuentas, lo importante para muchos era tratar de sentirse bien.

Una cosa, a mi modo de ver, le faltó a este traspaso de años en Cuba: la festividad plena de la fecha. No bastan los días de descanso, al pueblo le hace falta la restitución plena de los avituallamientos.

Estoy convecida de que la satisfacción experimentada en esta ocasión por algunos cuentapropistas -incluidos los taxistas, que suplieron la carencia del transporte público operado por el estado- pudiera ser mayor con una reimplantación integral de las Navidades. Como aquéllas que se celebraban antaño, y que nada tenían que envidiar a las que se efectúan en el resto del mundo.



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